Con misas y bautismos cientos de fieles honraron a San Ramón Nonato

Como cada 31 de agosto, peregrinos participaron de las misas del Santo Patrono de las embarazadas en la capilla ubicada sobre la avenida Ituzaingó de Posadas. Hubo quermés, venta de platos típicos y bautismos.

El sacerdote Gervasio Silva fue uno de los encargados de oficiar la misa y reivindicó la fiesta patronal donde cientos de fieles año tras año re reúnen para pedir y agradecer la intersección del Santo. En la jornada se vio desfilar desde temprano a embarazadas, mujeres anhelan ser madres y otras ya con sus bebés en brazos, para rendir honor a quien es invocado por la feligresía cristiana como cuidador del bebé y su madre al momento del nacimiento.

 

Los clásicos escarpines no faltaron y se los entregó en forma de ofrenda a las embarazadas que participaron de las distintas celebraciones, como así también las donaciones de leche que en agradecimientos por promesas cumplidas son posteriormente distribuidas por la gente de la capilla a quienes más lo necesitan. El color de la celebración además de las flores que engalanaron el altar lo dieron los cientos de niños que desde ayer y a través del sacramento del bautismo, se sumaron a la Iglesia Católica.

 

Breve historia de San Ramón Nonato

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Según la tradición su nacimiento fue en Portel (Cardona, Cataluña, España) el 2 de febrero de 1200, en circunstancias extraordinarias. Sus padres soñaban con la llegada de un hijo. Cerca del pueblo había una ermita dedicada a San Nicolás de Bari donde, frente a la imagen de la Virgen con el Niño, la futura madre acudía buscando consuelo y esperanza de gestar esta nueva vida. La Virgen escucha sus ruegos y la vida comienza a germinar. Golpeada por una grave enfermedad, con un último aliento pide a la Madre por el hijo que lleva en su vientre y muere. Ramón Folch, el Conde de Cardona, a quien habían elegido padrino, pasaba a visitarla, a ver cómo estaba la madre y su futuro ahijado y ve a la mujer tendida en el suelo, sin vida. Se inclina sobre el cuerpo y como por inspiración divina, extrae su daga y rasga el vientre de la mujer, naciendo así el niño. A los pocos días fue bautizado Ramón, que era el nombre del conde de Cardona, en agradecimiento por su intervención.

 

Cerca de sus 20 años Ramón y pide ingresar a la Orden de los Mercedarios. Profundiza su amor a María, y se compromete con sus hijos que están cautivos. Descubre el sentido de dar la vida por los hermanos. Es elegido por los Mercedarios como redentor, para el rescate de los cautivos.

 

En el año 1236, en Argelia, ante la gran cantidad de cautivos, decide quedarse como rehén en lugar de ellos, mientras sus compañeros conseguían el dinero para su rescate. Compartiendo el sufrimiento, la prisión y el mal trato que padecían los cautivos, Ramón comienza a consolarlos, a darles ánimo, a hablarles de ese Dios que nunca nos olvida. Y así su prédica y aliento no sólo llama la atención de los cristianos cautivos, sino también de sus captores, con lo cual comienzan a interesarse por su predicación, llegando a convertir a algunos de ellos. Esto enfurece a los jefes principales y le ponen un candado en su boca para que deje de hablar. A pesar de ese tormento continúa predicando, cada dos o tres días le sacaban el candado para darle de comer.

 

El Papa Gregorio IX lo nombra cardenal en el año 1239. Sin embargo, no llega a asumir este título ya que muere en el camino el domingo 31 de agosto de 1240. Se propuso poner sus restos sobre una mula ciega, considerando que donde se detuviera sería el lugar que el santo había elegido para quedarse. Luego de detenerse brevemente en dos parajes, finalmente llega a la ermita de San Nicolás, lugar donde sus padres soñaron y anhelaron su nacimiento.

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