¿Y el fin del mundo?

Con ceremonias religiosas, festejos y mucha paranoia, el mundo recibe el nuevo ciclo maya y sigue a la espera de un fin del mundo que hasta ahora no llegó. Mientras en América Central se realizaban actos folklóricos y rituales indígenas, en Europa y Estados Unidos muchos se refugiaron en montañas y en búnkeres; China detuvo a cientos de personas por rumores apocalípticos.

Si usted está leyendo esto es porque el planeta sigue girando. El 21.12.12, último día del ciclo largo del calendario maya, finalmente llegó, pero el mundo no se ha terminado con él. Con ceremonias y rituales, divertidas fiestas «preapocalípticas» y mucha paranoia, el mundo vivió ayer lo que podría haber sido el penúltimo día de la civilización, aunque de muy diferentes maneras.

 

En las majestuosas ruinas de Tikal, enclavadas en un espeso bosque de Guatemala, se iniciaron ayer las ceremonias «oficiales» del cambio de era en el calendario maya, una maratónica jornada que culminaría hoy al amanecer. En ese preciso momento, los mayas cerrarían una era de 5200 años y darían la bienvenida a un nuevo ciclo, lo que en muchas otras partes del mundo dio lugar a las interpretaciones más apocalípticas, impulsó a crédulos a refugiarse en montañas o búnkeres y llevó a varios gobiernos a tener que explicar una y otra vez que el mundo -y su carga de seres humanos- seguirá en el mismo sitio algún tiempo más.

Esta fiebre apocalíptica, desatada en parte por Hollywood y sus superproducciones, fue aprovechada por empresarios y gobiernos para atraer turistas a los sitios arqueológicos de Guatemala, del sur de México, de Belice, de El Salvador y de Honduras, territorios donde se asentó el imperio maya, una cultura con vasto legado de conocimientos que llevaba siglos en decadencia cuando llegaron los conquistadores españoles.

 

En todo el mundo, para sobrevivir al «apocalipsis» algunos se refugiaron en montañas, como en Serbia o en Francia. Mientras que en Estados Unidos y Rusia muchos habían preparado búnkeres con grandes reservas de alimento y agua.

Además de la NASA (de lo que se informa por separado), el presidente ruso, Vladimir Putin, en persona salió a desmentir las versiones sobre el apocalipsis. El jefe de Estado afirmó ayer que el fin del mundo se producirá, pero dentro de 4500 millones de años, debido al «funcionamiento de nuestro Sol». En ese momento «el reactor se apagará y todo habrá terminado. ¿Por qué tener miedo si es inevitable?», desdramatizó.

En China, casi un millar de personas fueron detenidas en una ofensiva gubernamental contra las sectas y cultos apocalípticos. La mayoría de los arrestos se produjeron en la provincia occidental china de Qinghai, pero también en Pekín, donde 17 personas fueron puestas bajo disposición judicial por «difundir rumores sobre un inminente apocalipsis», según informó la agencia Xinhua.

 

El «culto maligno», como lo denominan las autoridades chinas, prometía la salvación a los que se unieran a última hora a la organización, para lo cual se les pedía que entregaran sus pertenencias. «Los hombres de Satán se extinguirán y sólo Dios Todopoderoso puede salvar a la Humanidad; quien se resista a Él irá al infierno», señalaban los panfletos de la secta requisados por la policía en las redadas que durante estos días se han llevado a cabo en varias provincias chinas.

Como el Uritorco cordobés o el Bugarach en los Pirineos franceses, en Serbia el monte para refugiarse fue el Rtanj. Con forma de pirámide y 1565 metros de altura, las leyendas y la magia rodean a este monte ubicado a 200 kilómetros de Belgrado. Base de ovnis, receptáculo de energías misteriosas, resto de una civilización perdida? Los amantes de lo esotérico ven en Rtanj un lugar mágico, una creencia que, con el anunciado apocalipsis a la vuelta de la esquina, llevó a mucha gente a reservar habitación en los dos hoteles de la zona.

 

En Gran Bretaña, cientos de personas se congregaron en Stonehenge para una «fiesta del fin del mundo». Arthur Uther Pendragon, el druida británico más famoso, dijo que esperaba para hoy una multitud mucho mayor que la usual en Stonehenge, pero admitió que no creía que el mundo se fuera a acabar. «Estamos viéndolo más como un nuevo comienzo que como un fin -dijo-. Estamos buscando nueva esperanza.» Mientras, se anunciaron fiestas en todo Londres y un acto anunciado como «Club de la Última Cena» ofrecía la oportunidad de degustar platos deliciosos, servidos a bordo de un arca.

Precisamente, en Holanda, Pieter van der Meer presentó su propia «Arca de Noé», un bote salvavidas a prueba de catástrofes que instaló en su jardín, cuyas fotos fueron furor en las redes sociales. Algo similar ya había pasado con una esfera fabricada por el chino

Liu Qiyuan.

Sirince, un pequeño poblado turco conocido por sus vinos, también había sido señalado como un sitio que escaparía del Juicio Final. Pero ayer hubo más periodistas y agentes de seguridad que visitantes, para gran decepción de restaurantes locales y tiendas de recuerdos.

 

Otro lugar que se salvaría es Cristerino, en el sur de Italia, por lo que sus habitantes realizarán hoy una fiesta con globos aerostáticos y música en la plaza principal.

Pero los «actos centrales» tuvieron lugar en el continente americano. En la víspera de que se produzca el cambio de era del calendario maya, curiosos y turistas se acercaron hasta el Monumento de Tortuguero, en el sudeste de México, donde se halló el primer jeroglífico que hace referencia a esta fecha, convertido ahora en un improvisado lugar de culto.

 

En este lugar montañoso, ubicado a 50 kilómetros de Villahermosa, capital de Tabasco, el colectivo «Guardianes del linaje Olmeca» hará cultos prehispánicos durante tres días a partir de hoy, a la espera del dios Bolom Yokte, «el Señor de la Luz» en maya, que según la predicción presidirá el nacimiento de la nueva era.

Anoche, frente a la pirámide de la Gran Plaza del Parque Arqueológico de Tikal, 560 km al norte de Ciudad de Guatemala, el festejo incluía danzas y rituales autóctonos. Para los descendientes de los mayas, está claro, no se trata de un fin, sino de un nuevo comienzo. (La Nación)

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