«Las barcazas fueron una trampa mortal», aseguran

Las personas que estuvieron el pasado sábado en la largada de la competencia de aguas abiertas manifestaron que la corriente estaba muy fuerte y los llevó hacia las barcazas.

«Las barcazas fueron una trampa mortal», explicó un joven que logró salir con vida del río tras ayudar en el rescate de otras personas. En medio del dolor por la tragedia, recordó que ese día la fuerza de la corriente de agua hacía que los nadadores usen todas sus fuerzas y se cansen rápidamente, «a los pocos minutos todos estaban agotados», dijo.

En medio de una charla con las personas que el pasado sábado se encontraban en la orilla paraguaya, todos coincidieron que no se realizó un análisis del río antes de largar la competencia, responsabilizando de esta negligencia tanto a los organizadores, como a la Prefectura Naval Argentina y la Armada Paraguaya.

«Ni con 200 lanchas de Prefectura los salvábamos», dijo un joven porque manifestó que la fuerza del agua era impresionante y en ese momento de desesperación todos trataban de salvarse, agarrándose por lo primero que se le cruzaba».
«Ante semejante desastre, no se salvaban ni teniendo toda la armada del mundo, acá faltó prevención», dijo uno de los afectados a la tragedia.
Además descartaron que los competidores se acercaron mucho a las barcazas, porque a muchos metros la fuerza del viento te llevaba rápidamente hacia ese lugar.
Uno de los jóvenes que se arrojó al agua a rescatar a las personas, recordó que fue llevado hacia las barcazas y su piragua se partió en dos al chocar con estas y que milagrosamente logró salvarse al quedarse agarrado a su salvavidas.
Así también manifestaron que el día de la tragedia la elongación y charla previa duraron sólo diez minutos y años anteriores este ejercicio duraba casi una hora. Además el cambio de trayecto no era conocido por muchos competidores y no existían boyas indicándolo.
«De acá en más no debe realizarse nunca más la competencia, las aguas no están preparadas», coincidieron varios presentes.

«Me lo arrancaron a Sebastián»
Ana María Ruzecki y su esposo llegaron hasta el Pirá Pyta para acompañar en la búsqueda. La madre recordó a «Sebita» con mucho orgullo.
Tenía 19 años y padecía de enanismo, en los próximos días sería sometido a una operación que le permitiría crecer unos 15 centímetros, pero el río lo llevó con él.
Desde los cuatro años practicó natación, en principio por prescripción médica, luego por amor. Su madre recordó que una vez le dijo: «si muero nadando seré feliz porque va a ser haciendo lo que más amo».
Ésta no sería la primera vez que cruzaba el río, lo hizo en el 2006 ocupando el tercer puesto. Además amante del deporte, en una oportunidad fue en bicicleta hasta Itatí, pese a su discapacidad.
Pero él no deseaba que eso ocurriese tan pronto, soñaba con ser médico. «Sería un ciudadano útil, porque fue bien educado», dijo su mamá que aún no sale de la consternación.
«Me lo arrancaron a Sebastián», dijo la mujer, recordándo muchas anécdotas del pequeño que con su carisma se ganó el cariño de muchos desde muy pequeño.
A los tres años comenzó a transitar los pasillos del Instituto Beato Arnoldo Janssen, donde su madre es docente. Con su simpatía y sus ganas de luchar fue reconocido y querido por muchos. Esto quedó demostrado el martes cuando los integrantes y alumnos del colegio lo despidieron con aplausos, gritos y el tema de la estudiantina que más le gustaba.

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