Afirman que países ricos se sostienen a costa de la degradación de la biodiversidad de los más pobres

Vida Silvestre difundió en nuestro país, el Informe Planeta Vivo 2012 de WWF (la Organización Mundial de Conservación). El documento afirma que la biodiversidad en los países de bajos ingresos disminuyó un 60% entre 1970 y 2008 mientras que, por lo contrario, se incrementó un 7% en los países de ingresos altos. La Argentina se encuentra en el 9º en el ranking de los países más ricos en recursos naturales. Sin embargo,  si la población mundial viviera como un argentino promedio, necesitaríamos más de medio planeta adicional para sostener nuestra calidad de vida. 16 propuestas para vivir dentro de las posibilidades de un planeta.

 

 

(Buenos Aires, 28 de mayo de 2012) El Informe Planeta Vivo 2012 de WWF que documenta los cambios en la diversidad biológica, los ecosistemas y el consumo de los recursos naturales, da a conocer cifras que manifiestan el deterioro que está sufriendo el medio ambiente.

 

Hoy, las demandas de la humanidad sobre el planeta superan su capacidad de suministro: el planeta tarda 1.5 años en regenerar completamente los recursos renovables que utilizamos en un año y en absorber el CO2 que producimos en ese mismo período. De continuar esta tendencia, la humanidad necesitará la capacidad de 2 planetas para 2030, previendo el aumento de la población.

 

La huella ecológica individual- que mide la demanda de cada persona sobre los recursos naturales- varía dependiendo del país de residencia, la cantidad de bienes y servicios que se consumen, los recursos utilizados y los residuos generados para proporcionar esos bienes y servicios.  Si toda la humanidad viviera como un indonesio medio, por ejemplo, se utilizarían solo dos terceras partes de la biocapacidad [1]del planeta; si todos viviéramos como un argentino medio, la humanidad necesitaría más de medio planeta adicional; y si todos viviéramos como un residente medio de los Estados Unidos, se necesitarían un total de cuatro tierras para poder regenerar la demanda anual de la humanidad sobre la naturaleza.

 

En consecuencia, los países con altos ingresos sostienen su nivel de vida gracias a la utilización de los recursos naturales de muchos países en desarrollo, basados en un modelo tradicional que no ha contemplado, hasta el momento, la conservación de la biodiversidad ni, en muchos casos, la equidad social en los países más pobres.

Los números presentados en el informe son claros al respecto: la biodiversidad en los países de ingresos bajos disminuyó un 60% entre 1970 y 2008 mientras que, por lo contrario,  se incrementó un 7% en los países de ingresos altos. Esto se debe a que estas naciones son capaces de comprar e importar recursos de los países de ingresos bajos. E, incluso, manejar inversiones importantes para asegurar la producción de bienes y servicios básicos como los alimentos.

Un ejemplo concreto que refleja esta situación es la competencia por el uso de la tierra, un proceso que no solo se da en la Argentina.  En el mundo en vías de desarrollo, los inversores externos buscan asegurarse el acceso a la tierra para la producción futura de alimentos y combustibles. Se estima que desde mediados de 2000, un área equivalente al tamaño de Europa occidental ha sido transferida a través de acuerdos de asignación de la tierra. En total, 203 millones de ha: 134 millones en África;  43 millones en Asia y  19 millones en Latinoamérica.

El impacto de la degradación ambiental repercute y afecta más directamente a la gente de menores ingresos, especialmente, a la población rural y a la de áreas marginales. Sin acceso a tierra, agua limpia, alimentos adecuados, combustible, entre otros, las personas vulnerables no podrán salir de la trampa de la pobreza y prosperar. Es por ello que, una política activa para promover el desarrollo y utilización responsable de los recursos naturales, debe ir ligada directamente con el desarrollo social a nivel local, y apostar a fortalecerlo.

En este contexto, la Argentina cumple un rol primordial: se encuentra  9º dentro de los 10 países que totalizan más del 60% de la capacidad de la tierra de producir estos recursos y proveer servicios ambientales, detrás de Brasil, China, Estados Unidos, Rusia, India, Canadá, Australia, Indonesia y, por delante de la República Democrática del Congo. «Esto nos indica que, países como el nuestro, tienen una oportunidad interesante para lograr un verdadero desarrollo sustentable, si pusieran el foco en la adopción y el desarrollo local de tecnologías para la producción responsable, y en impulsar políticas que promuevan una base sostenible para nuestro desarrollo futuro” afirma Diego Moreno, Director General de Vida Silvestre. En el otro extremo, los 10 países con mayor huella ecológica son: Qatar, Kuwait, Emiratos Arabes Unidos, Dinamarca, USA, Bélgica, Australia, Canadá, Holanda e Irlanda.


«La situación descripta en el informe es preocupante. Es necesario tomar conciencia de que todas las actividades humanas utilizan servicios ecosistémicos (suministro de alimentos, medicina, madera; regulación del clima, polinización de cultivos, etc) y preguntarse si la Argentina, en su camino al desarrollo, no debería evitar replicar los errores que han cometido muchos países, desarrollándose a partir de la degradación de sus recursos naturales, y aprovechar la oportunidad para plantear un modelo de desarrollo diferente, basado en una concepción más amplia de lo que implica el desarrollo, manteniendo la soberanía sobre sus recursos naturales, y promoviendo a través del avance tecnológico y la innovación, un uso responsable de sus recursos naturales.”, sostiene Moreno.

De cara a la próxima reunión de Río+20, donde estos temas tendrán un rol central en los debates, la posición de los países en desarrollo refleja esta necesidad de autonomía en el manejo de sus propios recursos naturales. Pero, al mismo tiempo, y sin dejar de lado este principio básico, debemos como región aportar alternativas al debate que exijan una reducción de la huella ecológica a los países desarrollados, mayor nivel de cooperación y transferencia de tecnología, y aportar propuestas concretas de políticas ambientales sólidas y ambiciosas, pero acordes a la situación y necesidades de los países en desarrollo.

El Informe Planeta Vivo 2012 plantea 16 propuestas para vivir dentro de las posibilidades de un planeta: esto significa gestionar, gobernar y compartir el capital natural dentro de las fronteras ecológicas de la tierra.

PROTEGER EL CAPITAL NATURAL (biodiversidad, ecosistemas y servicios ecosistémicos)

i. Aumentar de forma significativa la red mundial de áreas protegidas

ii. Detener la pérdida de hábitats prioritarios

iii. Restaurar los ecosistemas y servicios ecosistémicos dañados

 

PRODUCIR MEJOR

iv. Reducir de forma significativa los insumos y desechos de los sistemas de producción

v. Gestionar los recursos de forma sostenible

vi. Aumentar considerablemente la producción de energía renovable

 

CONSUMIR DE FORMA MÁS RESPONSABLE

vii. Cambiar los modelos de consumo energético

viii. Promover patrones de consumo saludables

ix. Alcanzar un estilo de vida de baja huella ecológica

 

REORIENTAR LOS FLUJOS FINANCIEROS

x. Poner en valor a la naturaleza

xi. Contabilizar los costes ambientales y sociales

xii. Apoyar y recompensar la conservación, la gestión sostenible de los recursos y la innovación

 

GOBERNANZA EQUITATIVA DE LOS RECURSOS

xiii. Compartir los recursos disponibles

xiv. Escoger las opciones justas y ecológicas

xv. Medir el éxito «más allá del PIB”

xvi. Población sostenible

Se puede descargar el Informe Planeta Vivo 2012 aquí: http://awsassets.wwfar.panda.org/downloads/informe_planeta_vivo_2012.pdf

 


[1] La biocapacidad cuantifica la capacidad de la naturaleza para producir recursos renovables, proporcionar tierra para construir y ofrecer servicios de absorción de deshechos como la captura de carbono.

Información sobre el Informe Planeta Vivo 2012

  • Es un informe de WWF producido en colaboración con la Sociedad Zoológica de Londres y la Global Footprint Network. Documenta el estado cambiante de la biodiversidad, los ecosistemas y el consumo de los recursos naturales de la humanidad, explorando las implicaciones futuras de estos cambios para la salud, riqueza y el bienestar.
  • Es la 9º edición. Se publicó por primera vez en 1998.

 

 

 

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