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River y Boca quedaron a mano en la vuelta de Bianchi y Ramón al Clásico

Manuel Lanzini anotó el 1-0 para la visita a los 45 segundos tras una error defensivo de Guillermo Burdisso. Boca igualó a los 38 de la primera àrte en los pies de Santiago Silva. En el complemento licharon más de lo que jugaron y el superclásico terminó  igualado.

 

Más de 55 mil espectadores presenciaron un espectáculo que tuvo colorido en las tribunas, aunque el famoso ‘folklore’ del fútbol también quedó en deuda, porque los hinchas locales lanzaron bengalas en pleno encuentro que obligaron a que el árbitro Germán Delfino, debutante en este tipo de cotejos, interrumpiera el desarrollo por seis minutos.

River, que llegó a las 22 unidades y está en la tercera posición de la tabla, a 4 del líder Lanús, se puso en ventaja, cuando el partido todavía no era partido. A los 45 segundos, en el tanto más rápido de la historia del clásico, Manuel Lanzini se elevó y metió un frentazo que dejó sin asunto a Agustín Orión, para situar en ganancia a los dirigidos por Ramón Díaz.

Y Boca, que hoy estableció una marca de ineficacia en certámenes locales y llegó a los 11 partidos sin triunfos en el presente campeonato (7 empates, 4 derrotas), logró la paridad cuando peor la pasaba, luego de que Walter Erviti se inspirara y armara una buena jugada por derecha y cediera al uruguayo Santiago Silva, que definió colocando la pelota lejos del alcance de Marcelo Barovero.

El partido, de tono menor y con mucha fricción, tuvo un jugador expulsado, ya que el zaguero local, Guillermo Burdisso, vio la tarjeta roja por una expulsión al uruguayo Rodrigo Mora.

River insinuó superioridad desde el arranque y antes del minuto ya estaba arriba en la pizarra, luego de un buen centro del uruguayo Carlos Sánchez que conectó Lanzini.

La sensación, a partir de esa conquista, fue simple: Boca estaba partido en la cancha, era un conjunto ‘demasiado largo’ y se exponía a las réplicas rivales. Pero lo cierto es que el equipo del ‘Pelado’ Díaz no asestó ninguna ‘puñalada mortal’ y le dio vida al xeneize.

De hecho, el propio Sánchez se perdió un gol increíble a los 34m., cuando recibió solo de Juan Manuel Iturbe, desde la izquierda, y definió con una sutileza por encima del cuerpo de Orión, saliendo la pelota muy cerca del poste izquierdo.

En la primera jugada más o menos hilvanada, Boca logró la igualdad: Erviti maniobró por derecha, se sacó de encima la marca y cedió al medio para la entrada de Silva, que se anticipó a Mercado y puso la pelota, junto a un palo. 1-1, partido nivelado.

En la segunda mitad, los dos equipos expusieron sus miserias futbolísticas, evidenciaron sus respectivos ‘miedos a perder’ y así se configuró un espectáculo que estuvo muy cerca del grotesco.

Inclusive, desde las tribunas también se aportó «más circo», con el lanzamiento de bengalas desde la cabecera local (30m.), que obligó a que el juez Delfino, de opaca tarea, suspendiera parcialmente el cotejo por seis minutos.

En ese contexto, o mejor dicho, entre suspensión y suspensión, y cuando el humo ya ganaba la escena de la Bombonera, el ingresado Gonzalo Escalante tuvo la única chance clara de gol en todo el segundo período, cuando a los 50m., remató, tras una jugada de pelota detenida, y obligó a una buena intervención de Barovero.

Matías Caruzzo, con solvencia en el fondo auriazul, y lo apuntado de Erviti, antes de que se retire lesionado, por el lado del local. El juvenil colombiano Eder Alvarez Balanta, con una firmeza que a los 18 años asombra. Los únicos argumentos o motivos para el aplauso en un superclásico desteñido, con mucha ‘pirotecnia’, pero que evidencia el discreto presente de uno y otro, más allá de lo que indica la tabla de posiciones.

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