Desamor: la Justicia dice que la infidelidad es culpa de los dos

La mujer acusaba a su marido pero los jueces le respondieron que nadie «alegremente incurre en adulterio».

Un fallo de la Cámara Civil en un caso de divorcio estableció las causas del desamor matrimonial, y estableció que en una pareja casada nadie “alegremente incurre en adulterio”.

El fallo de la Sala G de la Cámara Civil resolvió así el juicio de divorcio de una pareja con hijos en común y una grave conflictividad intrafamiliar. Estableció que en un matrimonio «no existe el caso de aquel que alegremente incurre en adulterio o en ofensas» y la ruptura del vínculo es una situación en la cual «las afecciones resultan mutuas».
En el caso, la mujer acusaba a su ex marido de infidelidad y abandono malicioso del hogar, pero el hombre insistía en que lo hizo por los permanentes malos tratos y hostilidades de ella. 
Los jueces Carlos Carranza Casares, Beatriz Areán y Carlos Bellucci establecieron que «la experiencia enseña que los finales ruinosos de la vida conyugal no sólo no se deben a una sola de las partes, sino que las afecciones resultan mutuas”.
En este sentido, llegaron a la conclusión de que «no existe el caso de aquel que alegremente incurre en adulterio o en ofensas; ello siempre se da en medio de un espectro de zonas grises donde los destinos e infidelidades rodean más la confusión de lo trágico que modos apolíneos, generadores de respuestas jurídicas».
Además realizaron una interpretación conceptual amplia sobre la fidelidad, en sentido genérico -comprensivo de todos los deberes conyugales. «Comprende toda seria vulneración de los deberes matrimoniales, toda falta grave de fidelidad al compromiso compartido», establecieron. 
De esta forma, el fallo confirma el divorcio por responsabilidad compartida de ambos cónyuges y llama a la reflexión sobre las circunstancias en que se produce el fin del vínculo matrimonial.
«El divorcio o la separación personal deben ser enfocados desde la perspectiva del futuro que aguarda a los cónyuges, sobre todo cuando, habiendo hijos, deben continuar asumiendo los deberes y derechos frente a ellos», sostuvo. 
Luego resaltó: «Desde esta perspectiva, el divorcio, antes que servir para que los cónyuges, mirando hacia su pasado, traten de atribuirse las causas del fracaso de su unión, debe constituirse en el remedio para evitar que una convivencia imposible perdure cuando esta no es testimonio de unidad familiar».
En el caso, «la situación por la que atravesaba el matrimonio, incluidas las injurias concretadas por la cónyuge, impiden concluir que el alejamiento del hogar por parte del marido hubiera tenido por finalidad eludir los deberes matrimoniales».
Se descarta de este modo la posibilidad de considerar un abandono “voluntario y malicioso” al retiro de uno de los cónyuges del hogar. «No se configura esa causal cuando existen motivos que hacen intolerable la cohabitación, aun cuando las conductas no alcancen a constituirse en verdaderas causas de divorcio, considerándose entonces motivos razonables para el retiro del cónyuge afectado», precisaron los camaristas.

 

(minutouno.com)

 

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