Sergio Romero tiene brillo propio y el temple forjado a fuego lento

Le llegó la oportunidad de su vida luego de la lesión de Oscar Ustari. Arribó a Beijing como suplente y se convirtió en guardián exclusivo del arco albiceleste. Trabajo, paciencia y humildad, son cualidades que engrandecen sus condiciones como deportista de alto nivel. El ex Racing, que actualmente milita en el AZ Alkmaar de Holanda y que también se destacó en la Sub 20, disfruta de un merecido festejo.

Para Sergio Romero, ya significaba un sueño cumplido integrar la selección argentina de fútbol Sub 23. Cuando el plantel de Sergio Batista llegó a Beijing, con el objetivo de defender el oro obtenido cuatro años atrás en los Juegos Olímpicos de Atenas, Sergio sabía que el arquero titular iba a ser Oscar Ustari.

Tal vez ni se le pasaba por la cabeza terminar defendiendo los tres palos de la selección, una oportunidad que le llegó por la desgracia de Ustari, quien se rompió los ligamentos en el partido contra Holanda por cuartos de final.

A Romero le quedó la responsabilidad de salir del banco para defender lo que estaba haciendo Ustari. «Lamentablemente ocupé el puesto por la lesión de un compañero. A Oscar le dije que íbamos a ganar la medalla de oro porque se la merecía. El arco estuvo en cero cuando él no jugó. Lo defendí por él y por Navarro, que nos dio una mano».

«No veníamos a jugar sino a defender la medalla de Atenas 2004. Pudimos cumplir la meta y nos vamos contentos».

Así como a Sergio Goycochea le tocó reemplazar a Nery Pumpido en el Mundial de Italia 1990, Romero sintió la presión de debutar en una semifinal olímpica ante Brasil para luego ganar el oro. «Tenía que hacer bien las cosas para defender el oro. Por suerte el flaquito (Angel Di María) definió de manera espectacular», se sinceró.

El misionero de 21 años, nacido el 22 de febrero de 1987 en Bernardo de Irigoyen y radicado desde su niñez en Comodoro Rivadavia, ya había sido titular ante Serbia, cuando Argentina ya tenía la clasificación asegurada en su grupo y Batista decidió guardar algunos titulares.

Fue figura en aquel encuentro, y después le tocó reemplazar a Ustari con una sobria actuación ante Holanda. Llegó Brasil, «el» rival eterno, y Romero volvió a demostrar que estaba a la altura de cualquier tipo de circunstancia, como lo reafirmó ayer en la final ante Nigeria.

De la CAI a Racing y a la conquista del mundo

Los últimos años pasaron rápido para Sergio, pero para llegar a lo más alto tuvo que afirmar sus bases bien de abajo. No quemó etapas, sino que aprovechó al máximo las oportunidades que se le presentaron en los momentos justos.

Dio sus primeros pasos en la Comisión de Actividades Infantiles de Comodoro Rivadavia, y a los 15 años ya estaba en Racing de Avellaneda, donde pisó la Primera división a los 17, cuando el técnico era Ubaldo Matildo Fillol y lo llevó para entrenar con los grandes.

Con el segundo ciclo de Reinaldo Merlo en la «Academia», Romero fue titular en tres partidos (era suplente de Gustavo Campagnuolo). Jugó uno más cuando asumió Miguel Micó como interino, y a partir de allí empezó su despegue definitivo.

Su gran actuación en la Sub 20, fue suficiente como para que el entrenador holandés Louis Van Gaal fijara la mira en el joven arquero, quien desde el año pasado milita en el AZ Alkmaar.

Con la Selección juvenil en 2007, Romero fue elegido como el mejor arquero del Sudamericano que se disputó en Paraguay. Allí, la Sub 20 clasificó al Mundial de Canadá 2007 (donde obtuvo el título) y a los Juegos Olímpicos Beijing 2008.

Sergio siguió creciendo, y en junio de este año, antes de los recientes partidos por las eliminatorias sudamericanas para el Mundial de Sudáfrica 2010, fue convocado como tercer arquero por Alfio Basile, para los amistosos que la selección mayor disputó con México y Estados Unidos.

Como una advertencia del destino, la convocatoria de Romero a la mayor llegó luego de una lesión de Ustari. El destino quiso que Sergio festeje dentro de la cancha en Beijing 2008, pero no caben dudas de que el arquero comodorense hizo méritos como para cristalizar su sueño.

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