El Geriátrico de Miguel Lanús cumple mañana 31 años de vida, aquí algunas historias

Cerca de 70 internos dan vida al sitio donde muchos optan por pasar la última etapa de su vida. Historias de compañerismo, amistad, respeto y un servicio social que contiene a los adultos mayores desde hace más de tres décadas en la capital provincial. Diversas actividades como talleres de carpintería, música y jardinería se mezclan entre la rutina cotidiana, la misa y alguna que otra visita que siempre es bienvenida. Hoy habrá distintas celebraciones que incluirán un acto formal, el tradicional almuerzo comunitario, la presentación de “La banda de los abuelitos”.


Delia Aprestegui, José Antonio Torres , Juana Gómez , Teresa Escromeda y Mario Bruno.

Guillermo Bempol, alias Willy.

Nora Camargo, quien trabaja desde hace 30 años en el lugar, contó que muchos abuelos llegan por alguna cuestión de salud y luego deciden quedarse a vivir ya que en el sitio hallan, además de la atención médica, un espacio donde se sienten contenidos. Otros en cambio acceden al Geriátrico porque están solos y no quieren ser una carga para los hijos que no pueden atenderlos como necesitan por cuestiones laborales.

 

“Vine a probar, me hallé y me quedé”

Delia Aprestegui, hace dos años que reside en el Geriátrico, sufre de diabetes y la razón por la que está ahí es que todos sus hijos trabajan y no pueden atenderla como necesita. “Es lindo porque hay amigos para conversar, talleres de manualidades distintas clases que nos entretienen. Yo estoy muy contenta, vine un día a ver si me hallaba y me quedé”.

 

José Antonio Torres tiene 69 años, sufre de asma y pese a que no estaba convencido de la idea, hoy se siente a gusto en el Geriátrico. Con mucho para contar lo más destacado de su mensaje fue para los jóvenes. “Mi mamá me decía que hay que estudiar en la vida para ser alguien y yo era un viva la pepa. Ahora me doy cuenta pero ya es tarde, y por eso les digo a los chicos que estudien no como yo que sólo terminé sexto grado”.

 

Juana Gómez no recuerda cuantos años tiene pero dijo ser nacida en 1923. Con sus 90 años, hace 30 años que está en el geruátrico y le gusta vivir allí porque se siente muy tranquila y todos son sus amigos “Poca junta tengo. Primero no se conversar y no se contar, pero tengo mi comodidad  y mis amistades. Nunca tuve una amistad mala” afirmó.

 

Cincuenta años de servicio a los enfermos

 

Teresa Escromeda, reside en la unidad desde hace tres años. Cincuenta años de su vida prestó servicios como enfermera en el Hospital Madariaga. Recordó entre tantas anécdotas a su colega Blanca Cherey, vecina reconocida de Villa Urquiza quien en vida se donó su casa para convertirla hoy Hogar de Tránsito Madre Teresa de Calcuta, donde pasan la noche los familiares de los pacientes internados en el Madariaga.  

 

Mario Bruno, también hace tres años está en las instalaciones de Miguel Lanús y tras sufrir un ACV en paraguay, mediante intervención del Cónsul Argentino, pudo volver a su país. “Yo no quería estar en un país extranjero y decía si me tengo que morir que sea en mi tierra”, añadió y agregó “acá todos somos amigos,  todos compartimos, hay talleres de carpintería, jardinería, de acuerdo a la capacidad de cada uno”.

 

“Sigo vivo porque estoy acá”

 

Willy se ríe mientras pasea por los corredores. Federico Guillermo Bempol, es insuficiente cardíaco y su señora lo trajo hasta el Geriátrico. “Soy insuficiente cardíaco me falta aire y por eso estoy internado y porque estoy internado y vino todavía. Acá no se come sal y los médicos dicen que es veneno”, dijo y tras reconocer “dejar el veneno le costó mucho” se mostró feliz de la vida y orgulloso de ser parte de la escuela de adultos Nº 65 que funciona en esas dependencias. 

 

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