San Pedro: con un monumento recordarán a las víctimas del tornado

A poco más de diez meses del trágico fenómeno ocurrido el 7 de septiembre del año pasado que les arrancó once vidas, los pobladores de los parajes de Santa Rosa y Tobuna se levantan con optimismo y valentía dignos de toda admiración.

A poco más de diez meses del trágico tornado que le quitó la vida a ocho chicos y  tres adultos, en los parajes Tobuna y Santa Rosa del departamento de San Pedro, la comuna local comenzó ayer con el movimiento de tierra en el  lugar donde se erigirá el monumento que se prevé estará listo para el 7 de septiembre, cuando se cumpla el primer aniversario del hecho.

 

En la recorrida que Misiones On Line realizó en ambos parajes, en un día con mucho viento y presagio de mal tiempo en San Pedro, se recogieron testimonios de optimismo entre los habitantes, que dicen vivir un presente mejor, aunque por supuesto también de tristeza y miedos, en aquellos que perdieron lo irrecuperable, la vida de sus seres queridos.

 

Pero la gente de Tobuna y Santa Rosa tienen ahora una mejor calidad de vida, casas nuevas con sus respectivos muebles, baños instalados, y galpones para el tabaco, para los que habían perdido por completo sus bienes, formaron parte de la ayuda provincial y nacional, que llegó luego del fenómeno meteorológico que nunca olvidarán los misioneros. 

 

«Ahora estamos un poquito mejor, pero con ese vientito que está ahora, en días como este, ya nos asusta a nosotros», contaba mientras miraba hacia la ventana, Miguel Silva, un hombre que vivió junto a su mujer y tres hijos de entre dos y cinco años, la tormenta de aquella noche. «Recuperamos casa y muebles, pero queda el dolor de haber perdido dos sobrinas de 3 y 4 años, para estar tranquilos lo único que serviría es hacer un sótano, porque el miedo, no sabemos cuando se va a ir, cuando está el tiempo feo, nosotros no dormimos», trataba de explicar Miguel, el temor que quedó dentro de quienes presenciaron el desastre.

 

El milagro de la vida y el poder de “volver a empezar”

 

«El 7 de septiembre se cumple un año y es una fecha muy triste para recordar, pero yo agradezco a Dios y me siento muy feliz de que no se haya llevado a ninguno de mis familiares. En cuanto a lo material, lo que tenía antes de casa no quedó nada, ni un plato, pero de a poco nos donaron cosas, la casa me la donaron, y los muebles, pero Dios sabe a través de cómo llega, algo que uno siempre deseaba tener, pero fue triste porque costó vidas de muchos inocentes, muchas criaturas, pero mediante eso logramos tener una casa que nunca tuvimos, porque acá no hay un lugar que tenga por ejemplo un aserradero, algo que se pueda trabajar y ganar una buena plata. Acá siempre vivimos de la planta anual, y después del tornado, tuvimos la posibilidad de charlar con la Presidenta, de ganar un abrazo de ella, de dialogar como si fuera una amiga de años.  Fuimos representados, tuvimos mucha ayuda, el Estado nos apoyó mucho, y logramos esta vivienda», expresaba Nelly Sosa, otra de las víctimas del tornado que en la actualidad vive junto a sus hijos y su marido en su nuevo hogar. Su casa la construyó el Instituto Provincial de Desarrollo Habitacional (Iprodha) y se asemeja a la de muchos de sus vecinos que perdieron sus cosas, ese día. Terminaba la charla con el cronista de Misiones On Line dejando claro que en Tobuna y Santa Rosa, «cuando hay viento fuerte, hay pánico, la gente se desespera y se ponen todos abajo del piso, cuando hay mucho viento no nos quedamos adentro de la casa, y eso creo que va a quedar por muchos años».

 

 Mirar hacia delante

Una casa alejada del camino, bien adentro en la colonia, es la de Roberto Da Rosa, que con la sencillez de un hombre de chacra, recibió al equipo del diario, y una vez en el interior de la vivienda, le contó que «en este momento ya estamos viviendo un poco mejor, porque nos olvidamos un poco de lo que pasó. Ya estamos trabajando en la chacra. Yo perdí dos guainitas de 2 y 3 años. Esta casa me la regalaron después del tornado, y estos muebles los compré con la plata que me mandaron desde Buenos Aires, luego de las gestiones de gente del gobierno provincial, también perdí un galpón, pero ya me hicieron otro más grande del que yo perdí»

Por su parte José Antúnez, delegado municipal en Tobuna, opinó que el lugar «está muy cambiado, cambió mucho en crecimiento de la comunidad, la gente mejoró su calidad de vida”.

Para él, la colonia creció y los que perdieron cosas durante el tornado han recibido ayuda y han mejorado su calidad de vida como  aquellos que no fueron afectados en forma directa.

Otra de las cuestiones positivas en la mejora en la comunicación telefónica, y con el pueblo debido a las nuevas líneas de colectivos que entran con más frecuencia a Tobuna y Santa Rosa.     

Como parte de las mejoras, en marzo pasado, la presidenta de la nación Cristina Fernández, inauguró en Santa Rosa, los edificios de dos escuelas primarias.

Actualmente se construye otra en Tobuna, pero de nivel secundario, y ya se terminaron y están en funcionamiento un (Centro Integrador Comunitario) CIC, una capilla, (que había sido afectada por el tornado), y un Centro de Atención Primaria de la Salud. Así, de forma ejemplar, Santa Rosa y Tobuna, se levantan.

 

El peor desastre natural en Misiones

 

El 7 de septiembre del año pasado la noticia más triste despertaba a los misioneros que se enteraban de un violento tornado que había afectado a los parajes de Tobuna y Santa Rosa de la localidad de San Pedro. Hubo dolor, silencios y una profunda tristeza a medida que se revelaban los desgarradores relatos. Madres a las que el tornado – más tarde calificado como F5, con vientos de más de 120 kilómetros por hora- les había sacado a sus chiquitos de sus brazos y el macabro hallazgo de niños que habían  sido el blanco más débil del cruento fenómeno.  Entre 70 y 100 familias se quedaron sin hogar. La oscuridad de la noche fue cómplice del desastre y solamente en las primeras horas del día siguiente se pudo ver la magnitud de la tormenta inédita en nuestra provincia, que a su paso, arrancó todo. Las casas, las escuelas, las iglesias, los árboles, los autos, los animales y las personas fueron presa del viento que sin piedad mostró el horror y la desolación. A diez meses, los pueblos se levantan.

 

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