A diez años de la muerte del «Pelado» Brítez piden justicia

El niño falleció cuando explotó entre sus manos una bomba de fabricación casera. Aunque era niños cuando sufrieron la pérdida de su amigo, lo siguen recordando y claman por justicia, para que la muerte del «Pelado» Brítez no quede impune. Ayer recorrieron las calles de El Alcázar, llegaron al lugar donde una bomba casera le quitó la vida, luego fueron a la iglesia donde ofrecieron una misa en su memoria.

«Es muy difícil enfrentar todo, a diez años que pasó todo, hoy nosotros empezamos a recordar y parece que fue ayer. Recién fui al cementerio y después al lugar donde murió mi hijo y parece que él está vivo, en cada caminata, en cada paso que uno da, en cada mirada yo le veo a él, siempre. Es difícil perder a un hijo, yo no le deseo ni a un enemigo», decía el padre del «Pelado».

El dolor de la familia Brítez y de todo los vecinos de El Alcázar se incrementa al ver que la muerte del «Pelado» no fue esclarecida, que ya pasaron diez años y no el respoansable de tan horrendo hecho continúa libre.

El padre explicó ayer que «un grupo de amigos de mi hijo decidió hacer una marcha. A mi ya me duele abrir la herida de lo que ya pasó hace diez años en un pueblo tan chico. Duele todo esto, la justicia de Misiones es demasiado sucia, hay jueces corruptos».

El único imputado en el caso fue el médico Hugo Fernando Salazar del Risco, lugar donde estaba la bomba casera que mató al niño. En su momento, explicaron que dentro de la caja había un matafuegos donde se había colocado el explosivo. Agujerearon la válvula y en el orificio colocaron la espoleta. Un elástico la activó al despegar el ladrillo de la caja. Al matafuegos habían pegado clavos de una pulgada y media como esquirlas. Con la explosión, los clavos se dispersaron en un radio de 25 metros

Para los familiares de «Pelado» Brítez, en El Alcázar el único capaz de armar una bomba era Salazar del Risco. Y esta opinión fue compartida por la mayor parte de los pobladores.

En noviembre de 2000, Salazar del Risco afrontó un juicio, en el que los jueces Demetria González de Canteros y Angel Dejesús Cardozo con su voto sostuvieron que no estaban seguros que el médico fuera el responsable del hecho; como sí lo estuvo el camarista Roque González, el único que antes del debate fue a El Alcázar para no quedarse sólo con lo que decía el voluminoso expediente.

Salazar del Risco quedó en libertad por el beneficio de la duda, volvió a Perú, su país de origen, donde la justicia rechazó su extradicción para aforntar un nuevo juicio por el mismo hecho.

El trágico episodio

Jorge Daniel Brítez, «el Pelado», como lo llamaban sus amigos del equipo de fútbol donde jugaba de 10, tenía 11 años. Era alumno del 4º grado de la Escuela Primaria 272, de El Alcázar. Todos los días recorría en línea recta las pocas cuadras que separan su casa de la escuela. Siempre iba con tres amigos, entre ellos Maximiliano Piriz.

El 15 de octubre de 1998, el Pelado y Maxi siguieron un camino que nunca hacían. Tomaron por el bulevar Belgrano, que termina justo en la plaza céntrica. Jorge apretaba en su puño dos pesos, con los que pensaba comprar el regalo para el Día de la Madre. Maximiliano lo acompañaba.

Sobre la esquina de Belgrano y Colón, justo frente a la puerta del garaje de la casa del médico, los dos chicos vieron una caja de pescadores, roja y blanca, cerrada con un candado y con un ladrillo encima. A Jorge se le ocurrió averiguar qué había dentro, y movió el ladrillo. La caja estalló en mil pedazos y mató al chico en el acto. Un policía de civil y profesor universitario pasaba en ese momento por el lugar.

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