Trastornos de sueño: cuando dormir se vuelve una pesadilla

Si alguien le dijera que irritabilidad, dificultades en la concentración, problemas de memoria y hasta accidentes de tránsito son consecuencia del mal descanso, ¿le creería? En esta nota, conozca cuánto padecen quienes sufren insomnio, apnea de sueño y síndrome de piernas inquietas, entre otros males.

Qué mejor que el Día del Sueño para conocer las características de los principales trastornos del sueño, que tantos dolores de cabeza acarrean a quienes los padecen.

Es que, si bien no existe una cantidad estipulada de horas de descanso ideales, hay personas que, por diferentes razones, no llegan a cubrir el mínimo indispensable que les garantice un día armonioso.

El doctor Daniel Pérez Chada (MN 47.085) es el jefe del servicio de Neumonología de Hospital Universitario Austral y explicó a Infobae.com que “el trastorno del sueño más frecuente es el que se produce por la reducción de las horas de sueño no asociado a una enfermedad. Es decir, personas sanas que por razones laborales, sociales o pautas culturales reducen sus horas de sueño por trabajo, dificultades sociales o esparcimiento”.

“Por otra parte, se describieron más de ochenta enfermedades que alteran la calidad del sueño. Las más frecuentes son el insomnio (agudo o crónico según su duración), los trastornos respiratorios durante el sueño, en especial el síndrome de apneas obstructivas durante el sueño, la narcolepsia y el síndrome de piernas inquietas”, detalló el coordinador de la sección Medicina del Sueño de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria.

Consultado acerca de cuánto tiempo debe dormir una persona por día, el especialista destacó que “no hay un número de horas similar para todas las edades y, aun a la misma edad, para todas las personas. La cantidad de horas de sueño varían a lo largo de la vida”.

Así, los recién nacidos y hasta los dos meses duermen entre 12 y 18 horas, mientras que los niños en edad escolar requieren entre 10 y 11, los adolescentes alrededor de 9 y los adultos alrededor de 8 horas de sueño.

En ese sentido, las consecuencias de la pérdida de horas de sueño son múltiples. “Las más frecuentes son mayor riesgo de accidentes, disminución del alerta, retardo en el tiempo de reacción, irritabilidad, dificultades en la concentración y la memoria. Recientemente se observó que las personas con restricción en las horas de sueño son más propensas a sufrir obesidad y presentan más riesgo de diabetes y enfermedades cardiovasculares”, enumeró Pérez Chada.

Uno por uno, los principales trastornos

* Apnea Obstructiva del Sueño (AOS)

La apnea obstructiva del sueño es un trastorno médico en el cual una persona reiteradamente deja de respirar cuando está dormida. Esto es porque la respiración cesa debido a que las vías respiratorias se colapsan y evitan que el aire llegue hasta los pulmones.

Así es que 4 de cada 100 hombres de mediana edad y 2 de cada 100 mujeres de mediana edad ven su patrón normal del sueño alterado, lo que ocasiona somnolencia excesiva o fatiga durante el día.

Algunas de las causas de que las vías respiratorias se colapsen durante el sueño son: presencia de tejido excesivo en la parte posterior de las vías respiratorias, por ejemplo, unas amígdalas grandes; disminución del tono de los músculos que mantienen las vías respiratorias abiertas; caída de la lengua hacia atrás cerrando las vías respiratorias.

Los síntomas

– Ronquidos, interrumpidos por pausas de la respiración

– Quedarse sin aliento o sensación de ahogamiento durante el sueño

– Sueño inquieto

– Somnolencia excesiva o fatiga durante el día

– Cuello de talla grande (más de 17 pulgadas en los hombres; más de 16 pulgadas en las mujeres)

– Vías respiratorias congestionadas

– Dolor de cabeza matutino

– Disfunción sexual

– Necesidad de orinar frecuentemente durante la noche

– Dificultades para pensar claramente o para concentrarse

– Irritabilidad

– Pérdida de la memoria

– Presión arterial alta

– Depresión

– Obesidad

No tratado, el trastorno incrementa el riesgo de presentar presión arterial alta, enfermedad del corazón y ataque cardíaco, accidente cerebrovascular, accidentes laborales y de vehículos automotores relacionados con la fatiga y disminución de la calidad de vida. De ahí la importancia de consultar a un especialista en medicina del sueño, ante la presencia de alguno de ellos.

* Insomnio

El insomnio es una queja muy frecuente en hombres y mujeres en la edad media de la vida. A veces dura unos pocos días, hasta una semana y se lo define como agudo y cuando permanece por más de un mes se lo define como crónico. Se estima que entre el 30 y 40% de la población sufre insomnio agudo en algún momento y alrededor del 10-15% lo padece en forma crónica.

Muchas veces la dificultad se presenta al intentar conciliar el sueño (insomnio de inducción) y otras en mantenerlo (insomnio de mantenimiento. Puede ser un trastorno primario, pero frecuentemente está asociado a una situación que lo desencadena, como preocupaciones personales, profesionales, laborales o familiares.

En otros casos es secundario a depresión, angustia o ansiedad. Aunque también puede ser desencadenado por horarios rotativos de trabajo o viajes transmeridianos (“jet-lag”). Las  personas de edad avanzada son más sensibles a padecer insomnio. 

En las mujeres, el embarazo y el climaterio son dos momentos de mayor vulnerabilidad para padecer alteraciones en el inicio o la continuidad del sueño.

* Síndrome de piernas inquietas

El síndrome de piernas inquietas es una afección seria que compromete el sueño nocturno y la calidad de vida de quienes lo padecen. Se estima que hasta el 10% de la población en los EEUU puede padecer esta afección, que se caracteriza por una sensación de disconfort a veces dolorosa en las piernas. Estas personas tienen la necesidad de mover las piernas, estirarlas o caminar para que desaparezca la molestia. Estos síntomas aumentan en las primeras horas de la noche e interfieren con la posibilidad de dormir.

Muchas veces los pacientes realizan movimientos repetitivos, estereotipados durante el sueño y en general las molestias o el dolor desaparecen al despertar y ponerse en movimiento.

No se conoce una causa única que favorezca el desarrollo de la enfermedad. La forma más común es la familiar. Existe otra forma que puede ser desencadenada por múltiples factores tales como el consumo de algunos medicamentos o situaciones normales como el embarazo.

Además, la anemia, bajos niveles de hierro en sangre, insuficiencia renal e inclusive estrés o condiciones ambientales pueden desencadenarla. Frecuentemente cambios en el estilo de vida permiten mejorar los síntomas, otras veces controlando la anemia o la deficiencia de hierro pueden aliviar las molestias.

Si bien no hay una droga específica para el tratamiento de esta enfermedad, suelen utilizarse anticonvulsivantes, drogas para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson y en los casos más severos opiodes. Todas estas drogas deben ser utilizadas bajas estricta vigilancia médica.

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