Emprendedora invertirá 650.000 pesos en una fábrica de delicatessen en Montecarlo

Se trata de Gabriela Machel, quien ya vende sus productos con gran éxito. La especialidad de la marca es la producción orgánica de chutneys, mermeladas, confituras y salsas con frutas misioneras: mango, papaya, mamón, maracuyá (recientemente hicieron plantaciones), ananá y arándanos. Los productos se venden en boutiques gourmet en Palermo, en un local de Winery y ante pedidos puntuales. 


Gabriela Machel, emprendedora en Radio Libertad

A la hora de crecer, los emprendedores artesanales tienen dificultades concretas: por un lado, obtener el capital para realizar las inversiones necesarias -bienes de capital, tecnología- y, por el otro, contar con una participación en el mercado que justifique esas escalas e inversiones.
Por ese trance pasó Gabriela Machel, quien atiende a Pyme desde la localidad misionera de Montecarlo. Machel dejó su pueblo natal a los 17 años para venir a Buenos Aires a estudiar Enfermería en el Hospital Alemán. En 2007, enfrentó un divorcio que la convirtió de ama de casa en ejecutiva.

Con tres hijos varones, durante unas vacaciones en Misiones, nació la idea de «hacer algo» con los recursos locales. «Empezamos preparando chutney como regalo empresarial, que elaborábamos durante los tres meses de verano y después vendía en Buenos Aires como delicatessen», recuerda la emprendedora.


En eso estaba cuando, durante una cena de amigos, conoció a un miembro de la comisión directiva de Jumbo.

 

Pocos días después, desde la cadena le pidieron que presentara sus productos. Fue esta invitación la que impulsó a Machel a formalizar su proyecto. «Empecé haciendo bien las cosas, registré la marca (Gabymachel), cumplí con los trámites de sanidad, me hice socia de GS1 Argentina (organización internacional que administra el estándar mundial para la identificación de ítems que se grafican en el código de barras) y aposté a la capacitación», dice.


En esa búsqueda de profesionalización, Machel fue invitada a participar del programa “Del microemprendimiento a la pyme” del Banco de Galicia, en el que armó el plan de negocios con la ayuda de un mentor. Además, obtuvo un crédito por $ 156.000 y un subsidio de $ 65.000 del programa Pro Alimentos, en Misiones.

 «Tenía una cocina muy chica, sin capacidad para stockear. Esto no me permitía tener continuidad y cantidad. Hoy, estamos a punto de inaugurar una fábrica en Montecarlo», cuenta. Lo inversión total en la planta rondará los 650.000 pesos.

“Desde muy pequeña viviendo en Montecarlo, en el seno de mi familia de origen europeo he aprendido el arte de conservar las delicias de la huerta y los frutales en frascos para deleitarnos en las épocas de ausencia de la fruta o verdura. Rescato hoy esta hermosa tradición familiar agregándole mi toque personal a los productos conservados”, indica.


“Mi cuota de acción solidaria estará en la educación de gente de bajos recursos para enseñarles a cultivar y usar sus recursos en la alimentación de su familia y adquirir los productos directamente cultivados por ellos, sin intermediarios”.

 

«A la capacitación le doy más importancia que a la plata. Ahora sé dónde estoy parada, qué tengo que mejorar. Una de mis debilidades es la parte de venta y ahí debo apuntar», sostiene. La especialidad de la marca es la producción orgánica de chutneys, mermeladas, confituras y salsas con frutas misioneras: mango, papaya, mamón, maracuyá (recientemente hicieron plantaciones), ananá y arándanos. Los productos se venden en boutiques gourmet en Palermo, en un local de Winery y ante pedidos puntuales.

Un chutney de 195 gramos se vende a $ 40 y apunta a un público medio-alto. Chutney proviene de chatni, del este de la India, que significa muy condimentado y se describe como un condimento que suele estar compuesto por una mezcla de fruta cortada, vinagre, especias y azúcar cocinados hasta obtener una pasta con trozos de fruta. La  mayoría de los chutney son picantes.


Por el momento, la producción -enteramente manual- recae en Machel y sus hijos. «Sé que si quiero tener un producto artesanal me tengo que quedar trabajando de esta manera; no podemos hacerlo como algo muy masivo. Sólo si empezáramos a exportar deberíamos producir más y, en ese caso, tendríamos que pasar a un producto industrializado», analiza.

 

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas