Al rescate de los bosques, nueva tendencia de la RSE

Las empresas ya se volvieron aliadas en la lucha contra el cambio climático. En esta cruzada, no pueden dejar de lado a un socio clave: los bosques. Protección de hectáreas en peligro y plantación de árboles, algunas de las estrategias.

 

«Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol», dijo alguna vez Martin Luther King. Y su frase parece más oportuna que nunca. Con el fantasma del cambio climático acechando y las tasas de deforestación alcanzando niveles históricos, los bosques se han convertido en el nuevo estandarte anticalentamiento global. Su función, como aliado en la protección del medio ambiente, no es menor. De hecho, se calcula que el 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero son resultado de la deforestación.
Cada año más de 13 millones de hectáreas de bosques desaparecen en todo el mundo, una superficie equivalente a la cuarta parte de la Península Ibérica. Y lo más grave del asunto, por lo menos al sur de la Línea de Ecuador, es que este fenómeno ha dejado de ser patrimonio del Hemisferio Norte, como lo fue durante los tres últimos siglos.
Hoy, la deforestación está concentrada en el Hemisferio Sur, con el desmonte para ampliar la frontera agropecuaria y la tala indiscriminada como prácticas de cabecera. En la Argentina, por ejemplo, año a año se destruyen 300.000 hectáreas de bosques, lo que equivale a 20 canchas de fútbol por hora.
La magnitud de estas estadísticas ha encendido la alarma mundial hace unos años. Al punto que 2011 fue declarado el Año Internacional de los Bosques, por Naciones Unidas. Con esta realidad como telón de fondo, hoy no son sólo los gobiernos los que decidieron tomar cartas en el asunto. Aunque con un radio de acción mucho más acotado, las empresas también se decidieron a dar batalla, insertando esta estrategia dentro de su creciente política medio ambiental y, en muchos casos, como una manera de compensar su propia huella de carbono.

Los privados toman la posta
La Argentina, no es una excepción a la regla. Siguiendo en muchos casos políticas que aterrizan localmente desde sus casas matrices, este año se multiplicaron las empresas que decidieron proteger los bosques existentes o lanzarse al plantado de árboles. Una de las acciones más recientes fue la encarada por la aseguradora Allianz junto a la fundación Banco de Bosques, que es liderada por Emiliano Ezcurra, también representante local de la certificación internacional FSC. 
En agosto de este año, la empresa lanzó una iniciativa, a través de la cual se comprometió a donar un metro cuadrado de selva misionera en riesgo, al ser un área no protegida, por cada póliza electrónica que se adhiera. La movida fue un win-win desde donde se lo mire. La compañía buscaba desde 2009 incrementar el número de pólizas digitales, sin suerte. “Por un lado, nos pasaba que la gente se quedaba más tranquila al tener la póliza en papel. Y por otro, vimos que les resultaba difícil tangibilizar el beneficio al medio ambiente”, reconoce Carolina Correa, responsable de RSE de Allianz.
Fue así como en agosto lanzaron la iniciativa, en apenas tres meses la cantidad de pólizas se disparó un 86%. Pasaron de 5.000 a 9.400, logrando que hoy el 5% de las pólizas sean electrónicas. El resultado no fue sólo de negocio, aunque la acción en sí representa un buen ejemplo de vinculación de la política de RSE con el core business.
A la fecha, ya se donaron, mediante esta acción, 9.400 metros cuadrados de selva misionera, un lugar en el que vive el yaguareté y cientos de especies autóctonas. “Allianz compra esa porción de bosque y la dona a Banco de Bosques, que se dedica a conservarla y preservar la biodiversidad del lugar y curar las especies dañadas. Al juntarse una cantidad mayor de hectáreas, pueden ser donadas para la creación de un parque nacional o provincial”, explica Correa.
Uno de los aciertos de la propuesta de Banco de Bosques, que también apunta a donaciones particulares, es que se trata de donaciones georreferenciadas. Gracias a Google Earth, cada persona puede donar y elegir la porción exacta de bosque a comprar, vía la Web y dentro de una grilla que incluye la región más propicia a ser adquirida por desmontadores. 
En el caso de Allianz, la elección exacta del lugar corre por cuenta de la compañía. «A cada asegurado le mandamos las coordenadas de latitud y longitud de esa porción de bosque que Allianz acaba de salvar en nombre suyo», resume Correa.
A esta acción se sumó un desfile a beneficio de la selva misionera, luego del cual la aseguradora donó otros 7.100 metros cuadrados a la fundación. Entre las dos iniciativas, se salvaron 16.500 metros cuadrados de bosques a un costo de apenas $ 24.800. De hecho, en el sitio Banco de Bosques cualquiera puede aventurarse a salvar diez metros cuadrados por apenas $ 14. Lo que se busca es aprovechar el bajo costo que tiene la tierra para que cualquier persona, desde cualquier rincón del mundo, pueda salvar esos metros de bosques no protegidos de las topadoras para siempre. Algo imposible de hacer por cuenta propia, ya que a pesar de que estas tierras son baratas en su precio por hectárea, sólo aquellos que pueden comprar un número elevado tienen acceso a estas propiedades.
En este sentido, el aporte de los privados tiene un impacto potencial grande. “Lo que hay que hacer urgente es proteger bosques o pastizales. Es más fácil salvar el bosque que ya existe. Es más barato y efectivo que plantar árboles. La plata que las empresas tengan en RSE sería bueno que la gasten en comprar bosque en estado peligro de tala o desmonte, para manejo integral o para convertir en área protegida. Es algo crítico y bastante barato”, dispara el director de Banco de Bosques, quien ubica el precio de la hectárea en Misiones entre los u$s 2.000 y u$s 3.000 y de u$S 300 a u$s 1.000 en el Chaco y las Yungas.
Seguramente por la criticidad del asunto, y haciendo eco de los consejos de Ezcurra, otra empresa que decidió aliarse con esta fundación es Procter & Gamble (P&G). En este caso, la compañía lanzó una campaña puntual en junio, con motivo de la celebración del Mes del Medio Ambiente. P&G se unió a Carrefour con el fin de salvar una parte de la selva misionera que se encuentra en riesgo. Por cada producto Pampers, Pantene, Head & Shoulders, Ariel, Ace, Magistral y Always vendido, la compañía hizo una contribución a favor del Banco de Bosques, totalizando 40 hectáreas de selva misionera salvadas.

Forestación, en primer plano
Allianz y Procter no fueron las únicas empresas que decidieron involucrar al consumidor en esta cruzada ambiental. Danonino, una marca de La Serenísima-Danone, también se enfocó este año en los árboles, aunque en este caso, apostaron al plantado de nuevas especies. La acción tuvo dos aristas. Por un lado, los packs de Danonino incluyeron un sobre con semillas para que los chicos pudieran plantarlas y disfrutar de su crecimiento. Por otro, con cada código ingresado en la página, los consumidores pudieron colaborar con la reforestación de un metro cuadrado de bosque autóctono, en distintos ecosistemas del país.
El disparador fue la vinculación entre la marca, la temática del crecimiento y el costado ambiental. “El tema del crecimiento siempre estuvo ligado a Danonino y el plantado de las semillas es una forma de hacer tangible esa noción. Además, los chicos vienen hoy con una mayor inquietud ecológica y la marca trata de promover esos valores, en línea con la visión de la compañía. Es una acción que tiene mucho de win-win y que nos ayuda a que la comunicación trascienda lo comercial”, precisa Facundo Etchebehere, director de Asuntos Corporativos de Danone.
Todo comenzó con una experiencia piloto en Brasil, que funcionó muy bien y fue importada a nuestras tierras. Como resultado, en un mes, se alcanzaron los 10.000 metros cuadrados de plantación, repartidos entre las provincias de Formosa, Chaco, Misiones, Río Negro y Neuquén. La cifra ya se había puesto como meta de antemano, como un objetivo a cumplir por la compañía. “Decidimos aliarnos con la Red de Comunidades Rurales, quienes nos ayudaron a seleccionar las escuelas rurales de esas provincias donde plantar los árboles”, detalla Etchebehere. Luego de la movida, los chicos pueden entrar al site de Danonino y encontrar su nombre en uno de los cientos de arbolitos plantados en el mapa.

Social y ambiental, juntos
Otra compañía que también apostó al plantado de árboles fue Timberland. En este caso, la acción se enmarca en la estrategia global Tree Planting por la cual la compañía se comprometió a plantar 5 millones de árboles, entre 2010 y 2014. Los proyectos, llevados adelante tanto por la compañía en forma directa como por sus distintos distribuidores en el mundo, alcanzaron lugares de lo más variados: China, Haití, Portugal y Alemania, entre otros.
Este año, la iniciativa desembarcó en nuestro país con el desafío de plantar 3.500 árboles en San Martín de los Andes.”Por contrato, no teníamos obligación de replicar localmente la campaña. Pero el directorio decidió hacerse eco de la iniciativa”, recuerda Andrea Guglielmi, gerente de Marca de Timberland.
Fue así como la empresa contactó a Parques Nacionales, con cuyo apoyo terminó de darse forma al capítulo local de Tree Planting. «Nos pareció un buen partner para encarar el proyecto. Ellos ya conocían la necesidad de forestación de estos barrios sociales y nos propusieron intervenir ahí. Sin duda, había una comunidad de intereses sociales y ambientales», detalla Guglielmi, quien recuerda que esta es una impronta propia de la marca, que no sólo se focaliza en la naturaleza sino en su relación con el hombre.
Fue así como, a fines de julio, se forestaron 11.000 metros cuadrados de parques y veredas en el barrio social Chacra 30, que crearon barreras rompevientos para proteger a los 500 habitantes del lugar y espacios verdes de socialización. Imposible referirse a un manejo sustentable de los bosques sin mencionar al sello FSC (Forest Stewarship Council). Este certificación garantiza que los productos provienen de bosques administrados para cumplir con los requisitos económicos, sociales y ambientales de las generaciones futuras.
En materia ambiental, cuando de bosques nativos se trata, esto implica que la superficie forestal sólo se puede explotar según la tasa de crecimiento natural del bosque. Y en el caso de plantaciones forestales, se exige que éstas no hayan reemplazado bosques nativos después de 1994 y que no dañen otros ecosistemas no boscosos importantes para la biodiversidad. También se consideran aspectos sociales como las condiciones económicas y de seguridad de los trabajadores, y el respeto de los pueblos originarios.

Certificación en alza
Esta norma nació en 1983, en respuesta a la preocupación por la creciente deforestación. Hoy, en el mundo, ya hay 144 millones de hectáreas certificadas, distribuidas en 79 países. Y aunque esto sólo equivale al 5% de los bosques productores, si se tiene en cuenta el crecimiento acelerado de este sello el potencial es enorme. Para darse una idea, basta pensar que apenas en el 2.000 las hectáreas certificadas sólo alcanzaban los 20 millones.
En nuestro país, esta organización tiene presencia oscilante desde hace 11 años. A la fecha, ya existen 276.000 hectáreas certificadas a nivel local. Sudamérica y el Caribe concentran apenas el 7,55% de las áreas certificadas, muy por detrás de regiones como América del Norte, donde el sello está más difundido y acapara el 39% del total.
El negocio forestal mueve millones y en algunos países se cosecha ilegalmente hasta el 80% de la madera. En la vereda de enfrente, la etiqueta FSC proporciona un vínculo creíble entre la producción responsable y el consumo, permitiendo que el consumidor tome decisiones de compra responsables, desde la perspectiva social y ambiental. La certificación FSC ayuda, además, a proteger el renombre de una empresa, además de abrir mercados alternativos.

Un caso emblemático
Es así como cada vez se ven más productos ostentando este sello, para dar tranquilidad al consumidor acerca del origen responsable de ese producto. Un caso emblemático es el de los envases Tetra Pack, compuestos en 75% por papel, que ya llevan este logo e inundan las góndolas locales de productos alimenticios y marcas de lo más variadas.
Aquí, la certificación es por partida doble: el proveedor brasileño de papel (Klavin) obtiene su certificación, resultado del manejo de bosques propios, y la planta de Tetra Pack, en La Rioja, suma una certificación como cadena de custodia, obtenida a principios de 2010. De esta manera, la trazabilidad del cartón es perfecta. De hecho, este año, la compañía alcanzó los 1.000 millones de envases Tetra Brik con el sello de FSC.
La certificación de cadena de custodia (Chain of Custody -CoC) es para empresas que fabrican, procesan o comercializan productos de madera o productos forestales no maderables y desean demostrar a sus clientes que utilizan materia prima producida responsablemente. Solamente las operaciones con certificación FSC de cadena de custodia están autorizadas a etiquetar productos con las marcas registradas FSC.
Localmente, el logo está mucho menos difundido que en otros países, en línea con la menor cantidad hectáreas certificadas. Sin embargo, este sello comenzó a multiplicarse no sólo en materiales gráficos, aunque las imprentas concentran la mayor cantidad de certificaciones como cadena de custodia.
La garantía FSC también puede verse en pisos o decks, como los de Pisos Argentinos o Patagonia Flooring, en lápices, como los de Faber-Castell, o muebles de oficina como los de Interieur Forma.

 

 

El Cronista.

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