Los editores de diarios y periódicos expresaron ante la corporación internacional que nada tienen que hacer en la Argentina.
Julio Delgado, Jorge Conalbi y Pablo Bussetti, Presidente, Secretario y Tesorero, respectivamente, rechazaron la presencia de la Sociedad Interamericana de Prensa en la Argentina. Los directivos de Diarios y Periódicos Regionales Argentinos (Dypra) entregaron un duro documento titulado “Ustedes No”, a los miembros de la misión encabezada por Claudio Paolillo, responsable de la comisión de Libertad de Expresión de la SIP.
En un encuentro realizado en el Hotel Intercontinental de Buenos Aires, los editores argentinos entregaron el documento condenando la intervención de la corporación “en contra de las leyes de la democracia argentina”.
El escrito plantea que los editores de Dypra representan a los emprendimientos cuya actividad exclusiva es el periodismo y la edición de medios gráficos, en contraposición a las corporaciones mediáticas con diversificación de negocios e intereses asociados a los mismos.
La entidad argentina consideró que la SIP carece de “autoridad legal y moral para hablar de libertad de prensa”, recordó el rol cómplice de la SIP con gobiernos dictatoriales y agregó que ni siquiera el Grupo Clarín ha planteado ante la Justicia que su libertad de prensa esté amenazada o en peligro”. Tampoco se entiende que la SIP -en defensa de la libertad de prensa- se interese en defender un derecho que ni siquiera quien acudió a la Justicia invocó. En efecto, y tal como se desprende del fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina, en ninguna parte de su presentación el Grupo Clarín menciona que su libertad de prensa se vea afectada o esté en peligro. Sí, en cambio, hace extensas referencias a supuestos perjuicios patrimoniales que sufriría acatando la “desinversión” (adecuación, en realidad) establecida en la Ley de Comunicación Audiovisual de la Argentina.
Es decir, el Grupo Clarín no habla de valores democráticos en juego, habla de dinero e intereses empresariales. Mal puede confundirse una cosa con otra”, dice el texto.
(Buenos Aires; 6 de diciembre de 2012)
