«Hay mucha desigualdad interna»

Una de las cuestiones más problemáticas para los derechos humanos es la pobreza y las diferencias que hay dentro del país y en la misma provincia. La falta de oportunidades influye en la violencia, la explotación y la trata de personas, asegura Edmundo Soria Vieta, ministro de Derechos Humanos «Estamos haciendo camino al andar». Edmundo Soria Vieta cerró el segundo año al frente del ministerio de Derechos Humanos de la Provincia, una cartera inédita en Misiones y cuyos ejes son visibles por la alta sensibilidad de los temas que aborda: pobreza, discriminación, trata de personas y juicios de lesa humanidad son algunas de las áreas en las que se trabaja.
Y en todas, hubo resultados. Algunos alarmantes y otros alentadores, como la participación de docentes y alumnos en las tareas de concientización sobre los derechos de todos. «Estamos haciendo camino al andar», insiste Soria Vieta y ese hacer se basa fundamentalmente en desnaturalizar temas naturalizados en la sociedad.
«A partir de la creación del Ministerio en 2007 se han desnaturalizado problemáticas emergentes y que en esta decisión de transformar a los derechos humanos en política de Estado, los estamos abordando en una transversalidad. Decimos que el derecho humano es como un horizonte inalcanzable, pero que hay que ir en busca de él, porque hace a la dignidad de las personas, debemos garantizar la consagración del derecho humano porque hace a la calidad de vida y al respeto de cada individuo, los derechos humanos forman parte del ADN de los argentinos. No sólo la trata, te diría que hoy la pobreza estructural viola de manera degradante al ser humano. Porque un niño que anda descalzo no puede acceder a la educación, un niño con desnutrición, es un niño que no puede acceder a la educación, a una vivienda digna, al agua potable, que sus padres no puedan tener un trabajo en blanco, todo eso es una violación a los derechos humanos económicos, sociales y culturales. Para nosotros la mortalidad infantil es un desafío, el abuso sexual infantil, la violencia de género, donde en general la mujer es la víctima, entre el año 2007 y 2008 se han duplicado las denuncias en la comisaría de la mujer por violencia intrafamiliar.
¿Hay mucha discriminación en la sociedad misionera?
Nuestra sociedad tiene serios problemas de discriminación, discriminamos al aborigen, al negro, al pobre, al que no habla como nosotros, y a los discapacitados. Las veredas cubiertas de motos, de ropa, de comerciantes, atentan contra el discapacitado. En el transporte también discriminamos.
Habla de la pobreza como uno de los principales problemas. Y el Gobierno admite su existencia. ¿Lo condiciona de alguna manera?
Destaco el trabajo que se hizo desde el Ejecutivo para combatir la pobreza. El hecho de entregar microcréditos para dar impulso al sector productivo es combatir la pobreza, becar alumnos, luchar contra el trabajo infantil y luchar para blanquear el trabajo en negro, va contra la pobreza. La ley de tenencia de tierras, cuando se inauguran planes de viviendas sobre todo en pueblos del interior y en la chacra, construir escuelas, brindar un servicio de agua potable, es una lucha contra la pobreza. Pero sabemos que la pobreza estructural sólo se podrá combatir con educación y con trabajo. La virtud más grande que debe tener un político es la realidad, si nosotros seguimos admitiendo que la pobreza existe, discutimos la línea de pobreza, y la desnaturalizamos podremos darle pelea. Promover el desarrollo económico para mejorar la calidad de vida de las personas, está entre los desafíos.
¿Cómo se hace en el devenir, porque la pobreza sigue existiendo y es estructural en muchas partes de la provincia?
Lo estructural se combate con educación y trabajo. Por eso comparto la idea del Gobierno de un Estado presente, no uno que sea privatizador y se desentienda. Si no uno que promueve la inserción laboral y la capacitación. Hay una gran desigualdad interna, donde el Gobierno debe actuar con decisión priorizando zonas. Para nosotros, la frontera con Brasil debe ser una oportunidad de desarrollo, ya que pronto se convertirá en una de las principales economías del mundo.
Uno de los temas que más conmoción han causado en la sociedad es la trata de personas. ¿Cómo está ese flagelo?
Hay un atisbo de disminución de casos de trata. Pero ha cambiado el perfil de las víctimas y ahora el 80 por ciento de los casos que tratamos, son jóvenes misioneras, seguimos siendo un lugar de origen de víctimas de trata. Estamos atendiendo a 37 jóvenes con un promedio de estadía de un mes, se las trató concurriendo a la justicia y un equipo interdisciplinario, se les hace un seguimiento constante, las devolvemos a sus pueblos y tenemos que hacerle un seguimiento con una articulación con los intendentes casi cotidianamente, porque las amenazan para que cambien sus testimonios. Hay un fuerte trabajo para insertar a las víctimas a la sociedad, se les ha entregado becas y en otros casos les hemos encontrado trabajo, con empresas y familias que han aceptado la situación. Hay una chica trabajando en una heladería y en otros casos, también nos encontramos con un fuerte rechazo de sus propias familias.
En 2009 se brindó asistencia y contención de 86 damnificadas de trata, de los cuales seis eran paraguayas, once dominicanas y fueron alojadas 37 jóvenes en la Casa de Contención a la víctima de trata y las demás en el Albergue del Instituto de Previsión Social en forma transitoria . El 70% fueron misioneras provenientes de la Zona Norte (localidades de San Pedro, Eldorado, San Vicente, Andresito, El Soberbio, entre otras) y en su mayoría menores de edad.
Entre las jóvenes rescatadas durante el año pasado, el 23 por ciento tenía entre 13 y 15 años y 31 por ciento, de 16 a 18 años. El 74 por ciento fue rescatada en prostíbulos o whiskerias.
¿A qué se enfrentan, se trata de organizaciones locales o tienen ramificaciones en otras partes del mundo?
Es un crimen organizado. Rescatamos a una chica que estaba a punto de ser enviada a Europa desde Río Gallegos, donde en el puerto se las embarca en pesqueros. Pero tienen que saber que donde haya una misionera explotada, allá irá el Estado a asistirlas.
¿Cómo reciben las víctimas la ayuda del Estado?
En general, para casi todas somos la salvación. Pero otras se niegan a recibir ayuda, por la costumbre, la droga o los problemas psicológicos. Es como que sufren el síndrome de Estocolmo.

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas