Condenaron a doce y diez años de prisión a acusados de trata de personas

Es el segundo juicio oral y público luego de la sanción de la ley de trata que se realiza en la provincia. El caso que fue juzgado salió a la luz en octubre de 2008, luego de que tres menores fueron llevadas a Buenos Aires.

El Tribunal Federal condenó a doce años de cárcel a Mario Arriola y a Estela Martínez, a diez años de prisión domiciliaria por los delitos de trata de personas. En el caso de la mujer, cumplirá la condena en su domicilio.
La última jornada del segundo juicio oral y público por trata de personas en la provincia se extendió hasta las 21. Luego de escuchar a los últimos tres testigos, los imputados negaron su responsabilidad que se le imputaron, la mujer se quebró en llanto y alegó a su condición de pobreza y problemas matrimoniales.
En tanto, en los alegatos, la fiscal Vivian Barboza pidió que Mario Arriola sea condenado a 13 años de prisión, considerándolo  autor del delito de  trata de personas, en calidad de ofrecimiento, captación, traslado, recepción, alojamiento, calificado por el engaño, vulnerabilidad de las mismas y la cantidad de menores de edad. Al mismo tiempo manifestó que las declaraciones de las víctimas son “consistentes y creíbles”, porque los especialistas aseguraron que “sería imposibles de fabular”.
La fiscal recordó que el caso salió a  la luz en octubre de 2008 cuando la adolescente de 16 años junto a su padre radicaron la denuncia en Puerto Iguazú, acusando a la madre de haberla trasladado a la localidad de Pablo Podesta del partido de 3 de febrero en la zona nordeste del Gran Buenos Aires, de manera engañosa; diciendo que trabajaría como niñera.
Allí fue alojada cuatro días en un prostíbulo. “Al negarse a prostituirse la joven fue entregada a Mario Arriola para hacer el ‘ablande’”, dijo la fiscal. Luego fue trasladada a la casa del imputado donde fue “sometida sexualmente y le dieron de tomar sustancias que le hacían perder la conciencia”.
Junto a Arriola la joven viajó a Carlos Paz, Córdoba, donde “fue nuevamente sometida sexualmente”. Tiempo después la menor regresa a Puerto Iguazú tras pagarse el pasaje “con lo poco que juntaba trabajando de mesera”, aseguró la fiscal.
Luego, el imputado volvió a la provincia con la madre de la joven a reclutarla nuevamente a Fanny, de ese viaje ambos regresan a Buenos Aires con las otras dos hijas de Estela Martínez de once y catorce años con el mismo fin que la anterior. En el siguiente viaje a Puerto Iguazú, Arriola “buscó” a la joven en la casa de su novio y “la amenazó”.
En tanto la abogada Susana Criado pidió su defendida, Estela Martínez, sea absuelta de toda acusación porque no se  comprobó que la madre engaño a la pequeña. Además reclamó que la justicia negó la posibilidad que la mujer cumpla prisión domiciliaria dar a luz a su hijo.
Así también aseguró que “las niñas en sus manifestaciones en la Cámara Gesell no dicen que fueron abusadas”.  Alegando además que a la mayor se la ve “feliz” en las fotografías tomadas en su viaje a Córdoba con Arriola.
Por su parte, el defensor de Mario Arriola, pidió su absolución, indicando que “los hechos existiern pero la interpretación no es la que coincide”. Así mismo aseguró que no habían sustentos para calificarlo de «ablandador» de mujeres. Además dijo que la acusación de Arriola se basa en que “es una persona contradictoria, que no tiene una conducta moralmente aceptada por la sociedad y eso desdibujó la situación del mismo, pero que eso no le permite hacer conjeturas”.

 

“Nunca haría eso a mis hijas”

Entre llantos, dejando en evidencia sus pocos conocimientos, Estela Martínez recordó la terrible situación económica y familiar por la que pasaba al momento en que viajó a Buenos Aires.

“Jamás le haría eso a mis hijas, ellas nunca se prostituyeron”, dijo la mujer, quien aseguró que era muy difícil manifestar todo lo que vivió hasta llegar a sentarse en el banquillo de los acusados.

“Mi marido me maltrataba mucho, me torturaba, yo no tenía mi documento y no podía salir del país”, dijo Estela Martínez, quien es oriunda de Paraguay y alegó que estaba alejada de su familia.

La mujer aseguró que luego de separarse de su esposo, éste no le brindaba el dinero necesario para alimentar a sus hijas por lo que tuvo que comenzar a trabajar. En ese contexto recibió la oferta de trasladarse a Buenos Aires, pero no sabía que el objetivo era la prostitución. “Me llevó a un lugar donde no quería estar. Perdí mi dignidad como mujer”, dijo la imputada quien se mostraba dolida por la situación que le tocó vivir.

“Mi vida corría peligro, no podía volver a mi casa porque mi marido me amenazó con matarme y ya tuve una situación similar en un arroyo cuando me arroyo una piedra de unos tres kilos”, recordó Martínez.

La mujer aseguró que en el tiempo en que vivía estos tormentos intentó realizar la denuncia pero en la comisaría no le aceptaba ya que su documento estaba en poder de su marido.

Estela Martínez manifestó que la relación con sus hijas continúa bien, “nos escribimos cartas”, dijo la mujer que aprendió a escribir en la cárcel.

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