¿Mintiendo en nombre de Dios?

Las necesarias mesura y comprobada verdad.
Toda mentira tiene connotaciones muy negativas (excepto las muy contadas mentiras piadosas, de muy particulares contextos), pero las mentiras son mucho más perversamente destructivas, cuando son realizadas por quienes tienen supuesta total credibilidad –al menos para el común de la gente-, como sucede con los líderes religiosos.
Ese principio es válido tanto para católicos, protestantes, judíos, musulmanes, u otros credos, respetables todos ellos.
Pero en un país de muy fuerte raigambre católica, cualquier párroco, obispo o cardenal, que incurra en erróneas o peor aún malintencionadas opiniones, comete un acto sumamente pernicioso, al instalar como válidas opiniones carentes del debido fundamento, y más aún si son tergiversadamente falaces.
Por ello, sobre todo al tratar sobre temas mundanos (no teológicos), solo deberían hacerlo en base a una cuidadosa mesura y después de constatar fehacientemente que se basan en probadas verdades. Y por supuesto, descartando todo interés personal, así sea este motivado por un ego desmesurado.
Cuando no se tienen esos debidos cuidados, las opiniones públicas de los líderes religiosos pueden incurrir en deslices muy serios, cuando no en groseras mendacidades, las que por tanto adquieren carácter culposo, que llegan a extrema gravedad cuando se trata de asumir superficial o burdamente erradas posturas en temas muy delicados, instalados en la opinión pública.
Y en esos casos, queda también la duda acerca de las reales motivaciones, las cuales no necesariamente están vinculadas con la santidad o “inocencia” de los religiosos que pasan a ser burdos opinólogos al voleo.

Algo de historia y sociología elemental.
Así como hubo curas que alcanzaron elevados ribetes de patriotismo, en los albores de nuestra nacionalidad (como Fray Luis Bertrán, que dirigió la forja de los cañones que equiparon al Ejército Libertador de San Martín), también los hubo monárquicos, retrógrados y malintencionados, como uno que el propio Padre de la Patria confrontó en un oficio religioso, cuando inculcaba odios y condenas a los patriotas, tildándolos de herejes y por poco de demonios encarnados.
No tan lejos en el tiempo, durante la “revolución fusiladora” y los difíciles años posteriores, e incluso en el infame “proceso” y luego durante la partidocracia neoliberal excluyente; mientras buena parte de las cúpulas religiosas eran cómplices por acción u omisión, tolerando las tropelías de todo tipo que se perpetraban en contra de la propia Nación Argentina y de su población; hubo notables casos de curas valientes que hicieron frente a esos deplorables actos
antinacionales y pro oligárquicos que tanto daño causaron. Entre otros, el Padre Leonardo Castellani y el Padre Carlos Mugica. Por otra parte, sin perjuicio de ser católico practicante, no puedo omitir que hubo oscuras épocas históricas en las que las cúpulas religiosas fueron instigadoras del oscurantismo y feroces opositores al desarrollo científico y la apertura mental; mientras que tampoco puede negarse el rol muy positivo de los jesuitas –entre
otros- difundiendo La Palabra y también desarrollando amplias tareas de positivas connotaciones humanas y sociales, en vastas regiones de la actual Íbero América.
En síntesis, una sotana o un cargo religioso no implica de por si una actitud y una postura positiva y ecuánime; ni tampoco es necesariamente mala, como lo postulan los marxistas recalcitrantes ni otros antiteos feroces.
El tema en concreto.
Ya hace unas semanas, el controversial monseñor formoseño, prefirió dar credibilidad a algún ignoto “charlatán de feria” investido en el rol de activista del ecologismo cavernario, antes que respetar los fundamentados argumentos técnicos y científicos de destacados profesionales de la Comisión Nacional de Energía Atómica. Es como si para planificar un edificio de 20 pisos, creyera a un albañil media cuchara, o a uno de los tantos sanateros baratos que suelen pulular en bares de moda; en vez de dar credibilidad a un reconocido ingeniero especialista en estructuras y a un arquitecto de primer nivel.
Más aún, el monseñor recibió la visita de la Presidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica, la Licenciada Norma Boero, quien en un notable gesto de humildad le solicitó audiencia, y tuvo la buena actitud de no emitir comentarios acerca del tenor y contenidos de la reunión.
Por otra parte, después de las desafortunadas –por no usar otro calificativo- opiniones iniciales del monseñor (que tuvieron estado público, y que en su investidura nunca son meras “opiniones personales”); ante la real indignación que me produjo la sumatoria de burdos exabruptos conceptuales livianamente emitidos por el prelado, redacté un artículo, el cual además de ser ampliamente difundido en mi provincia (Misiones), fue reproducido en otros medios electrónicos de diversos lugares de Argentina, incluyendo Formosa.
En una reciente visita realizada a esa provincia, mis opiniones volvieron a tener amplia difusión en varios medios radiales, televisivos, y posiblemente escritos. En todos ellos fundamenté los groseros errores conceptuales en los que incurrió el obispo formoseño, de actitudes más propias de un fariseo que de un buen pastor.
Después de ello, el también conocido especialista energético Federico Bernal, con sus colaboradores, realizaron sus valiosos aportes, fundamentando sólida y fehacientemente la absoluta endeblez de la incoherente postura retrógrada y claramente ecolátrica de Monseñor Conejero Gallego.
Lamentablemente, en la audiencia pública envió un emisario, para leer un comunicado, en el cual no solo no corrige sus profundos errores conceptuales, sino que los ratifica, en un tono que más allá de los circunloquios de estilo, resulta francamente ofensivo –por lo mendaz y enrevesadamente tergiversador- a quienes tenemos por norma de conducta defender los Intereses Nacionales, y que por lo tanto buscamos el desarrollo socio económico de toda nuestra querida Argentina. Los ejes de su postura son breves, simples y brutalmente falsos.
1 – Pide priorizar ”formas de energía sostenibles y no contaminantes”.
Inadmisible en un jesuita (por lo general hombres de sólida formación intelectual), que tan burda y simplotamente, “compre” mentiras seriales emitidas por las organizaciones del ecoterrorismo transnacional, como lo son Greenpeace y otras similares (no por casualidad operando como herramientas del Imperio Británico), y sus filiales y extensiones en Argentina, en cuyo carácter operan otras ONGs satélites, como FUNAM y Los Verdes. Debería saber que las mentirosamente llamadas “energías sostenibles” (solar, eólica y otras similares) no se sostienen solas, pues necesitan el soporte técnico de centrales convencionales; son carísimas
por KWh –por lo que deben operar con costosos e inequitativos subsidios-, y que son totalmente inútiles (por sus insalvables limitaciones técnicas) para operar como centrales de base de ningún sistema eléctrico. Y por cierto, el rol de “energías limpias” es una mentira atroz, pues tienen efectos ambientales muy negativos, cuidadosamente ocultos por los traficantes de esos artefactos, por los ecoterroristas que las promueven… y por las petroleras que están asociadas al negocio, dado que necesitan el respaldo de centrales convencionales. Además de resultar un fiasco en Alemania (que para suplirlo debe importar gas y carbón en
cantidades siderales), otro tanto sucede en España, lo cual el osado monseñor opinante debería saber, pues es su país de origen.
2 – Afirmar que con la planta química y la muy segura central nuclear CAREM (orgullo de la tecnología argentina) se “hipotecaría la vida y la salud de las generaciones futuras”, es un disparate atroz, que demuestra la vergonzosa adhesión del obispo, a las sistemáticas mentiras del ecologismo cavernario, cuya letra es dictada desde Gran Bretaña, imperio que pretende por todos los medios, frenar el desarrollo socio económico argentino, y por eso ataca con tanta saña y persistente malicia, al Plan Nuclear Argentino, que es uno de los pilares tecnológicos en los que descolla mundialmente nuestro país.
3 – Expresar que “no hubo información clara, transparente y oportuna”, suena a vulgar macaneo mayúsculo, no solo por la distorsionada actitud evidenciada por el verborrágico y tergiversado accionar del retrógrado monseñor, sino porque es evidente y demostrable que hubo y hay constantes acciones de difusión técnica, la cual es contrarrestada por argumentaciones meramente emotivas, tal como es usual en el accionar ecoterrorista; al cual resulta tan funcional de muy discutible monseñor.
4 – Afirmar que el proyecto “genera temor, confusión, confrontación y división”, suena a burda hipocresía, siendo que el propio accionar desatinado (y/o culposo) del controversial monseñor, ha sido causa mayúscula de exacerbar esos temores, confusiones, etc.; los cuales amañada y malintencionadamente fueron instalados por conocidos personeros del ecoterrorismo, que operan de hecho como mercenarios al servicio de Gran Bretaña y las potencias del G 7, a las cuales molesta el grado de desarrollo tecnológico alcanzado por nuestro país, y que están empecinados en volvernos a una economía pastoril, en complicidad con los conocidos sectores retrógrados y antinacionales que operan desde adentro. ¡Deje
las chicanas de tan baja estofa, monseñor!
5 – Infantil y deplorable es el burdo argumento, que pretexta impedir este par de inversiones de significativa importancia, “porque resta terminar el edificio de la legislatura y el ramal ferroviario”. ¿Tan mediocre pensamiento como para reducirnos a “hacer una cosa u otra” –argumento de país bananero-,en vez de entender que los países que apuestan a su desarrollo “hacen una cosa y varias más”, a la vez y sin perder tiempo? ¿Acaso el monseñor no sabe que las inversiones del Plan Nuclear Argentino cuentan con financiación propia, que sale de un presupuesto diferente a los utilizados para las obras que tan burdamente esgrime como “palos en la rueda” para frenar el necesario desarrollo de Formosa?
Por último, queda en evidencia la encubierta intromisión política del prelado, que hace causa común con politiqueros oportunistas, que no vacilaron en promover en Paraguay, escándalos montados en falsas argumentaciones del ecoterrorismo mercenario, incurriendo en acciones que bien cabe calificar como deleznables actos de traición a Nuestra Patria; fomentando rencillas y divisiones en naciones que deben trabajar hermanadas para fortalecer el Mercosur, la Unasur y la Celac.
Deplorable el accionar del español obispo de Formosa y de quienes por desconocimiento, sumisión forzosa o complicidad; en los hechos están accionando para impedir el desarrollo, limitar las fuentes de trabajo, fomentar estériles discusiones sobre argumentos mendaces, y hacen causa común con la neoreligión pagana que es el ecologismo fundamentalista.

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