El Papa pidió respetar la alianza entre el Hombre y la Naturaleza

El papa Benedicto XVI reflexionó esta mañana sobre la urgente necesidad de impulsar la ecología humana, en el respeto de la naturaleza y dando a la técnica el lugar que le corresponde, por el bien de toda la humanidad. Lo hizo al recibir las cartas credenciales de seis nuevos embajadores ante la Santa Sede.

Ciudad del Vaticano, 9 Jun. 11 (AICA)

Hay que defender el medio ambiente

Hay que defender el medio ambiente

El papa Benedicto XVI recibió esta mañana las cartas credenciales de seis nuevos embajadores ante la Santa Sede: Stefan Gorda, de Moldavia; Narciso Ntugu Abeso Oyana, de Guinea Ecuatorial; Henry Llewellyn Lawrence, de Belice; Hussan Edin Aala, de la República árabe de Siria; Geneviève Delali Tsegah, de Ghana y George Robert Furness Troup, de Nueva Zelanda. En esta ocasión el Santo Padre reflexionó, ante ellos, sobre la urgente necesidad de impulsar la ecología humana, en el respeto de la naturaleza y dando a la técnica el lugar que le corresponde, por el bien de toda la humanidad.
 
     Refiriéndose a las «innumerables tragedias que afectaron a la naturaleza, la tecnología y los pueblos» en el primer semestre de este año, Benedicto XVI señaló que «los Estados deberían reflexionar juntos sobre el futuro a corto plazo del planeta, sus responsabilidades con respecto a nuestra vida y a las tecnologías».
 
     «La ecología humana -afirmó- es un imperativo. Adoptar un estilo de vida que respete el medio ambiente y apoye la investigación y la explotación de energías limpias que preserven el patrimonio de la creación y sean inofensivas para los seres humanos, deben ser prioridades políticas y económicas».
 
     El Papa subrayó que es necesario «un cambio de mentalidad para llegar rápidamente a un estilo de vida global que respete la alianza entre el hombre y la naturaleza, sin la cual la familia humana puede desaparecer. Todos los gobiernos se deben comprometer a proteger la naturaleza para que pueda desempeñar su papel esencial en la supervivencia de la humanidad. Las Naciones Unidas parecen ser el marco natural para una reflexión de este tipo, que no sea oscurecida por motivos políticos y económicos ciegamente partidistas, privilegiando la solidaridad por encima de intereses particulares».
 
    «También conviene interrogarse  -continuó-  sobre el papel apropiado de la tecnología», porque «creer que es el agente exclusivo de progreso o de la felicidad, lleva a una mercantilización del hombre que conduce a la ceguera y a la miseria. La técnica que domina al ser humano le priva de su humanidad. El orgullo que engendra fue creando en nuestras sociedades un economicismo empecinado y un hedonismo que determina subjetiva y egoístamente los comportamientos. El debilitamiento de la primacía del hombre provoca una pérdida del sentido de la vida».
 
    Benedicto XVI puso de relieve que «es urgente llegar a conjugar la tecnología con una fuerte dimensión ética. La técnica debe ayudar a la naturaleza a desarrollarse en la línea prevista por el Creador. Al trabajar juntos, el investigador y el científico se adhieren al plan de Dios, que quiso que el hombre sea la cumbre y el administrador de la creación. Las soluciones basadas en este fundamento protegerán la vida humana y su vulnerabilidad, así como los derechos de las generaciones presentes y futuras».
 
Las responsabilidades políticas
    Continuó el Pontífice remarcando la responsabilidad política en la conformación de la vida social. «Los gobiernos deben promover un humanismo que respete la dimensión espiritual y religiosa del hombre, porque la dignidad de la persona humana no varía con la fluctuación de las opiniones. Respetar sus aspiraciones a la justicia y a la paz permite la construcción de una sociedad que se promueve por sí misma, cuando sostiene a la familia o cuando rechaza, por ejemplo, la primacía exclusiva del dinero».
 
    El Papa concluyó haciendo hincapié en que «la vida social se debe considerar sobre todo como una realidad de orden espiritual, los responsables políticos tienen la misión de guiar a los pueblos a la armonía humana y a la sabiduría tan deseadas, que deben culminar en la libertad religiosa, rostro auténtico de la paz». (Aica).
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