Carta del Obispo Martínez: «Camino antropológico de la Fe»

En su carta de este domingo Monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas reflexiona sobre la Fe. «Todos sabemos que si bien la Fe es un Don de Dios, también implica el camino discipular y comprometido del cristiano. Nos alegra señalar que de diversas maneras se han multiplicado centros de formación cristiana, como el instituto de Teología y Pastoral, las escuelas Básicas y de Ministerios, y sobre todo desde la catequesis de niños y de adultos como medios que  ayudan a asumir este camino de fe y su maduración…»

 

CAMINO ANTROPOLÓGICO DE LA FE

Carta Pastoral de cuaresma 2013

Monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas 
Tercera parte (03 de Marzo de 2013)

 

Todos sabemos que si bien la Fe es un Don de Dios, también implica el camino discipular y comprometido del cristiano. Nos alegra señalar que de diversas maneras se han multiplicado centros de formación cristiana, como el instituto de Teología y Pastoral, las escuelas Básicas y de Ministerios, y sobre todo desde la catequesis de niños y de adultos como medios que  ayudan a asumir este camino de fe y su maduración.

Debemos señalar que en este discipulado en la maduración de la fe también hay un camino antropológico a recorrer. En principio, la fe puede tener momentos de gozo, en donde sobre todo experimentamos lo sensible del “encuentro”, sin embargo en todos los casos necesitamos de  un camino discipular en ese proceso de maduración de la fe que nos lleve a implicar nuestra voluntad e  inteligencia, y a la misma persona, para que la fe no esté atada solo a los vaivenes de los afectos, sino que implique un compromiso “permanente” sobre todo en los momentos de aridez, sufrimientos y cruces.  El camino de la Fe debe llevarnos a experimentar el morir y vivir en “Él”, para tener una fe Pascual, plena y gozosa, que nos permita ser testigos de lo que creemos.

Lamentablemente debemos señalar que de hecho en nuestras mismas comunidades y maneras de relacionarnos experimentamos que a veces obramos solo de acuerdo a lo que sentimos afectivamente en ese momento, y todo compromiso familiar, laboral, social o religioso requieren la estabilidad que da el que los sentidos se liguen a nuestro juicio, inteligencia y voluntad. La cultura post-moderna vive el momento, fragmentando lo anterior y sin pensar en lo que viene. Estar solo sometido a las coyunturas nos pueden dar goces pasajeros, dejándonos rápidamente en una insatisfacción  que tiende siempre a profundizarse. El hombre está hecho para “amar” y comprometerse con ideales que plenifican su condición humana. Desde la dimensión antropológica señalamos que el hombre por ser imagen y semejanza de Dios se plenifica cuando  supera el egocentrismo y se encamina al amor donado que ve al otro como un sujeto digno y no como un objeto de consumo.

Ese don de la fe que es personal, es al mismo tiempo, comunitario y eclesial. En efecto, el primer sujeto de la fe es la Iglesia. En la fe  de la comunidad Cristiana, cada uno recibe el bautismo, signo eficaz de la entrada en el pueblo de los creyentes para alcanzar la salvación.

La “Fe” cuando no es relacional, comunitaria y eclesial va cayendo en un individualismo que lleva adecuar la Palabra de Dios al propio gusto y criterio, y por lo tanto dicha fe va alejándose de la propuesta revelada por Cristo el Señor en quién creemos.

En esta cuaresma del año de la Fe encontramos una nueva oportunidad de la gracia para revisar como vivimos nuestro discipulado de la fe, si el camino que transitamos nos lleva a asumir el Don de la Fe como un compromiso personal y eclesial.

 

Les envío un saludo cercanos y hasta el próximo domingo.

Juan Rubén Martínez, Obispo de Posadas

 

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