Las manos de Filippi: piquete en el Huracán

Los métodos piqueteros llegaron, bajaron línea política, se divirtieron, dejaron a todos satisfechos y se fueron. El club de Rocamora fue testigo de una noche caliente por dentro y helada por fuera. 

A Las Manos no le importan las ballenas, ni le importan los pingüinos, decretaron la muerte  a todos los padres y no tienen empacho en clamar por matar a un presidente. Las Manos son políticamente incorrectos y en vivo, un vendaval de energía, bajada de línea y musicalmente arrolladores.

Que un salón de mediano porte como el del Globo no haya estado repleto habla un poco de la realidad social que impide pagar los 80 pesos que vale una entrada e, indudablemente, de lo difícil que resulta la plaza local para armar un show de primera línea nacional y lograr una concurrencia acorde al evento. Ojo, la fiesta se armó y las más de 600 personas que le pusieron el pecho al frío se dieron un auténtico festín de actitud con un sonido espectacular, una cantina mal ubicada y unos baños calamitosos.

El Cabra es un showman de un show ecléctico, maestro de ceremonias de una celebración enferma, presentador de un circo freak donde los animales están sueltos y los domadores fueron devorados por los leones. Hablar de frontman en una banda como Las Manos es sólo una verdad parcial, porque la conexión con el público corre tanto por cuenta de él como de ese tándem de vientos asesinos conformado por Charly (saxo) y Pecho y su trompetita que parece casi de juguete. Detrás un man dispara ruiditos de todos colores desde una portátil y el bajo y guitarra se la rifan disimulando con altura la falta del mosky. Juntos arman un descontrol descomunal.

Cómo una banda en la que frases como “organización internacional, revolucionaria contra el Capital”, “Asamblea popular, huelga general” y demás manifiestos anti-imperialistas ahora se ofrezca a llevarte en el caño de su mountain bike, es algo que no nos corresponde a nosotros juzgar. Las Manos, a pesar de su postura 130% política, no dejan de ser una banda de rock, el rock es un show, y al rock y al show se deben. Y pagan.

Pero antes de los Filippis también hubo show, y tal vez más caliente aún. Nectar encendió el fuego de una noche helada, y lo hizo de la manera que mejor lo sabe hacer. Funk metalero. Nunca suenan dos veces igual. Algunas veces más pesados, otras más funkeros, y otras, como anoche, profundamente psicodélicos. Sin dudas Nectar es LA banda emergente de acá, y su crecimiento musical los llevará más arriba aún. Esa rabiosa versión de “Bullets in my Head”, de Rage Againt the Machine, no deja a este cronista mentir.

 

NETO, ROCK POPULISTA, CASI PERONISTA

Si a Perón y Evita los condenaron por regalar colchones a los que necesitaban dónde dormir, Neto le da fiesta a los que se quieren divertir. Los anfitriones ideales si lo que se quiere es mover el bote y saltar como loco, cantar como nunca y poguear como siempre. Letras locales y sonidos regionales. El rock es el folklore de la juventud de hoy, y Neto se encarga de que cada tokín se convierta en una peña sin vino tinto ni empanadas. Están preparando el lanzamiento de su cuarto disco, y eso los muestra  ajustadísimos y relajados. Se nota cuando una banda tiene mucho ensayo encima. El “Cosechero”, del inacabable Ramón, fue una víctima gustosa de una banda que no teme que se le deshoje el almanaque. Los Neto no envejecen, se añejan, y cada día tocan mejor.

 

 

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