Hacete amigo del juez

“Esto es Estados Unidos lanzando una bomba en el sistema económico mundial”. Como se advierte desde esta columna desde hace varias semanas, son más las voces a favor de la Argentina fue del país que de parte de gran parte de la dirigencia local. El premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz calificó así al fallo del juez Thomas Griesa, que obliga a la Argentina a pagar a los fondos buitre. Una bomba, que no afecta únicamente a la Argentina sino a todo el sistema financiero, que pone en riesgo la plaza Nueva York para negociar futuras reestructuraciones y le da un inmenso poder -mayor si cabe- a los especuladores que llevan el sistema capitalista a su más aberrante estadio. Se trata de obtener rentas inalcanzables en cualquier otra actividad económica con una mínima inversión y, sobre todo, innecesaria producción: NML, el fondo Paul Singer, apenas tiene 300 empleados.
La intransigencia de Griesa les dio a los Buitres un poder supranacional que viola leyes y pone a sus pies a cualquier país que intente renegociar sus deudas.
La consecuencia de este cambio en la relación de fuerzas es bastante lógico: «Los países en crisis ahora pueden encontrar más difícil hallar alivio de los acreedores después de un default de su deuda», indica Stiglitz.
Expertos economistas advierten que el campo de batalla ahora ya no es la Argentina, sino el mismo planeta. En esa línea, economistas como el Nobel adscripto a teorías neoclásicas Robert Solow, Branko Milanovic y Dani Rodrik escribieron una carta dirigida al Congreso de Estados Unidos instando a los legisladores a «actuar inmediatamente y buscar soluciones legislativas para mitigar el impacto nocivo de la decisión del tribunal».
La decisión de Griesa podría causar un daño económico innecesario al sistema financiero internacional, así como a los intereses económicos de Estados Unidos y de la Argentina», sostuvieron los economistas, acompañados de otras cien firmas. «Esto significa que cualquier holdout acreedor puede echar a perder todos los acuerdos existentes con los tenedores de bonos que optaron por negociar. Mientras que a individuos y corporaciones se les garantiza la protección de la ley de bancarrota, no existe tal mecanismo para los gobiernos soberanos», escribieron los economistas Milanovic, Rodrik y Solow.
Los economistas señalan que el propio sistema financiero de Estados Unidos está en peligro. «El fallo hará que sea más probable que los gobiernos soberanos busquen ubicaciones alternativas para la emisión de deuda. Gran Bretaña y Bélgica, por ejemplo, ya han aprobado una legislación destinada a prevenir este tipo de comportamiento de los acreedores holdouts».
La actuación de Griesa durante todo el conflicto, siempre pareció estar decididamente volcada a favor de los buitres. La del mediador Daniel Pollack dejó mucho que desear, sobre todo cuando las negociaciones se agotaron y se apuró en declarar un «doloroso» default que «lastimará a gente real, incluyendo a los ciudadanos argentinos, los bonistas canjeados (que no recibirán sus intereses) y los holdouts (que no recibirán pago de los fallos que obtuvieron en la corte)».
Que los buitres busquen maximizar sus ganancias no debe sorprender -lo que no los convierte en simples hombres de negocio-. Tampoco que un juez republicano de un distrito de Nueva York falle a favor de los capitales que mueven miles de millones en su ciudad. Sí resultan llamativas algunas actitudes. Según Kicillof, Griesa preguntó a los mismos buitres si se reponía el «stay» (amparo), algo que obviamente rechazaron.
Pero a las pocas horas, en medio de otra audiencia, se conoció una maniobra que generó muchas dudas.
La International Swaps and Derivates Association, (ISDA) decretó que Argentina está en default para facilitar así el cobro de los seguros, instrumentos financieros que estaban en poder de los fondos buitres y otras entidades financieras por un monto cercano a los 1000 millones de dólares.
Elliott Managment, de Paul Singer, es uno de los integrantes de la ISDA, al igual que el Citibank y el JP Morgan, beneficiados por el Megacanje de De la Rúa, que está siendo investigado por la Justicia, y Credit Suisse Fist Boston, agente de negociación de los bonos ideados por Domingo Cavallo junto a su amigo David Muldford, por entonces vicepresidente de la entidad.
“Lo actuado por el juez hasta el momento revela que su actitud, lejos de impartir justicia y generar condiciones equilibradas entre las partes, busca favorecer a los fondos buitre. ¿Cómo puede ser que haya delegado en los fondos buitre la decisión de dar un stay a Argentina, cuando estos mismos fondos podían tener ganancias multimillonarias si no arreglaban? Nunca mejor aplicada la frase «juez y parte». Pero lo más grave es que ya no estaríamos ante la conocida figura de «utilización de información privilegiada para favorecerse», figura condenada internacionalmente por todos los organismos de contralor, sino que estaríamos ante un insólito caso donde una de las partes, con la ayuda del juez, provoca los hechos que luego la favorece», señala un comunicado del ministerio de Economía. Por eso mismo, el Ministerio de Economía ha notificado a la Comisión Nacional de Valores de esta situación y solicitó que, de inmediato, se inicie una exhaustiva investigación que determine si este juicio no es en realidad la fachada de una maniobra especulativa en favor de los fondos buitre, que pretende que ganen por los bonos en default que compraron a precio vil, pero también por los derivados financieros que se cobran cuando esta sociedad ISDA lo decide.
La CNV solicitará a la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC) información precisa sobre las transacciones con esos títulos, para investigar si los propios fondos buitre, por sí, o a través de terceros, obtuvieron ingentes beneficios al no alcanzar un acuerdo.
Los fondos buitre compraron deuda cuando valía monedas y se garantizaron un plus de más de la mitad de esa ganancia conlos «Credit Default Swaps» (CDS), seguros ante la posibilidad de que el país entrara nuevamente en default. Eso explica el interés por empujar a la Argentina a una crisis de deuda y la urgencia por declarar un default.
En la Argentina, casi en soledad el Gobierno defiende su postura de no aceptar las condiciones impuestas por los buitres para no afectar la reestructuración de la deuda que ha sido la más exitosa del planeta.
Empecinados en encontrar un rédito político, políticos y economistas de la oposición sólo se enfocan en los eventuales efectos del default y no en el contexto general. Es cierto, la cesación de pagos tendrá efectos negativos en el ingreso de inversiones y el acceso a financiamiento externo.
Pero lo es también que la Argentina no sólo sobrevivió sin ambos componentes, sino que logró un crecimiento inédito que desarmó muchos manuales económicos, al mismo tiempo que logró un desendeudamiento con los principales organismos financieros.
Comparar el default de 2002 con el «técnico» o «Griesafault» actual no resiste demasiados análisis.
La principal diferencia es que en 2002 el país no podía pagar. Y ahora paga. Pagó a los bonistas que entraron al canje, pagó al club de París, pagó a Repsol por YPF. Se desendeudó con el Fondo Monetario. Paga.
Cuando Rodríguez Saá fue aplaudido en el Congreso por declarar la cesación de pagos, el país estaba en llamas, con una severa crisis social y sin recursos para hacer frente a cualquier pago por la depresión económica. Hasta los bancos estaban vacíos pese a corralitos y corralones.
Ahora la economía soportó la crisis internacional y aún cuando se ralentizó en los últimos meses, mantiene su robustez después de diez años de crecimiento. Apenas unas horas después de haber cerrado sin éxito las negociaciones oficiales para evitar el default, la presidenta Cristina Fernández anunció el incremento de jubilaciones y refinanció deudas con provincias. Antes se recortaban las pensiones y las provincias no sólo no negociaban sus deudas, sino que sufrían severos recortes en la coparticipación federal.
Incluso el financiamiento externo, antes imposible, está ahora accesible con los acuerdos con Rusia y China y la cercanía con los Brics.
Los bancos, cuyas puertas eran atacadas todos los días por los ahorristas que perdieron sus fondos, ahora no sólo acumulan fuertes ganancias, sino que ofrecieron una salida al conflicto con la compra de la deuda en manos de los buitres.
No lo hicieron con un sentido épico, sino en defensa del propio sistema. En el primer trimestre del año, exhibieron utilidades que superaron la inflación.
El mejor desempeño fue para BBVA Francés con una ganancia neta de 1.362,1 millones de pesos, seguida por el Macro con 1.186,3 millones, Santander Río 974,3 millones.
Salvo YPF, que presentó ganancias de más de 14.000 millones de pesos en el trimestre, nadie alcanzó ganancias comparables con la de los bancos.
Las ganancias de los bancos se explican en parte por la devaluación del peso en un 15 por ciento el 23 de enero, y la decisión del Banco Central de que las entidades bancarias tenían que vender gran parte de su tenencias de moneda extranjera a 8 pesos, cuando estaban contabilizadas a menos de 6 pesos.
No se trató de un fenómeno circunstancial: entre 2007 y 2013 el crecimiento de la banca fue de 110,6 por ciento mientras que el de la economía en su conjunto 27 por ciento y el de la industria 23,8 por ciento.
Sólo en 2013, el sistema bancario argentino tuvo una renta 18 veces superior al depósito judicial ofrecido en garantía para destrabar el conflicto con los buitres. Si se confirma el default, los bonos argentinos que forman parte de su capital, perderán valor y ellos también sufrirán las pérdidas.
¿Entonces, por qué hay en la Argentina más críticas que en el exterior? La cercanía del 2015 potencia la necesidad de cuestionar todo lo que haga el Gobierno, mucho más allá si se está ante un «fracaso».
El Gobierno, en cambio, está mucho más cerca de entrar a la historia como el único que se animó a desafiar a los buitres y lejos de un fracaso, no está dicha la última palabra. Lo que reveló la pulseada con los buitres es que la Presidenta parece ser la única capaz de manejar una crisis semejante sin entregar soberanía ni someterse a las presiones.
Eso la vuelve a colocar en el centro de la escena política e incluso, mejoró su imagen en las encuestas. Claro que esa centralidad no se delega ni se transmite, pero favorece a quienes se postulan para continuar con el rumbo trazado por el kirchnerismo y eleva la consideración de algunos que no están en carpeta, como el ministro de Economía, Axel Kicillof. Sin corbata y con un estilo descontracturado, el joven economista manejó con solvencia las negociaciones e impuso su estrategia de no ceder para no exponer al país a reclamos multimillonarios de los demás acreedores.
En la oposición abundan las declaraciones de ocasión, pero la mayoría de la dirigencia dejó en evidencia que el camino que hubieran elegido, sería el de la claudicación. El sempiterno sonriente Sergio Massa, cuya campaña entró en una meseta, intenta recuperar protagonismo con las «cosas de la gente», como la inflación. Incluso desacreditó a su economista estrella, Roberto Lavagna, quien reconoció que la originalidad de la situación que vive Argentina hace difícil que sea catalogada como de default.
“En Estados Unidos hay sectores que entienden que se está en un terreno desconocido desde el punto de vista legal”, dijo Lavagna.
El precandidato presidencial de UNEN por el socialismo, Hermes Binner, dijo que la falta de acercamiento con los holdouts, demuestra el «fracaso del movimiento popular». Justo él, el socialista.
El diputado nacional peronista Franciso De Narváez lo dijo sin vueltas. “Era preferible un mal acuerdo al default”.
En Misiones el gobernador Maurice Closs se refirió a los fondos buitre como «verdaderos depredadores financieros que sobrevuelan el mundo en la búsqueda de países con graves problemas económicos para comprar títulos de deuda por el 30 por ciento y hasta el 20 por ciento de su valor nominal para luego exigir el pago del 100 por ciento, obteniendo astronómicas ganancias sin correr ningún riesgo de inversión».
La cita no es aislada, sino que está ubicada en el mensaje del Presupuesto provincial para el año que viene, donde advierte sobre los efectos negativos de una cesación de pagos en la economía del país.
El presidente de la Legislatura, Carlos Rovira, aseguró que el país está en default aunque el Gobierno no lo reconozca y reclamó la emisión de un «bono patriótico» que incluso podría llegar a ser obligatorio para bancos y empresas argentinos.
Pese al pronóstico reservado de la economía, el proyecto de Presupuesto elaborado por Closs mantiene pautas de crecimiento y de un Estado orientado a las áreas más sensibles.
Se proyecta un incremento del 39,90 por ciento en relación con el presupuesto vigente y recursos récord destinados a las áreas sociales que recibirán 56.36 por ciento del total.
Se estiman erogaciones por 23.557.173.600 pesos con un incremento de 6.718.593.500 pesos con el presupuesto sancionado por la Legislatura vigente para este año.
La prioridad puesta en las áreas sociales que recibirán 13.276.946.400 pesos -3.948.163.000 más que durante este año-. Educación tiene asignados 6.067.801.800 pesos, más de la cuarta parte del total. Continúa en orden de importancia el Desarrollo de la Economía, con una participación del 18,06 por ciento y 4.253.404.500 pesos destinados al respaldo al sector productivo y la agregación de valor.
La obra pública es uno de los motores de la economía misionera y en 2015 recibirá un record de 7.272.191.400 pesos, con una participación del 30.87 por ciento del total.
Sin embargo, el área que mayor crecimiento porcentual registra es la Seguridad con 50.32 por ciento más de recursos. Recibirá 1.596.984.900 pesos, 534.584.400 más que este año.
Argentina está mucho más sólida para enfrentar las eventuales tormentas y la proyección económica local también revela que más allá de la idea de un gran conflicto que pretenden instalar desde la oposición, el país seguirá andando con un Estado activo en cada una de las áreas.
Las prioridades marcadas por el Gobierno provincial indican que el Estado seguirá teniendo un rol central en la economía. Justo lo que no les gusta a quienes están en la otra vereda.

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