Oasis en la crisis

Escribe Juan Carlos Argüello, jefe de Redacción de Misiones On Line 

Cinco bancos de la Argentina ocuparon los primeros puestos del ranking de entidades financieras de Latinoamérica cuyas acciones más crecieron en los últimos seis meses. Se trata del Macro, el Galicia, el Francés, el Hipotecario y Patagonia, cuyas acciones treparon hasta casi 60 por ciento entre septiembre y enero, según el análisis de la consultora privada Research For Traders (RFT). La entidad que preside Jorge Brito, el Galicia, el Francés y el Hipotecario ocuparon los cuatro primeros puestos entre 31 entidades financieras de toda la región, superando a los gigantes brasileños y a importantes instituciones chilenas.

 

 

“Veo un compromiso con el empleo”, dijo el inglés Guy Ryder, director general de la Organización Internacional del Trabajo, tras su paso por Buenos Aires, donde se reunió con la presidenta Cristina Fernández y con representantes de Gobierno, empleadores y trabajadores. Mientras en Europa hay una fuerte crisis “aquí se siente un ambiente mucho más positivo”.

 

 

La misma Presidenta anunció que el 2012 cerró con un desempleo de 6,9, en medio de una crisis que está lejos de extinguirse en buena parte del globo y que por ejemplo, en España, ya alcanzó un nuevo récord de 26,1 por ciento de la población, con casi seis millones de ciudadanos sin trabajo. El Gobierno de Rajoy, acosado ahora por severas denuncias de corrupción, tiene apenas el consuelo de haber sido superada por Grecia, que tras tres años de ajustes severos después del salvavidas de plomo financiero denominado “rescate”, alcanzó una desocupación del 26,8 por ciento, con una suba de 7,1 por ciento en apenas un año. En diciembre había 25,9 millones de europeos desocupados, con una tasa de 23,4 por ciento en menores de 25 años. Peor aún, la Comisión Europea admitió que la situación “no está mejorando”.

 

 

El crecimiento de las entidades financieras mencionadas en el primer párrafo se dio justo después de que el Banco Central les obligará a prestar como mínimo un cinco por ciento de sus activos a actividades productivas. Los bancos terminaron otorgando 14.930 millones de pesos en créditos a la producción que contribuyeron a la dinamización de proyectos productivos, esencialmente en las economías regionales. Esa cifra superó en 930 millones de pesos a la meta fijada por el Central.

 

 

El empleo se mantuvo alto por la fuerte participación del Estado, sobre todo con inversiones públicas y un consumo elevado. En provincias como Misiones, el Estado fue clave para sostener el empleo en la construcción, gracias a la obra pública, en un sector que ha perdido trabajadores y que en los últimos meses entró en una meseta de la actividad en casi todo el país.

 

 

Después de muchas especulaciones, la Presidenta también anunció esta semana la suba de 20 por ciento del mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias, medida largamente reclamada por gremios opositores y oficialistas, pero que ahora mismo, en el caso de los que están en contra, califican de pobre. Desde el 1º de marzo pasarán a tributar los trabajadores solteros con sueldos brutos superiores a 8.360 pesos y los casados con dos hijos, con un haber mayor a 11.563 pesos. Esta suba significará un sacrificio fiscal de 8.000 millones de pesos que se dejarán de tributar directamente, pero que seguro se recuperarán vía consumo. Para los de menor escala, apenas tres pesos por mes, como un boleto de colectivo en Posadas y más barato que el subte en Buenos Aires.

 

 

 

Las claves del modelo son esas. Un Estado fuerte empujando el consumo e incentivando el empleo. Con eso se fortalecen inversiones, que, de todos modos, se sienten escasas en muchas áreas de la economía, con empresarios que prefieren ganancias a través aumentos de precios en lugar de mejorar la oferta. Esa, entre otras, es una de las causas de la inflación que pocos economistas hacen notar, atribuyendo toda la “culpa” a la emisión y al “desajuste fiscal” de un Estado que “gasta mucho”.

 

 

El heterodoxo camino elegido por el Gobierno desafía las comparaciones con los mejores momentos del neoliberalismo, cuando el desempleo trepó a casi el 20 por ciento y la pobreza alcanzó a más de la mitad de la población argentina, en medio de una profunda recesión que terminó en estallido. En tiempos de cólera financiera, con varios de los principales países del mundo al borde de la quiebra, Argentina cerró el año con apenas un 6,9 por ciento de desocupación, bancos ganando mucho dinero y perspectivas muy alentadoras para el año que se inicia.

 

 

Pero… El Fondo Monetario Internacional “censuró” a la Argentina. Y muchos en la oposición festejan. Festejan como si todavía la Argentina dependiera del placebo financiero para curar sus males. La economía nacional se recuperó después del estallido justamente por dejar de seguir las recetas del FMI, con cuyo organismo se cancelaron todas las deudas. El Fondo dice estar preocupado por las estadísticas del Indec, que necesariamente deben corregirse, pero la moción de censura suena más a reproche, a castigo por desobedecer los mandatos financieros que siguen rigiendo el capitalismo global. “Este es el mismo Fondo que se muestra complaciente con declaraciones inexactas de datos y fallidas políticas que condujeron a la crisis global”, ironizó en respuesta el Palacio de Hacienda, que conduce Hernán Lorenzino.

 

 

Ayer el ministro de Economía anunció que este año se comenzará a aplicar un IPC nacional para evitar las distorsiones actuales, con mediciones de precios solo en Ciudad de Buenos Aires y partidos del conurbano bonaerense, que se toman como medida para todo el país. Está claro que nadie le cree hoy al Indec, pero tampoco ninguna consultora puede dar una cifra de inflación cierta, sino apenas el seguimiento de algunos precios puntuales.

 

 

El Fondo parece preocupado solo por los índices y no con el contexto. La “sanción” parece una autoprotección, un blindaje. Con el crecimiento argentino como espejo, otros países podrían animarse a imitar el rumbo, lo que pondría en jaque al sistema, acostumbrado más al ajuste que a una mirada social sobre las consecuencias de las medidas económicas.

 

 

De todos modos, la “censura” no tiene efecto práctico, ya que Argentina no tiene vínculos financieros con el FMI y no acude desde hace tiempo a los mercados para fondearse.

 

 

Mientras tanto, los medios y dirigentes opositores agitan una pulseada iniciada por el gobernador Daniel Scioli, que reclama más fondos de coparticipación. La pelea sirve en un verano apático preparando escenarios para las legislativas y oteando el 2015. Pero cualquiera que entiende un poco el sistema de reparto de los fondos federales sabe que es un debate casi imposible de resolver. Para darle más a Buenos Aires -o aumentar el fondo del Conurbano- otras provincias deben ceder recursos. Como bien planteó Maurice Closs, gobernador de una de las provincias más postergadas en materia de recursos, sentar a una misma mesa a todos los gobernadores y que alguno ceda en beneficio de otro, es una quimera.

 

 

Que Buenos Aires, como algunas otras provincias, tenga problemas financieros, no obedece a una escasez de recursos. El promedio de aumento de la coparticipación en Misiones fue de casi el 30 por ciento y es lo mismo en los demás estados del interior. Misiones recibió en enero casi cien millones más que en el mismo mes del año pasado, cuando llegaron 406.993.500 pesos.

 

 

La diferencia, en todo caso, puede apreciarse en la gestión de esos recursos. Misiones cerró el año con balance positivo y arrancó planificando nuevas obras e inversiones. Otras provincias cerraron con déficits y varios gobernadores miran más el 2015 que el ahora. Scioli dice estar preparado para postularse a la presidencia. Nadie sabe si estará dentro del oficialismo en ese momento, pero el motonauta ya prepara el terreno con un alto perfil y dirigentes que desembarcan en las provincias para motorizar su candidatura. La Juan Domingo, la agrupación que promueve su lanzamiento, se reunió hace unos días en El Chaco, con políticos de la región litoral. En Misiones hay dos representantes conocidos: Hernán Corrales, vinculado al peronismo y Claudio Wipplinger, que busca su lugar definitivo en el mundo, después de caminar junto a Ramón Puerta y Mauricio Macri. Lo del diputado es llamativo, ya que es un furioso crítico del modelo kirchnerista, pero encuentra en Scioli, hasta ahora K, una figura nacional que lo represente.

 

 

Los aprestos no son sólo del sciolismo. El radicalismo ya confirmó a cuatro listas que disputarán los espacios en las listas de candidatos a diputados en una interna que se hará en marzo. Incluso sectores comunes medirán sus fuerzas a través de nombres conocidos. En el PJ todavía nadie sabe demasiado bien cómo se definirán las candidaturas y cuando se normalizará el partido. Hay fecha prevista para las elecciones en marzo, pero pocos garantizan que no haya nuevos cambios de rumbos sobre la marcha. La diputada Julia Perié, quien viajó junto a la Presidenta en su gira hace algunos días, parece haber sumado puntos para “organizar la normalización”. En la Renovación no hay movimientos más allá de algunas aspiraciones personales que asoman. El Gobierno se muestra activo en la gestión y todo indica que los pasos recién se acelerarán cuando se decida si se adelantan o no las legislativas en Misiones.

 

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