Los argentinos que se adelantaron a la multitud y ya están en Brasil

Muchos compatriotas ya llegaron a Río; aprovechan para hacer turismo o buscar trabajo, y hasta duermen en la playa. Dicen que la mejor defensa es el ataque. Y tal vez por eso, ante la percepción de la debilidad defensiva de la selección argentina, ya varios compatriotas han llegado a Río de Janeiro para brindarle todo su apoyo por adelantado al equipo albiceleste durante el Mundial.

«Tenemos una delantera muy buena, pero la defensa la veo floja; nos agarra un Iniesta o un Neymar y no sé qué puede pasar. Igual, tengo esperanzas de que logremos llegar a la final. Hay que hacerle el aguante al equipo y para eso acá estamos», dijo a LA NACION Hernán Ifran (28 años), oriundo de Monte Grande, provincia de Buenos Aires, desde donde se vino en su camioneta Kangoo.

Fanático de la pesca, paró en varios ríos y lagunas en el recorrido de casi 3000 km, y en el viaje conoció a un par de artesanos argentinos a los que trajo hasta la Cidade Maravilhosa.

Por estos días, vestido con su camiseta de la selección con el nombre de Riquelme en la espalda, Ifran ya hace patria en la playa de Copacabana, donde trabaja en un quiosco. Ex empleado del aeropuerto de Ezeiza, ya había venido a Brasil a fines de 2013; estuvo cuatro meses trabajando en Buzios y fue entonces que tomó la decisión de volver durante la Copa para alentar a la selección.

«La próxima semana ya vienen otros tres amigos de Capital. Tenemos entradas para el partido de la Argentina contra Bosnia, en el Maracaná, y para el de la Argentina contra Irán, en Belo Horizonte. Pero vamos a tratar de conseguir más a medida que el equipo avance», contó el joven.

Andando por la rambla en sus bicicletas naranjas alquiladas, casi mezclándose con los cariocas, los mendocinos Yael Crespo (27) y Walter Pasqualotto (28) igual se distinguían por la camiseta argentina que él llevaba atada como turbante en la cabeza. También trajeron una gran cinta-bandera argentina que ya colgaron de la ventana del departamento que alquilaron en Copacabana.

Vinimos antes porque queríamos hacer un poco de turismo y porque los pasajes eran más baratos. Nos quedaremos hasta el día 17, después del primer partido de la Argentina
«Vinimos antes porque queríamos hacer un poco de turismo y porque los pasajes eran más baratos. Nos quedaremos hasta el día 17, después del primer partido de la Argentina, acá, en Río, el 15», señaló Crespo, licenciada en recursos humanos.

La pareja estaba un poco sorprendida por la falta de decoraciones mundialistas en la ciudad, aunque en los últimos días han comenzado a surgir tímidamente, con cada vez más taxis que ondean pequeñas banderas brasileñas desde las ventanillas.

«Es mi primer Mundial, y la verdad es que me esperaba algo mucho más agitado a una semana del partido inaugural, sobre todo por ser Brasil. Pero la gente está muy molesta con los gastos y la falta de inversión en salud, educación y transporte, que generaron tantas protestas», apuntó Pasqualotto, comerciante, para quien en este campeonato habrá sólo un crack: Lionel Messi.

Al escuchar el acento argentino, varios de los vendedores ambulantes que deambulaban por la rambla de Copacabana se acercaban a ofrecer camisetas de Messi, por 40 reales, y portalatitas térmicas para cervezas con los colores argentinos, por 12 reales. Había también de la mayoría de los 32 países que disputarán este Mundial, como Portugal, España, Colombia, Italia, Estados Unidos, México, Japón, Alemania, y obviamente Brasil.

Por todo el legendario «calçadão» de Copacabana, Ipanema y Leblon ya está repleto de vendedores de productos mundialistas y suvenires. También ya empezaron a aparecer los voluntarios de asistencia al turista, vestidos de remeras verde fluo con la leyenda «Posso ajudar?May I help you?» y unos grandes globos azules atados a sus espaldas y la letra «I» de información.

En nada parecían poder ayudar al estudiante de arquitectura sanjuanino Marcelo Bravo (20), quien llegó a Río cinco días atrás junto a su amigo Franco Álvarez (23), y estaban buscando un empleo para mantenerse durante la Copa. Para ahorrar dinero, mientras tanto duermen en una carpa que montan en la playa.

«Está todo muy caro y no encontramos laburo todavía. Queremos ahorrar guita para ver si conseguimos comprar entradas para alguno de los partidos, pero está jodido», reconoció Bravo.

En la misma difícil misión andaban el correntino Matías Jacobo (28), de Curuzú Cuatiá, y sus amigos bonaerenses Walter Behotats (24), y Andrés Etcheverría (28), ambos de Miramar, llegados la noche anterior. Están parando en hostels en la favela de Vidigal, y confían en que encontrarán empleo en algún hotel, bar o restaurante para quedarse todo el Mundial acá.

«Los tres tenemos experiencia como cocinero, barman y en hotelería. Calculo que la ciudad se llenará de argentinos y seguro van a querer empleados que hablen bien español. Y yo estoy seguro de que la Argentina va a salir campeona; ¡vinimos a dar la vuelta olímpica con los muchachos de Sabella! Eso sí, hay que mejorar esa defensa», cerró Behotats.

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