“El orden conocido se ha desintegrado”

El analista internacional especializado en Medio Oriente, Julián Schvindlerman advierte que “hay una proliferación de crisis porque el orden conocido se ha desintegrado”. Argentino y judío, sostiene que Israel tiene una respuesta adecuada en el conflicto con Gaza y que en la comunidad internacional aflora un antisemitismo que no es expresado públicamente y que obedece a una información sesgada sobre la guerra en la franja.

“Lo que está sucediendo en Gaza e Israel es que una agrupación terrorista ha atacado a una democracia. En lo que refiere a la historia propia de la cuestión palestina e israelí, es una agresión extraña a la luz de que Israel se retiró de la franja de Gaza en 2005. Puso fin a la ocupación, removió soldados, removió a los colonos judíos que vivían allí y sin embargo Hamas ha iniciado ataques contra Israel. Lo hizo en el 2008, en 2012 y en 2014. En lugar de ser una oportunidad para transformar a Gaza en una ciudad pacífica, próspera, invirtió una enorme cantidad de dinero en construir túneles, importar arsenal y contrabandear armas desde Irán. Esto da por resultado el hecho de que vemos hoy una Franja empobrecida y con por lo menos 100 millones de dólares de asistencia mundial desviados a la construcción de redes subterráneas que se infiltra hacia Israel para llevar armas”, argumentó.

“Es una situación compleja porque la esperanza de los israelíes cuando se retiraron de manera unilateral, era que podía haber con el otro gobierno vecino, una relativa coexistencia de paz. No completa, pero por lo menos no un estado de agresión. Pero se ha encontrado con la triste realidad de que siguen siendo atacados. La Franja fue entregada a la autoridad palestina –que es con quien Israel negoció el proceso de paz-, pero esa fracción perdió las elecciones en manos del Hamas que es un grupo fundamentalista terrorista, que dice que quiere destruir a Israel. Acá es cuando Israel designa al territorio de Gaza como una entidad hostil, impone un bloqueo en las fronteras marítimas, de espacio aéreo y terrestre”, asegura.

 

Sostiene que Israel pierde la batalla mediática ¿por qué?

 

Israel pierde la batalla mediática porque hay una mirada internacional que muestra incomprensión de los dilemas de seguridad en Israel y a las realidades políticas regionales. Si uno presta atención a las imágenes que han surgido de Gaza, hemos visto mucha devastación, que es real y es dolorosa, producto de las bombas de los aviones israelíes. Pero no hemos visto a los combatientes del Hamas, no hemos visto el momento en que ellos lanzan los cohetes, cavan los túneles o ingresan a Israel para cometer atentados. Lo único que vemos es el sufrimiento del pueblo palestino, que es real, pero no vemos la coyuntura. El hecho de que Hamas transforma mezquitas en centros de ataque militar, que pone arsenales en escuelas de las Naciones Unidas, que da conferencias de prensa en el hospital general de Gaza, de modo que la prensa pueda ver cuando entran heridos y demás, y así generar conmoción. El Hamas es un grupo que ha manipulado muy hábilmente a medios de comunicación y ha mostrado una gran crueldad con su propio pueblo. No digo con los israelíes, a los que les arrojó 3500 cohetes en cuatro semanas, sino los propios palestinos que han sido arrastrados a una guerra que no deseaban y que se ven expuestos al ataque del Hamas desde zonas inmensamente pobladas. Si uno ve la franja de Gaza en un mapa, va a poder ver que tiene grandes concentraciones urbanas en las ciudades, pero hay un montón de zonas despobladas desde las cuales Hamas podría haber disparado y evitar represalias sobre la población civil palestina. Pero Hamas eligió disparar desde las ciudades y desde el lado de las oficinas de la ONU y escuelas y demás, con la esperanza cínica, perversa, triste, de que Israel responda al fuego y dañe a la población civil. Lamentablemente aquí hay una situación de guerrilla contra un ejército.

Julián Schvindlerman

¿Pero no es desmesurada la respuesta de Israel?

Depende de cómo definamos la desmesura. El concepto legal de proporcionalidad se define en función a la amenaza. No es que si Hamas mata a 100, Israel tiene que matar a 100, no se plantea en esos términos. Israel no puede ser culpable por ser un país militarmente poderoso, que además es el resultado de la obligación creada por las naciones árabes que lo han atacado a lo largo de su existencia. Además, Israel ha sido cuidadoso en su respuesta. Esto es probable que les sorprenda de mi alegato pero Israel ha advertido a la población civil palestina, a través de panfletos que arrojaron sus aviones, escritos en árabe, diciéndoles que en determinado tiempo iban a atacar esa zona, que se fueran. Ha hecho llamados telefónicos y mensajes de textos, cientos de miles que ha enviado a la población palestina residente en determinadas zonas diciéndoles que se vayan porque iban a atacar. Ha implementado un sistema que se llama “golpe en la puerta”, que consiste en que mandan un cohete sin carga explosiva que estalla y sacude el edificio, de modo que la población se vaya y después llega el cohete.

No hay precedentes de otros actores beligerantes en guerra, en una guerra además impuesta, que tomen precauciones sobre la población civil de una entidad que los está atacando. Ahora, por supuesto que hay muertes palestinas. Las bombas que los matan son israelíes, pero son resultado de una política cínica del Hamas y en mi opinión el énfasis de convenio internacional debería estar puesto en quien adopta esta conducta aberrante.

 

¿Son también limitaciones del Estado Nación, con grupos que pueden actuar en forma multipolar?

 

Hay muchos intereses creados en torno a este conflicto que excede por mucho la disputa palestino-israelí. Eso se enmarca en una coyuntura regional que sigue estando sacudida por las revueltas árabes. Estas revueltas inicialmente constituían una respuesta espontánea popular contra las dictaduras que habían sojuzgado a los árabes durante muchas décadas, pero derivaron en una lucha sectaria dentro del Islam entre sunitas y chiítas. En el marco de esta disputa, los distintos sectores han tomado posiciones diferentes. Irán apoya a Libia que reprime a la población sunita, ha apoyado a la población de Bahrein, que se sublevó contra una minoría suní que gobierna; Turquía apoya a los rebeldes sunitas, entre ellos al Hamas, junto con Qatar, pero el resto de las monarquías del Golfo que son regiones sunitas no están con Hamas, lo mismo que Egipto. La situación es muy compleja.

Hay un avance general de fuerzas yihadistas en la región, que va más allá del problema palestino-israelí. En Iraq, lo que se llama el Estado islámico ha estado provocando el éxodo de cientos de miles de cristianos y otras minorías de la región. En Siria otro tanto. En la franja de Gaza, desde que el Hamas gobierna, la comunidad cristiana cayó un 50 por ciento en población en estos nueve años, bajó de 3000 a 1500. Y esto está vinculado.

La situación regional es de una gran inestabilidad, de un gran caos, de muchos grupos ideológicamente hermanados con Hamas como Al Qaeda. Ellos tienen un odio visceral hacia los infieles que no son musulmanes e incluso un desprecio muy grande a los musulmanes que no son de la propia fe. Es contra esto con lo que se está batallando también en Gaza, no digo el fuego palestino, hablo de Hamas.

 

¿Cómo evalúa la respuesta de Estados Unidos?

 

Estados Unidos e Israel tienen una alianza histórica muy fuerte y muy sólida, pero con vaivenes. No siempre están en la misma página en todos los temas y han tenido bastantes confrontaciones. Israel no es parte de la Unión Europea y tiene serias disputas y diferencias con Estados Unidos. Ha habido, y en particular con esta Casa Blanca, demasiadas. Para una administración norteamericana y una administración israelí, que yo recuerde, creo que estas son las que más cortocircuitos han tenido. Tiene que ver en parte con que Barack Obama es un hombre, que en general, ha optado por replegarse o replegar el papel de Estados Unidos en el mundo. Asume con una agenda doméstica muy fuerte: reformas de salud, reformas migratorias, recuperación de la economía norteamericana. Y se separa del predecesor George Bush, buscando no involucrar a Estados Unidos en guerras lejanas. Si las decisiones son válidas o no, no es tema de debate. Pero hubo consecuencias de esta decisión y las consecuencias son que al replegarse Estados Unidos de Irak, Afganistán, al no querer involucrarse en Siria, al pretender liderar desde la retaguardia en Siria, va a generar un caos, desorden. Eso no es liderazgo, porque se lidera desde adelante.

 

 

Este caos afecta a los estados árabes, ¿no apuesta a eso Estados Unidos?

 

Los que quieren disolver estos estados son los del ejército islámico. Ellos son los que no reconocen las fronteras. Pretenden un solo califato islámico, unido por la religión y no por las fronteras. El interés de Europa, Estados Unidos y los países árabes es que esto no prospere.

 

¿Cuánto influyó la intervención militar de Estados Unidos en la región?

 

Depende de cada caso. En Afganistán fue muy positiva porque era contra los talibanes, fundamentalistas radicales. Allí era la lucha contra terroristas. Irak es diferente. Si bien fue bueno remover a Sadam, se desarmó el orden despótico que mantenía, porque lo que hacía era tener cohesionada la región. Con mano dura, con dictadura, pero al removerlo, surgió la presión de la olla al destaparla. En Siria Obama comete un grave error cuando no apoya a las fuerzas rebeldes. No las quiere armar porque no quiere involucrarse en la guerra. Los moderados pierden poder y empieza a avanzar un respaldo a la rebeldía que confluye en la zona. La política norteamericana ha impactado en toda la región.

 

Hace poco el Papa unió a las partes por la paz ¿tuvo efecto?

 

Celebré a Francisco por la iniciativa desde el plano espiritual, pero advertí que no tendría impacto real porque había tendencias complicadas en la arena palestina como para que prosperara. No imaginé una guerra tan rápido. En el plano espiritual fue muy prudente. Fue una oración por la paz. Desde ese punto de vista, fue positivo acercar a las partes. La consecuencia no deseada es que puede generar expectativa de paz para el que no conoce mucho la situación. Obviamente que Francisco no es ni remotamente responsable. Él intentó acercar a las partes.

 

Hace unos días Francisco habló de una tercera guerra mundial fragmentada. ¿Coincide con esa visión?

 

Hay una proliferación de crisis internacionales importantes. La frase del Papa es buena, pero no la definiría como una guerra, porque la definición tradicional es estados contra estados. Pero sí refleja el desorden internacional. El orden conocido se ha desintegrado. El conflicto de Rusia con Ucrania, China con reclamos a Japón, Corea del Norte provocando al Sur, el medio oriente convulsionado. América Latina ha perdido en algunas naciones la integridad democrática. Más que una guerra, hay proliferación de crisis agudas, atribuida en parte a que Estados Unidos se está retirando de su rol de garante global. Había una potencia en un mundo unipolar que decía que de este modo, bueno o malo, se garantizaba un equilibrio. El envalentonamiento de Rusia, China, más confiada, Medio Oriente donde emergen estos grupos, reflejan el principio de que si abandonas un espacio, es ocupado por otro.

 

¿Cómo influye esto en la Argentina, después de los dos atentados irresueltos?

 

Los atentados marcaron el ingreso al país de grupos terroristas extranjeros que masacraron argentinos. Por eso fue un ataque a Argentina, más allá de que haya sido un símbolo judío. La respuesta debe ser judía y argentina. Pero hubo mucho vaivén y enroñe en la causa judicial que se mezcló con lo político y los distintos gobiernos no dieron respuesta satisfactoria. Recién con el fiscal Alberto Nisman toma relevancia la causa, con la alerta roja internacional contra los responsables y se involucra a funcionarios iraníes. Pero la vida en la Argentina ha cambiado, por las protecciones en las comunidades y esto habla de la vulnerabilidad de una comunidad con una larga tradición de integración en la Argentina.

 

¿El cóctel Menem-Corach, de lados distintos de la comunidad durante esos años, sirvió como trasfondo?

 

En el Islam, la apostasía – negación, renuncia o abjuración a la fe en una religión-es penalizada con la muerte y Carlos Menem dejó de ser musulmán para ser católico. En Irán pudo haber dejado algún enojo. Lo mismo que los acuerdos nucleares entre Argentina e Irán de la época de Alfonsín, que fueron dejados de lado y el narcoterrorismo y tráfico de armas con involucrados cercanos al el Gobierno como Monzer Al Kassar. Es posible que haya mucho trasfondo que no conocemos.

 

¿Esta crisis reaviva posibilidad de atentados en terceros países?

 

Hamas no opera fuera del área palestina a diferencia de Hezbollá. Se circunscribe a Israel. Lo que sí puede suceder es que fanáticos antisemitas, hagan atentados. Pero la planificación de un atentado de este tipo, siempre presente, es difícil.

 

Usted sostiene la tesis de un antisemitismo que pasó de lo religioso a lo político ¿por qué?

 

Confluye en el conflicto Gaza-Israel, que generó expresiones antijudías muy importantes. En muchos casos, utilizan la difamación contra Israel para exteriorizar un antisemitismo en público que no es políticamente correcto. No digo que Israel no cometa errores, pero se va a una deshumanización, cuando se dice que es genocida, que es nazi. Terminologías que no se utilizan contra otros Estados vecinos. Por ejemplo, Javier Bardem y Penélope Cruz sacan una solicitada por 1800 palestinos muertos. Pero cuando 1800 murieron en Siria en campos de refugiados, no sacaron ninguna solicitada. Cuando son matados en Siria hay silencio y cuando son matados en Gaza, hay protesta. No digo que esté mal la indignación por Gaza, pero condenemos todo. Hamas provocó la muerte de niños explotando mano de obra infantil y nos enteramos por un medio palestino, llamado Journal Palestina Studies.

 

Dice también que la ONU tiene una visión contra Israel…

 

La ONU tiene una visión antiisraelí cuando analiza en exclusivo la situación de los derechos humanos en Israel. El problema de la ONU, fuera del consejo de Seguridad controlado por las potencias,  es el voto de las mayorías y si uno cuenta los países y musulmanes, africanos, árabes y tercermundistas, tienen mayoría. Latinoamérica tristemente se suma. Europa tiende a abstenerse. Entonces hay resoluciones inexplicables. Se ha corporizado en Israel el odio colectivo contra los judíos.

 

¿Cómo ve al Gobierno argentino en este contexto?

El gobierno argentino ha quedado en punto medio de las posturas extremas. Por un lado ha condenado a Israel. Cristina dijo que no se podía exterminar un pueblo, lo que no es así. Pero no llegó a los términos de Mujica o Dilma, ni Brasil o Chile que retiraron a sus embajadores para consulta. Tiene que ver con que Argentina ha firmado el memorando con Irán, que allí no fue validado, eso terminó provocando un distanciamiento con Teherán. Y se inició un acercamiento a Israel, con visita del canciller, compra de aviones. Ahora los hermanos latinoamericanos se alejan de Israel y Argentina condenó declarativamente pero no en hechos diplomáticos.

 

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