“Mi hijo tuvo tres paros, el médico me dijo que fue fulminante. Yo acuso a las dueñas de la empresa que por economizar dinero les entregaban ese polvo, y ellos lo tenían que preparar. Ricardo entró en un bañito de dos por dos para prepararlo y aspiró eso. En pocas horas lo mató. Nadie siquiera estuvo demorado. El juez me dijo que era un delito excarcelable, y me reí y le dije que si yo mato una gallina voy preso, pero acá no pasa nada”.
Caballero realizaba tareas de limpieza de un geriátrico de Villa Lanús, fue internado el viernes 17 de mayo de 2008 y a las pocas horas falleció. Mientras que Andrea Pérez, mamá de tres menores, que realizaba tareas en el hospital Madariaga fue hospitalizada el mismo día, y después de una semana de estar internada también dejó de existir. Esa semana que ocurrió el hecho otros cuatro empleados tuvieron que ser internados al presentar dolencias y síntomas similares.
De acuerdo a los testimonios de los propios empleados en ese momento, los trabajadores manipulaban productos químicos sin las medidas de seguridad necesarias, y preparaban un “polvo blanco”, que reemplazaba a la lavandina líquida que habitualmente usaban.
Todos los afectados presentaban los mismos síntomas, dolor de cabeza, mucha sed y un fuerte dolor abdominal. Finalmente, el médico determinó que las muertes se produjeron por intoxicación por cloro.
Ricardo era el único hijo de Oscar. “Era un chico trabajador. En pocas horas lo perdí. Acá las únicas responsables son María Felicitas Aquino y Mariela Alejandra Báez, madre e hija, responsables de SIP”, reiteró.
Lo último que se sabe del expediente es que el junio salió de la Cámara de Apelaciones, adonde había ido a parar por un incidente planteado. “Ahora está en la Fiscalía. Esto se vuelve eterno. Nosotros a esta altura necesitamos la fecha y la hora del juicio, nada más”, sentenció.