Cuando el malestar emocional provoca síntomas en el estómago

La ansiedad y el estrés influyen en la presencia de síntomas como acidez, pesadez, reflujo, constipación y diarrea. En estos casos, que se ven más en las mujeres, las emociones tienen gran influencia.

Gran parte de las consultas en gastroenterología se deben a los trastornos funcionales del sistema digestivo, donde la función está alterada pero no hay ningún problema orgánico. En estos casos, que se presentan más en las mujeres, las emociones tienen una gran influencia. Algunas personas tienen más predisposición a poner su malestar en el aparato digestivo y padecen síntomas muy molestos y limitantes que requieren de una atención médica.

«Se trata de un conjunto de alteraciones en la actividad motora del aparato digestivo, que da origen a numerosas manifestaciones en todo el tracto digestivo: desde la boca hasta el recto. Esta patología con el transcurso de los años fue adquiriendo más jerarquía, probablemente el ritmo de vida diario ha llevado a que en algún momento el aparato digestivo sea el órgano de choque de los trastornos funcionales», aclara el médico gastroenterólogo Angel Gatto, uno de los directores del Centro de Gastroenterología.

De acuerdo a su experiencia casi la mitad de las consultas en gastroenterología se deben a este trastorno, que cada vez es más frecuente. La mayor incidencia se da entre los 30 y 50 años. «Y afecta a la población económicamente activa, lo que da origen a pérdida de fuentes de trabajo, ausentismo laboral, convirtiéndose en un problema económico significativo, agrega.

Entre los síntomas de este trastorno se encuentran el reflujo gastroesofágico, la dispepsia funcional y el síndrome de intestino irritable. En cuanto a los síntomas del reflujo es común que la paciente refiera ardor, acidez, dolor, sensación de atascamiento (sensación de que no puede tragar, sensación de una obstrucción en el paso de los alimentos); si se trata de la dispepsia funcional se refiere fundamentalmente a los síntomas que se asocian más con el estómago como dolor en la boca del estómago, acidez, pesadez después de comer, eructos; y el síndrome de intestino irritable genera trastornos del hábito evacuatorio: algunos presentan cuadros de constipación y otros de diarrea (puede haber alternancia de estos signos).

«Se suele ver exacerbación de estos síntomas en aquellos pacientes que tienen cuadros de depresión, ansiedad, ataques de pánico, y son los pacientes que con más frecuencia somatizan estos síntomas. Está relacionado más con las mujeres que con los varones», dice.

A la hora del diagnóstico el especialista aclara que es fundamental definir en primer lugar si se está en presencia de un trastorno funcional o problema orgánico. Por lo general los pacientes con el trastorno funcional refieren que tienen muchos síntomas a distinto nivel, por ejemplo dolor de estómago, eructos, pesadez, cefaleas, constipación. Mientras que quien tiene una alteración orgánica presenta signos más puntuales.

El profesional aclara que primero es preciso descartar la patología orgánica. Porque a veces los síntomas se pueden superponer. Hay que descartar la gastritis, la enfermedad ulcerosa, las enfermedades inflamatorias del intestino, la colitis ulcerosa y el cáncer de colon. «Cuando se habla de gastritis es orgánica porque el estómago presenta una alteración estructural. Aunque algunos pacientes dicen que siempre sufrieron de gastritis, pero nunca se estudiaron el estómago. Porque de antemano se sospecha que el paciente que tiene ardor de estómago o acidez tiene esta alteración pero no es así; por ahí se lo estudia y no se encuentra nada», aclara.

Tratamiento integral. Para descartar la patología orgánica se realiza el estudio endoscópico, ya sea del tracto superior como la endoscopía gástrica y la de colon.

También hay que descartar la presencia de litiasis vesicular (cálculos de vesícula) que es una enfermedad orgánica y puede tener síntomas variados como dolor de estómago y pesadez. Pero se detecta mediante otro método que es la ecografía. Si se trata de una patología física habrá que indicar el tratamiento adecuado: la terapéutica requerida para gastritis o úlcera, o la cirugía en caso de los cálculos de vesícula.

Descartada la presencia de enfermedad, ahí ya se encuadra en el trastorno funcional.

“En estos casos la relación médico-paciente es fundamental porque uno tiene que identificar los síntomas, explicarle el origen de los mismos. Hay que demostrarle que si bien tienen síntomas, éstos no están asociados con ninguna enfermedad específica”, aclara.

Y es recomendable encarar un tratamiento integral, con el apoyo de un psicólogo y nutricionista. “El paciente se encuentra en una encrucijada cuando tiene que regular su alimentación porque no sabe qué comer. Hay una idea generalizada de que todo le cae mal”, comenta.

En quienes tienen reflujo se sugiere que no ingieran mate, café, dulces, menta (produce una relajación del esfínter esofágico inferior y favorece el reflujo) y las bebidas con gas. Si se trata de dispepsia hay que tratar de que coman alimentos no tan elaborados como salsas, fritos, condimentos muy irritantes. Y cuando se trata del síndrome del intestino irritable el paciente constipado necesita una dieta rica en fibras, vegetales y frutas, con aporte de líquido (fundamentalmente agua, es lo que lo lleva a mejorar su ritmo intestinal); a quien tiene tendencia a la diarrea se le recomienda eliminar los vegetales de hojas verdes y los cítricos.

“No hay que subestimar la constipación porque el colon es el órgano más comprometido que tenemos en el aparato digestivo, es al que más hay que cuidar. Hay que tratar de que funcione de la mejor manera, fundamentalmente para que no aparezcan la patología diverticular, las fisuras anales o las hemorroides”, advierte el especialista.

En conclusión para el médico el tratamiento se basa en la relación médico-paciente, las recomendaciones higiénico-dietéticas (como evitar el sedentarismo, aumentar la actividad física), el tratamiento farmacológico también se utiliza para el manejo de los síntomas, el otro pilar es el tratamiento psicológico y la consulta al nutricionista (quien lo guiará en una dieta lo más variada posible). “Es importante que el paciente tenga continuidad en el tratamiento”, aconseja.

Ante la presencia de síntomas digestivos la consulta al especialista es importante para dilucidar qué tipo de problema se tiene y recibir la orientación necesaria para manejar el malestar.

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