Reflexión dominical de monseñor Marcelo Martortell obispo de Puerto Iguazú

Marcelo Martorell, Obispo de Iguazú hoy dice que está dedicado al Buen Pastor expresa el amor universal de Cristo por todos, así como el pastor ama a sus ovejas. El pastor las guarda celosamente y es para ellas fuente de vida y de salvación: “yo les doy la vida eterna y no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mis manos” (Jn.10, 28). Privilegio enorme que exige a los hombres oír su voz y seguirlo. 

Oye la voz de Jesús quien acepta el Evangelio y descubre su verdadero significado. Oye la voz de Jesús quien escucha la voz de la Iglesia –del Papa, de los Obispos, de sus superiores- y obedece. Oye la voz de Jesús quien atiende la voz de su conciencia y de las inspiraciones internas. Es decir que cuando el hombre escucha todas estas voces y las traduce con sinceridad y fidelidad en su vida, sigue verdaderamente al Señor.

El pertenecer al rebaño del Señor no es un privilegio de pocos, sino un don que se ofrece a todos los que quieran aceptarlo. El Buen Pastor -Cristo- que ha dado su vida por todos, no excluye a nadie. Es el hombre quien se excluye a sí mismo cuando no acepta el mensaje de la salvación. Quien no escucha la voz de Jesús se juzga indigno de tal mensaje y por lo tanto de la vida eterna que trae el Señor. En estos casos los creyentes deben tender las manos a sus hermanos incrédulos, reacios o fugitivos de Dios, e invitarlos a entrar en el redil del Buen Pastor porque el redil del Señor es un espacio abierto a todos los que quieran entrar en éste. Su puerta es ancha e invitadora, como lo es Cristo, quien ha querido llamarse “la puerta de las ovejas” (Jn.10, 7). Quien acepta pasar por esta puerta será siempre bien recibido y encontrará la salvación. Esta es también la actitud de la Iglesia que expresa su carácter universal: sus puertas están abiertas a todos los hombres de buena voluntad y esta es la base de su fecundidad. Si bien este llamado de Jesús a escuchar su voz y seguirlo es para todos, de un modo especial resuenan estas palabras del Buen Pastor en este domingo en que la Iglesia reza por las vocaciones sacerdotales y religiosas. Ojalá el Señor nos bendiga con nuevas y generosas vocaciones. Oremos para que de nuestras familias sigan saliendo jóvenes que estén dispuestos a seguir a Jesús con una respuesta de entrega total de sus vidas por el Evangelio.

La segunda lectura nos muestra la universalidad y la fecundidad de la Iglesia: “una muchedumbre grande que nadie podía contar, de toda nación, tribu o pueblo y lengua” (Ap.7, 9) rinde culto día y noche a Dios en el cielo. En esta visión de San Juan aparece Jesús bajo la figura del “Cordero-Pastor” que con su sangre ha lavado y emblanquecido las vestiduras de sus elegidos. Entonces “los que vinieron de la gran tribulación” es decir, de los trabajos por conservar y defender la fe en medio de los sufrimientos de la vida terrena, ya no sufrirán más, porque el Cordero los apacentará y los guiará a las fuentes de las aguas de vida. Esta es la vida eterna que el Pastor promete a sus ovejas. Allá no habrá llanto, lágrimas, penas, ni dolor. Solamente habrá visión, amor y deleite de Dios.

En este día la Iglesia ora por las vocaciones sacerdotales y religiosas “porque la mies es grande y los trabajadores son pocos”. Es necesario que las familias cristianas se hagan eco de este llamado, rezando por las vocaciones y hablándoles a sus hijos de este tema. Las vocaciones surgen siempre del seno de una familia, del aliento y el amor de sus padres por el ministerio sacerdotal o la vida religiosa. Cristo está constantemente llamando porque necesita pastores para su Iglesia. Es necesario oír su voz, abrir el corazón y lanzarse a esta aventura evangélica. Oramos por las vocaciones sacerdotales y religiosas en toda la diócesis y en el mundo.



Que la Virgen, Madre del Buen Pastor, nos acompañe siempre a lo largo de esta vida y nos ayude a conseguir la vida eterna.


 

Monseñor Marcelo Raúl Martorell                                                                                                                  Obispo de Puerto Iguazú

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