La banca móvil, en alza. En el país este servicio ya cuenta con unos 200.000 usuarios, cifra que se duplica año a año. Casi todas las operaciones se pueden hacer con un teléfono básico.
Los instrumentos necesarios para la realización de operaciones bancarias no dejan de miniaturizarse. Del edificio de la sucursal se pasó al cajero automático, de allí a la computadora, y ahora para saber el saldo de una cuenta o para hacer un pago o una transferencia alcanza con un celular, que ni siquiera tiene que ser de los más sofisticados. Día a día más argentinos están tomando nota de esta posibilidad, y aunque la práctica todavía es incipiente, cada vez más se deciden a operar sus cuentas bancarias desde el teléfono móvil.
Según estimaciones de diferentes fuentes especializadas, ya serían unas 200.000 personas las que incorporaron a sus hábitos cotidianos la “banca móvil” (o, en inglés, mobile banking ). Este sería el número de personas que han instalado en su celular una aplicación que les permite, mediante su conexión de Internet, acceder a su banco. A ellos habría que agregarles todos aquellos que hacen consultas y transacciones mediante mensajes de texto (SMS), y a los que visitan la versión para celulares (WAP) del sitio de su banco.
Según datos provistos por Movilgate, un integrador que canaliza los SMS de un buen número entidades bancarias, un banco de los grandes envía al mes unos 700.000 SMS informando los saldos a sus clientes, y recibe en su portal WAP unos 25.000 accesos mensuales.
Red Link es una de las empresas que apostó por la modalidad de banca móvil que requiere de la instalación de un soft en el celular, y se la provee a 19 bancos. Gustavo Valdemoros, gerente comercial de la firma, le dijo a Clarín que desde 2008 la cantidad de usuarios móviles de esas 19 entidades se viene duplicando año a año (son unos 100.000 en la actualidad).
Así el mobile banking presenta tasas de crecimiento mayores todavía que las del home banking (operaciones desde la PC). Afirma Valdemoros que ambas modalidades presentan el mismo nivel de seguridad, pero muchas personas no lo entienden así. El celular es visto como elemento de comunicación y entretenimiento, pero aún muchos usuarios no lo consideran lo suficientemente seguro como para manejar su dinero con él. Sin embargo, de Red Link señalan que un 95 % de quienes prueban la banca móvil la adoptan, y que en promedio sus usuarios hacen unas 15 transacciones mensuales. La operación que más se repite es la consulta de saldo, seguida por los pagos (de servicios, de resúmenes de tarjetas de crédito) y por la recarga de crédito en el celular.
Aunque presenta cifras claramente ascendentes, la adopción de la banca móvil no ha tomado, como otras tecnologías, la forma de un estallido masivo. En opinión de Gustavo Barraguirre, de Tecso, una compañía que desarrolla soluciones bancarias y móviles, esto es así por varios factores. “El ancho de banda de las redes celulares no es el ideal; además hoy resulta costoso adaptar las aplicaciones bancarias a los varios sistemas operativos que existen en los celulares; y todavía son relativamente pocos los teléfonos inteligentes, que aunque no son imprescindibles facilitan mucho las cosas”, enumera Barraguirre.
Aún con estos impedimentos, según datos de Movilgate, el 80 % de los bancos privados cuenta con algún servicio de banca móvil. Y muchos, además, instrumentaron envíos de avisos, ofertas y promociones vía SMS. Según Nicolás Falcioni, del sitio especializado Movilion, “esta es una forma de ir acostumbrando a los clientes a asociar el celular con el banco”.
En tanto, para Marcelo Fondacaro, director comercial de Veritran, compañía que desarrolla sistemas de banca móvil, es probable que la implementación de las transferencias electrónicas de acreditación instantánea que dispuso días atrás el Banco Central y que estarán en vigencia en pocos días, hagan que más gente le encuentre utilidad a las operaciones desde el celular.
Las fuentes consultadas coinciden en que aun a nivel mundial no hay experiencias consolidadas de banca móvil. Y que se está en un momento en el que bancos, tarjetas de crédito, operadoras de redes celulares, desarrolladores de tecnologías y hasta gigantes de Internet como Google están en pulseadas cruzadas para definir quién se encargará de qué y qué obtendrá a cambio.
