Extenso debate por el matrimonio homosexual con final abierto

Los senadores que se oponían anoche al texto aprobado en Diputados hacían hincapié en la adopción y en respetar la unión de «un hombre y una mujer». Al cierre de esta edición se manejaba la información de que 33 senadores avalarían la propuesta, mientras que 32 votarían en contra. En su alocución, el legislador misionero Eduardo Torres  dijo que «la única diferencia que existe con los gays es que ellos tienen menos derechos» que los heterosexuales. En tanto Luis Viana, se expresó en contra de la iniciativa. El proyecto

Buenos Aires. El debate del proyecto de ley de matrimonio entre personas del mismo sexo, que ya cuenta con media sanción de Diputados, comenzó a las 13.15 de ayer con 58 senadores en el recinto. Se prevé que la sesión se prolongará hasta las primeras horas de hoy por la extensa lista de oradores.

Los presidentes de bloques habían acordado que el pleno del cuerpo debía pronunciarse en primer término sobre el dictamen de mayoría de la comisión de Legislación General que rechaza la media sanción de Diputados.

Entonces, en caso de que no se aprobara el rechazo, se pasaría a votar el dictamen de minoría que avala el proyecto con media sanción de Diputados y que cuenta con el apoyo del oficialismo y de parte de la UCR.

Una tercera opción aparece en el camino del matrimonio homosexual: si el proyecto que viene de Diputados consigue los votos para ser aprobado, los cuatro senadores radicales que en un principio estaban de acuerdo con la iniciativa pedirán algunas modificaciones durante la votación en particular, por lo que el debate tendría que volver a la Cámara baja.

Siete horas después del inicio de la sesión, sólo se había pronunciado un tercio del total de los 50 senadores anotados en la lista de oradores, con posturas a favor y en contra, y en algunos casos con la defensa expresa del proyecto de «unión civil» que no podrá ser debatido.

En representación del kirchnerismo, la senadora Liliana Fellner declaró que la propuesta de matrimonio igualitario apunta a que «todos los ciudadanos tengan las mismas oportunidades ante la ley».

Además, dijo descreer que alguien se convierta en homosexual a partir de la sanción de una ley que permita el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Cada senador tiene 10 minutos para su discurso. Excepto el miembro informante (a Liliana Negre le dieron 40 minutos pero se excedió y ocupó una hora entera) y los jefes de los bloques -una decena-, que tienen 30 minutos cada uno.

Los últimos en hablar serán los jefes de los bloques mayoritarios, Gerardo Morales (UCR) y Miguel Pichetto (PJ).

En los pasillos del Senado se estimaba que, ante tal cantidad de oradores, no se votaría antes de la medianoche.

El proyecto de ley, redactado por el diputado Eduardo Di Pollina (Partido Socialista, provincia de Santa Fe) pretende que se garantice los derechos de las familias formadas por parejas del mismo sexo en igualdad absoluta de condiciones con las formadas por parejas heterosexuales, permitiendo el matrimonio y la adopción”; que “garantice el derecho a la identidad de las personas transexuales a usar legalmente su nombre y a disponer de su cuerpo con libertad”; y exigen que “los contenidos de la educación sexual en las escuelas incluyan el concepto de diversidad sexual y el rechazo a la homofobia, la lesbofobia y la transfobia”.

Según la organización de presión homosexual, el proyecto de ley pretende “la modificación del Código Civil para los derechos de todas las parejas con independencia de su orientación sexual, eliminando las restricciones inconstitucionales que obstaculizan el derecho al matrimonio a las parejas conformadas por personas del mismo sexo”.

En cambio, para la Iglesia “es un proyecto del demonio”. Ése es el mensaje que los púlpitos han predicado contra la ley que ya ha sido aprobada por el Congreso y previsiblemente saldrá adelante en el Senado. 200.000 manifestantes según los organizadores, 10.000 según la policía y 50.000 según la prensa defendieron en la Plaza de los Dos Congresos de Buenos Aires el mensaje que primero tronó en los alzacuellos y luego en las gargantas de los fieles.

 

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