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El proyecto más ambicioso para recuperar animales silvestres está en el arroyo Urugua-í

Se llama Isla Palacio. Allí tienen previsto liberar a todos los ejemplares del centro de recuperación y recría GüiraOga que estén en condiciones de volver a su hábitat natural. El especialista Jorge Anfuso detalla cómo se trabaja en el lugar.

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El proyecto Isla Palacio es uno de los más ambiciosos que encaran los defensores de la fauna nativa. Busca la reintroducción de ejemplares que por alguna razón terminaron en cautiverio y que tienen posibilidades de volver a su hábitat natural. Se trata de un paisaje protegido provincial de 160 hectáreas ubicado en la cuenca del arroyo Urugua-í, donde un grupo de especialistas trabaja día a día. Uno de ellos es Jorge Anfuso, fundador y director del Centro de Rescate, Rehabilitación y Recría GüiraOga, que funciona desde 1997.
“Cuando hablamos de animales ‘potencialmente aptos para ser liberados’ nos referimos a aquellos que han pasado mucho tiempo en cautiverio ya sea por sus lesiones u otras circunstancias. Si bien muchos de estos animales ya han vivido en la naturaleza, las costumbres adquiridas en el largo cautiverio podrían ser negativas.
Facilidad de comida, refugio protegido, ambiente seguro, son algunas de las causas por lo cual muchos animales podrían fracasar en una nueva oportunidad de vivir en la naturaleza. Es por ello que con una reintroducción controlada y monitoreada podremos certificar si ello es posible. De lo contrario y si se los libera sin monitoreos y estudios de sus movimientos posteriores a la liberación, estaríamos condenando a muerte a muchos animales que quizás no se adapten nunca mas a la vida silvestre.
También, la liberación de animales siempre debe quedar sujeta a una rigurosa evaluación de su estado sanitario y origen. En nuestro caso este último punto se ve favorecido ya que solo trabajamos con animales de la región y cuyo origen es bien conocido. Además cada animal que ingresa y que debe permanecer un largo período en cautiverio queda sujeto a estudios para evaluar su estado sanitario. Ello nos permite conocer el estado general del mismo al momento del arribo al centro y los estudios sanitarios pre-liberación para comprobar variables adquiridas o no en cautiverio”, detalla el informe elaborado por Anfuso y Silvia Elsegood sobre los relevamientos realizados en la Isla, desde 1998 y 2011.
“La rehabilitación comienza luego de la ‘recuperación’ es decir a partir del momento en que el animal ha sido dado de alta por el veterinario y superado todos los problemas que lo derivaron al centro. No todos los animales utilizan la misma metodología de rehabilitación. Es por ello que debemos evaluar caso por caso dependiendo del origen del animal que en nuestro caso puede ser. Entregados voluntariamente por vecinos (mascotas), heridos por caza furtivo, decomisado por guardaparques, atropellados en las rutas, criados por nosotros en cautiverio, nacidos en cautiverio”, añade.

Muchos no pueden volver
Anfuso, en una comunicación con Misiones Online, precisó que más del 95% de los ejemplares que cuidan y curan en GüiraOga tienen problemas para volver a su ambiente natural, que no es una tarea sencilla. “Tienen que volver a cazar, a valerse por sus propios medios y sabemos que los que estuvieron mucho tiempo en cautiverio o que vivieron en esa condición toda su vida, jamás volverán a ser libres”, indicó.
Añadió que en el refugio que funciona en Puerto Iguazú reciben animales entregados por vecinos, que han sido “humanizados”. Precisó que salvo monos caí o coatíes, que pueden ser reintroducidos en su hábitat, las demás especies difícilmente regresan a vivir en estado natural.
“Los animales heridos por caza furtiva no tienen mayores dificultades y aunque hayan pasado mucho tiempo en cautiverio, generalmente se adaptan rápidamente a la vida silvestre”, añade el informe.
Anfuso señaló que también reciben animales decomisados, por ejemplo de la Gendarmería Nacional. Y puso especial énfasis en aquellos que son atropellados: “Tampoco requieren gran trabajo de adaptación y luego de un período de rehabilitación se encuentran aptos para regresar a su ambiente”.
GüiraOga tiene un móvil propio para el rescate de animales atropellados, una “ambulancia” equipada que recorre un perímetro determinado de la ruta 12 para buscar a los ejemplares heridos. “Se trata de un vehículo único en su especie, y se implementó porque pasó muchas veces que en su afán de ayudar personas que movieron a una especie embestida la terminaron lastimando peor”, precisa Anfuso.

Espacio para felinos pequeños
El fundador del refugio, donde trabajan 25 personas, indicó que hace relativamente poco tiempo inauguraron un nuevo espacio para gatos pequeños y medianos. Allí los visitantes pueden ver a estos felinos de la selva misionera, como los ocelotes o los yaguarundis. El espacio ya se encuentra lleno: cuenta con ocho ejemplares.
“Es complicado que todos puedan ser liberados, porque están muy humanizados. Sin embargo, como fueron colocados en parejas, tenemos esperanzas de que se reproduzcan y que sus hijos sí tengan la posibilidad de regresar a su ambiente natural”, se ilusiona Anfuso.

Gato Margay
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La muestra de lo que podía hacerse en la Isla Palacio fue el llamado “Proyecto Margay”, relacionado con la liberación controlada de un gato de esa especie.
El informe de Anfuso y Silvia Elsegood detalla la experiencia: “El gato Margay (Leopardus Margay) llega al predio de Güirá-oga (Centro de Recuperación y Recría de
Aves Amenazadas de la Selva Paranaense) decomisado a los aborígenes en Iguazú, con 60 días de vida. (12-01- 2001). Se acondicionó un recinto totalmente aislado de 3.00 mts x 3.00 mts., colocándose espejos en distintos sectores, (para evitar que se imprima o humanice), y se adaptó un Trail Master cedido por la Administración de Parques Nacionales para monitorear sus desplazamientos nocturnos y diurnos. Se montaron dos cámaras de video color con sonido (las que se utilizan para control y vigilancia). Se colocó un tubo hacia el recinto para ingresar la comida y evitar el contacto con cuidadores y otras personas. La alimentación se basó en codornices y ratones (vivos) exclusivamente. Poco a poco y a medida que crecía fueron utilizadas técnicas de cetrería (el arte de volar halcones) y a través de reflejo condicionado (silbato y señuelo) comenzó el entrenamiento.
Posteriormente se lo fue retirando del recinto y entrenado al aire libre. Allí aprendió a trepar, desplazarse por los árboles y hasta cambiar de árbol sin bajar al piso. Con el señuelo, pelota confeccionada con plumas de codorniz y del tamaño de estas, donde en su interior había un trozo de carne, comenzó a aprender a trabar a las presas y en poco tiempo se transformó en un experto cazador ya que comenzamos a liberarle codornices y ratones. Todas estas alternativas se realizaban fuera del recinto y en la selva de GüiraOga, de esta manera, el gato llegó a convertirse en una gran gato macho de 3 Kilos de peso. Debido al manejo utilizado en el entrenamiento, se decidió intentar una liberación monitoreada a través de telemetría, y solo en la provincia de Misiones existe un lugar para poder realizar dicha experiencia, la Isla Palacio. Ella nos permite con escaso equipamiento un fácil monitoreo con la certeza de que el Margay no sobrepase los límites de la misma. El Ministerio de Ecología y Recursos Naturales Renovables autorizó el trabajo y el 21 de enero del 2003 el gato fue llevado a la isla”. El ejemplar fue monitoreado con el uso de un radiocollar. Es el sistema conocido como telemetría.
En la isla Palacio se han hallado evidencias del paso de tapires y yaguaretés. El acceso está vedado al público, solo pueden entrar los especialistas.

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