A días de un nuevo aniversario de la muerte de Lucas Vega, su padre admite: “No puedo entender a la Justicia”

El joven de 18 años fue ultimado por un chico de 15 el 12 de junio de 2011. El homicida apenas estuvo detenido dos meses y medio. Ahora se supo que abandonó la provincia junto a su familia para radicarse en Chaco.


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Lucas Vega tenía 18 años cuando lo mataron de un balazo en Posadas. Fue el 12 de junio de 2011. Fue uno de los tantos casos que conmovieron a la sociedad misionera, por cómo se dieron los hechos y por quién había sido el autor: un adolescente de 15 años hijo de un integrante de la Policía Federal, quien entregó al chico. El homicida estuvo detenido dos meses y medio y luego lo liberaron, por tratarse de un menor de edad. Daniel, el papá de Lucas, llegó a entrevistarse con el chico y hasta lo perdonó. Sin embargo, quedó con una sensación de injusticia por su rápida liberación. Así se lo contó a Misiones Online en una entrevista.
El pastor Daniel habla pausado, midiendo cada una de sus palabras. Admitió que la muerte de su hijo marcó un antes y un después en la familia. “Cuando pasan estas cosas uno siente que no era el momento en que ese ser querido tenía que partir. En el caso de Lucas, nosotros pensábamos en que iba a estudiar, a casarse, a conformar una familia. Todos esos proyectos quedaron truncos”, afirma con la tranquilidad de siempre, aunque dolido.
“Sabemos que el joven que lo mató y su familia se mudaron al Chaco. Que allí el chico empezó a asistir a una iglesia y que se inclinó por la música. Hasta ahí le seguimos el rastro. Uno trata de comprender, pero en mi caso no puedo entender a la Justicia. Cuando ocurren hechos como el que nos tocó, se dicen muchas cosas, se hablan de cambios. Pero después no pasa nada. Hoy, casi tres años después, no se modificó absolutamente nada”, consideró.
Daniel, aunque su prudencia le impide no decirlo abiertamente, no está conforme con la rápida liberación del homicida. Hubiera preferido algún tratamiento, algo disciplinador para recuperar a un jovencito que porque sí había decidido matar a otro. Pero como la Justicia de los hombres no suele convencer, cree que la de Dios sí será justa. Además, contó que como siempre lo ha hecho, la fe lo ha ayudado a transitar estos años. “Él es el que me da fuerzas. Hay que aplicar los preceptos que nos enseñó. Me aferró a la fe”, repite.
Cuando se le consulta cómo ha hecho la familia para transitar estos años, contó una historia: “Cuentan que al Rey David se le enfermó un hijo. Con el correr de los días, el chico fue empeorando cada vez más. El soberano oró, ayunó y pidió de todas formas posibles para que se recuperara. Pero el milagro no sucedió y su hijo murió. Entonces David se dio un baño, se cambió de ropa y pidió distintos manjares y los más exquisitos vinos. Comió, tomó y retomó sus actividades. Cuando le preguntaron por qué de repente tomó esa actitud, dijo: ‘Mi hijo partió y ya no hay nada que pueda hacer por él. Sí tengo que hacer el mejor camino posible para que cuando parta vaya a su encuentro”.
Daniel cuenta que tuvo que levantarse y seguir. “Con mi esposa y mis tres hijas vivimos en el mismo barrio y no modificamos nuestras actividades. Estamos en contacto con personas a los que les ha pasado lo mismo. Hace un tiempo, nos reunimos con una familia de Eldorado que había perdido un hijo de 15 años. Oramos, charlamos, intercambiamos experiencias”, añade.
A instancias del pastor, se abrió en Garupá, cerca del límite con Posadas, la residencia socioeducativa Lucas. Allí contienen a adolescentes que atraviesan situaciones conflictivas. Los jovencitos están allí de manera transitoria. Actualmente hay 5, pero llegó a contener hasta 12 residentes. Algunos están tres meses, otros seis.
Daniel suele visitar a los chicos, habla con ellos, les cuenta historias. Cree que hay que recuperarlos y que el esfuerzo en ese sentido tiene que ser mayor.

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Lucas caminaba con una amiga el 12 de junio de 2011, por la madrugada, cuando lo interceptaron dos adolescentes. Fue en López Torres y Mariano Moreno. El dúo le exigió dinero en efectivo y el celular. Lucas no tenía ni plata ni celular. Entonces, uno de los ladrones le disparó en el rostro con la pistola que cargaba. El proyectil ingresó a la altura del pómulo izquierdo y le provocó la muerte.

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