Ratificaciones y reproches

Escribe Juan Carlos Argüello, jefe de Redacción de Misiones On Line 

¿Fue una sorpresa el resultado de las elecciones primarias? Quizás la distancia entre el primero y los demás. Pero el masivo respaldo que recibió la presidenta Cristina Fernández en el paso previo a su reelección, puede ser inconcebible solo para los profetas del pesimismo, que, envueltos en su burbuja, no conocen ninguna realidad más que la pintan los medios porteños, casi todos ellos jugados a una estrategia opositora. Cristina Fernández ganó en todas las provincias excepto San Luis y sus votos vinieron de todos los sectores sociales. No hubo lugar para el lamento del pino-progresismo sobre el valor del voto del norte, supuestamente menos valioso que el de Buenos Aires por eso de la riqueza y la formación. La Presidente ganó en Salta y Jujuy, arrasó en Formosa y Misiones, pero sobre todo, se impuso en Santa Fe, Córdoba y la mismísima Capital Federal, que semanas atrás había elegido a Mauricio Macri para gobernar la ciudad.

Ensimismados en proclamar que todo está mal y que aún puede estar peor, los candidatos de la oposición no entendieron nunca el vínculo que se estableció entre el kirchnerismo y núcleos sociales que estaban invisibilizados. El Gobierno se animó a romper paradigmas, como con la ley de Medios, el matrimonio igualitario, la reestatización de las AFJP, la movilidad jubilatoria y la clave Asignación Universal por Hijo. En un plano más abstracto, pero no menos relevante, la política económica, diametralmente opuesta a la que pregonan sus adversarios, demuestra hoy que puso al país en una cómoda situación de espectadora de la crisis global. ¿Sería igual con el país atado al Fondo Monetario o con los ahorros de jubilados de las AFJP puestos en bonos en algún mercado financiero?

La oposición minimizó todas estas medidas y en algunos casos, propuso desarmarlas. Pero no desde una mirada superadora, sino desde la convicción de que “es lo que pide la gente”. Incluso ahora, con la derrota pesando anticipadamente sobre sus espaldas, persisten en la visión de que es al kirchnerismo al que deben destruir.

Como solo un milagro puede hacer multiplicar sus escasos votos, cambiaron la estrategia de coronar a Alfonsín, Duhalde o Hermes Binner por la de sumar legisladores en el Congreso para bloquear una eventual mayoría parlamentaria del oficialismo, porque ahí sí se vendrá el infierno con el que tanto amenazan.

Es decir, reiteran el error de trabar, trabar e intentar trabar. Siguen sin construir. No construyen para adentro una propuesta coherente y menos para afuera, para ofrecer a quienes más necesitan, a los ciudadanos. No hubo una sola alianza que se haya formado para llegar al Gobierno. El objetivo fue expulsar al kirchnerismo y por añadidura, alcanzar el poder, aunque no se tenga demasiado claro para qué.

En coro, Duhalde, Alfonsín y sus aliados, no piden un voto positivo para sí, sino uno para sus candidatos a legisladores, en contra del poder que podría alcanzar el Gobierno, como si ninguno de ellos, eventualmente en el sillón presidencial, se sentiría cómodo con la mayoría parlamentaria. Pero olvidan quizás que una de las causas del rechazo puede radicar en que la oposición ya tiene mayoría en la Cámara de Diputados, donde el grupo A surgido de la puja por la renta de los patrones sojeros y la derrota kirchnerista, no solo no trabó al Gobierno si no que no hizo ninguna de las cosas que prometió.

Justamente, uno de los patrones y socios políticos, Hugo Biolcati, fue quien más duro disparó reproches. El presidente de la Sociedad Rural, al que todos los opositores rindieron pleitesía antes de las elecciones, no tuvo empacho en decir que “la oposición le presentó a la sociedad su cara más desagradable”, con alianzas surgidas como “fruto de una ingeniería electoral con objetivos egoístas y personalistas”. El ruralista, uno de los más enconados opositores al Gobierno, incluso tuvo que admitir que “mucha gente de los pueblos y las ciudades que acompañaron al campo en 2008, sin tener idea de lo que era la Resolución 125, ahora nos dicen ‘bueno, muchachos, no sigan hinchando, si no les va mal’. Y sí, a nosotros nos va bien, y tenemos una oposición que no presenta ninguna propuesta, y ante la posibilidad de que la crisis económica internacional impacte acá, el ciudadano votó la continuidad del Gobierno”.

Pero lo más duro fue para los propios ciudadanos que votaron en contra de sus esperanzas. (La gente) “mira a Tinelli y si puede pagar el plasma, no le importa más nada (…). Esa gente votó a Cristina”. La banalización del resultado electoral alude a la idea de un voto calificado, ya deslizado por quienes sostienen que el voto de las provincias más pobres es menos válido que el de los estados más ricos, con personas más “instruidas” -aunque en este caso no haya espantado a los grandes medios como sí sucedió con el asco hecho público por Fito Páez-. Pero además, es una lectura incorrecta, ya que quien votó al Frente para la Victoria, como se lee más arriba, cruza todas las estructuras sociales y lo que no existió, en última instancia, fue el “voto campo”, ya que Santa Fe, Córdoba, La Pampa y Buenos Aires se volcaron por el oficialismo.

Lo que no admite la oposición es que la sociedad elige la continuidad porque mayoritariamente le va bien. No solo al campo, sino a la industria, a la construcción, al turismo y otras actividades. Elige la continuidad, porque ante un panorama económico global adverso, la Argentina está parada de otra manera y el Gobierno demostró estar atento para tomar medidas correctivas, como la alianza con la Unasur para fortalecer las economías de América Latina ante la volatilidad de los mercados. Prefiere el mismo timón porque los candidatos opositores repitieron en la campaña ideas y recetas que ya fracasaron en el país y están fracasando en el mundo.

El descrédito es tan alto que con el resultado de las primarias consolidado, es el cuarto quien quedó en una posición más expectante que el segundo y el tercero. Hermes Binner, con poco más del diez por ciento en las primarias, quedó en una posición de poder absorber los votos de la izquierda radical y aquellos ciudadanos que busquen el voto útil opositor. No sería de extrañar que se convierta en la segunda fuerza nacional, aunque con un anclaje real muy recortado a la zona centro del país.

Es tal el desasosiego opositor que una pronosticadora full time como Lilita Carrió admitió ser ella misma la causa del fracaso de su partido y sólo sostiene su candidatura para que sus candidatos a legisladores y municipales puedan acceder a alguna banca. Jura Carrió que se llamará a silencio en virtud de que el apocalipsis no llegó.

La crisis es tan grande, que en el radicalismo ya piensan en despegarse de Alfonsín y focalizar los esfuerzos en las candidaturas provinciales. La idea ya prendió en Buenos Aires, donde nadie quedó contento con la alianza con Francisco De Narváez, en Mendoza y en Misiones, donde María Losada recuperó terreno y peleará la tercera banca del Senado. Ella misma lo confirmó y anticipó que elevará su postura ante los estrategas nacionales.

En Misiones el resultado de las primarias ratificó el liderazgo de la Renovación y el respaldo provincial al modelo encarnado por Cristina. Sandra Giménez y Salvador Cabral Arrechea son número puesto para el Senado, al igual que José Guccione, Stella Maris Leverberg y  Oscar Redzuck para Diputados. La tercera banca del Senado se la disputarán palmo a palmo Juan Manuel Irrazábal del Frente para la Victoria y Losada de la UCR, con una diferencia de apenas mil votos en las primarias. Para la Cámara baja, también habrá una fuerte pulseada entre Julia Perié y el radical Claudio Ramírez.

La Presidenta arrastró votos para la recuperación del Frente para la Victoria después de la pésima conducción del senador Luis Viana. La sorpresa fue la pobre elección que hizo el duhaldismo, de la mano de Ramón Puerta y Pablo Tschirsch. Ambos terminaron cuartos en sus categorías con apenas 50 mil votos, magra cosecha para quienes aspiraban a representar a la “única oposición”.

El Gobierno provincial, ratificado en junio con un caudal histórico y cómodo de cara a octubre, comenzó a andar el camino trazado antes de las elecciones. Uno de los dilemas planteados por el gobernador Maurice Closs en su discurso del 1 de Mayo en la Legislatura, está siendo atendido con prioridad. El mandatario ordenó una auditoría integral en el Consejo de Educación para determinar de manera fehaciente la cantidad de docentes frente al aula, los que están con débitos laborales asignados a otras áreas, los dobles cargos y títulos habilitantes.

Cansado de las denuncias de irregularidades que rebotan en toda la administración, el Gobernador está decidido a ir a fondo para lograr la transparencia en el organismo constitucional para que deje de ser coto de padrinazgos políticos y denuncias cruzadas de gremialistas. Esto no significa que se avanzará en una reforma constitucional y los funcionarios a cargo cumplirán su mandato en diciembre de este año. Para ese entonces, se espera que no haya más cargos fantasmas.

 

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