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Brasilia se viste de celeste y blanco

Los hinchas argentinos llegan al estadio Mané Garrincha, donde desde las 13 el equipo dirigido por Alejandro Sabella enfrentará a Bélgica por los cuartos de final de la Copa del Mundo Brasil 2014. La selección ya se encuentra en el estadio.

La peregrinación al estadio Nacional, inaugurado en 1974 y remodelado en 2010 para el Mundial, con capacidad para 69.349 espectadores, comenzó cerca de las 9 y alrededor de las 10 se abrieron las puertas de los diferentes accesos.

 

Justamente, a esa hora se escuchó la prueba de sonido del himno nacional argentino y se produjo la primera explosión dd la jornada de los hinchas.

 

Fue sólo la primera en una jornada en la que los argentinos esperan con ilusión el acceso a las semifinales de una Copa del Mundo, algo que no ocurre hace 24 años.

 

Los hinchas argentinos desde muy temprano invaden las calles con las camisetas del seleccionado nacional e instalaron el clima mundialista que le es ajeno a Brasilia, la capital política brasileña, a horas del partido entre Argentina y Bélgica, por los cuartos de final de la Copa del Mundo 2014, en el estadio Nacional.

 

Muchos amanecieron y desayunaron en sus hoteles, repartidos a lo largo y ancho de la ciudad; y otros lo hicieron en el Parque de Exposiciones de la Granja do Torto, un sector de la quinta presidencial brasileña que el gobierno local le cedió a la Embajada Argentina para los hinchas con menos recursos económicos.

 

Un tercer grupo, el de mayor poder adquisitivo, llegó directamente desde el Aeropuerto Presidente Juscelino Kubitschek, de los distintos vuelos provenientes de Buenos Aires, Río de Janeiro, San Pablo y Belo Horizonte.

 

Así, Brasilia, la capital política de Brasil desde 1960, empezó a teñirse de celeste y blanco, los colores patrios argentinos.

 

Poco a poco la escenografía típica de la ciudad, los distintos ministerios de los diversos organismos gubernamentales construídos por el famoso arquitecto Oscar Niemeyer, comenzaron a mutar hasta el punto de convertirse en un barrio tradicional argentino como Núñez, La Boca, Avellaneda, El Bajo Flores, por citar algunos casos.

 

Hinchas embanderados, rostros pintados y muchísimas camisetas argentinas le pusieron color a la fresca mañana en la capital brasileña.

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