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Festividades de Pedro y Pablo en la reflexión de Monseñor Martorell

El Obispo de Puerto Iguazú explica que estos son los hombres que mientras estuvieron en la Tierra plantaron la Iglesia con su sangre, bebieron del Cáliz del Señor, y llegaron a ser los “amigos del Señor”. La Iglesia los aúna en una misma celebración única, en un mismo día, siendo que su carisma Apostólico no es el mismo.



Pedro es el Apóstol que es convertido en Piedra de la Iglesia, Vicario de Cristo en la Tierra y Pablo es el Apóstol de los Gentiles. Es que uno y otro carisma se complementan. Es en la tierra bendita del Señor donde habitan lo gentiles que deben ser convertidos. Judíos y gentiles serán los destinatarios de un mismo “anuncio”: Jesucristo es el Señor que murió y resucitó por nosotros”, mensaje que da forma a la persona y a la misión de los Apóstoles. Sin esta verdad a transmitir sería inútil la figura y la persona de los Apóstoles.

Hoy las lecturas nos presentan a Pedro y a Pablo entre cadenas atestiguando que sólo es discípulo de Cristo el que sabe afrontar por El, las persecuciones y tribulaciones de produce la predicación y vivencia del Evangelio.

El Señor permite las persecuciones y tribulaciones, pero no abandona al que por El sufre. El mismo Pablo nos dice “El Señor me dio fuerzas….El seguirá liberándome de todo mal, me salvará y me llevará a su Reino del Cielo (ib.17, 18).

Podemos decir que Pedro y Pablo se enamoraron de Cristo y sus Palabras los sedujeron. Pablo dirá: “he combatido bien mi .combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe, ahora me aguarda la corona merecida (Ib.6-8). Por voluntad del Señor, Pedro es su Vicario: “Y Yo te digo que tú eres Pedro y que sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia, el poder de la muerte no la vencerá, y te daré las llaves de Reino de los Cielos, y lo que ates en la tierra será atado en los Cielos y lo que desates en la tierra será desatado en los cielos” (Mt-16,18-19). Los Hechos de los Apóstoles resaltan “que mientras Pedro estaba en prisión la Iglesia no cesaba de orar por Él”. 

Comulgar con Cristo, es estar en comunión con el Papa, su Vicario en la tierra. La oración por el Papa, la roca que sustentó la Iglesia, se hace una prioridad en la Iglesia, para que Él anime, guíe y conduzca a la Iglesia. Nuestro afecto filial por él debe manifestarse constantemente y de forma pública. El acatamiento a sus enseñanzas, sin olvidarnos que “vivir en comunión con él es vivir en comunión con Cristo”. Estar en comunión con Cristo es estar en comunión con el Hijo de Dios, muerto y resucitado por nosotros. Hoy todavía hay algunos que niegan la historicidad de Jesús, que dicen que es sólo un profeta, un iluminado, un mito y tantas cosas más.

No olvidemos nunca la respuesta de Pedro a la pregunta de Jesús, “¿quien dice la gente que soy yo?” “Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” y ante esta respuesta exacta el Señor le respondió: “feliz eres Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo reveló la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el Cielo” (Mt.16,17). 

Hoy elevamos nuestras súplicas para que el Espíritu Santo preserve nuestra fe, por la conversión de los que todavía no creen en Cristo o han deformado su fe, y en especial por el Santo Padre Francisco para que el Señor lo sostenga en su peregrinar por el mundo. Sigamos sus enseñanzas y expresemos nuestro filial amor por el Papa.

Que María siempre Virgen acompañe y sostenga al Santo Padre y nos ayude a no separarnos de sus enseñanzas 

 

Marcelo Raúl Martorell                     Obispo de Puerto Iguazú

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