Paraguay se suma a la tendencia progresista en Latinoamérica

El ex obispo asumió la Presidencia con promesas de terminar con la corrupción y luchar contra la desigualdad. Nueve presidentes lo acompañaron y miles de personas lo vivaron en los actos realizados en el centro de Asunción.

Junto a Cristina, Fernando Lugo abrió el desfile cívico militar que le puso fin a la ceremonia de trasmisión del mando.

Junto a Cristina, Fernando Lugo abrió el desfile cívico militar que le puso fin a la ceremonia de trasmisión del mando.

«La digna estirpe paraguaya despierta nuevamente». Fernando Lugo le puso fin ayer a 61 años de hegemonía colorada y se convirtió en el primer presidente paraguayo en recibir el mandato de un jefe de Estado de otro color político en 161 años de historia. Rodeado de los principales presidentes de América Latina, sumó al Paraguay a la tendencia progresista en todo el continente y juró preocuparse principalmente por los pobres y excluidos.

La plaza del Congreso rugía. La asunción se realizó en el mismo escenario que quizás marcó el inicio del fin del dominio del partido Colorado: allí donde ayer había banderas paraguayas, consignas de izquierda y gritos de aliento de miles de personas, en marzo de 1999 murieron a balazos siete jóvenes en lo que se conoció como el marzo paraguayo, en plena crisis por el asesinato del vicepresidente Luis María Argaña. Paradójicamente Lino Oviedo, primero vinculado a la masacre, aunque ahora la Justicia lo libró de culpa y cargo, fue, como senador, quien pidió que se proclame presidente a Lugo en la asamblea parlamentaria.

Es un país de fuertes contradicciones Paraguay. El lujo convive con la extrema pobreza en una muestra de desigualdad que duele. Lugo sabe que ese es el principal desafío.

«Ahora es tiempo de mirar hacia delante y trabajar denodadamente la ingeniería colectiva del futuro del Paraguay. No será tarea fácil. El sendero estará empedrado de obstáculos que permanentemente pretenderán cegarnos con los espejismos del reciente pasado dictatorial que ha infiltrado nuestra cultura, como la capacidad asociativa, la conciencia crítica, la innegociable dignidad», lanzó en su primer discurso como Presidente.

«Hoy termina un Paraguay exclusivo, un Paraguay secretista, un Paraguay con fama de corrupción, hoy se inicia la historia de un Paraguay cuyas autoridades y pobladores serán implacables con los ladrones de su pueblo, con acciones que nublen la transparencia y con aquellos pocos dueños feudales de un raro país del ayer enclavado en el presente».

Pero ante un panorama de poder dividido en el Congreso, también lanzó un llamado a la convivencia política. «Es importante que vuestro Presidente deje en claro un dato: el cambio no es una cuestión electoral; el cambio en Paraguay es una apuesta cultural, quizás la más importante en su historia.

Por lo tanto no se trata de un proceso que tiene vencedores ni vencidos ni propietarios exclusivos. Este cambio es la oportunidad que tenemos unos y otros en nuestra querida nación para asumir la copropiedad del proceso que no requiere otra cosa que intención de producir aportes desde la gestión que ejerciéramos para sostenerlo, lo cual es la propia cancelación de la interminable transición y nuestra incorporación plena al universo de democracias consolidadas del mundo», suavizó mirando a sus opositores, que recibieron tremendas silbatinas del público. La peor fue para el presidente saliente, Nicanor Duarte Frutos: «Nicanor, Tacumbú», le gritaban. Tacumbú es el penal más duro del Paraguay.

El primer discurso también dejó otras lecturas. Lugo promete negociar fuerte con Brasil y la Argentina los tratados de Itaipú y Yacyretá para lograr mejorar el precio que recibe Paraguay por la energía generada en forma binacional. «Esta Alianza ha dialogado con la comunidad y desde tal espacio compartido ha surgido siempre como una inquietud la necesidad de un mayor impacto socioeconómico de los emprendimientos energéticos compartidos en la actualidad con los pueblos hermanos de Brasil y Argentina. Obedientes al mandado acudiremos ante nuestros pares en el afán de encontrar que estas «causas nacionales» se transformen en «Causas Binacionales de objetividad, solidaridad y conciencia de un futuro compartido».

Con el presidente brasileño la situación es difícil. Lula Da Silva no quiere revisar el tratado y aunque no descartó pagar más por la energía, dijo que será siempre y cuando no afecte el precio al usuario brasileño. En cambio, con Argentina las relaciones parecen ser más fluidas. La Presidenta Cristina Fernández no dio pistas sobre su postura en cuanto a Yacyretá, pero auguró las mejores relaciones entre ambos países.

El que fue más allá fue Tabaré Vázquez: «Uno de los ejes de las relaciones entre ambos países, o sea Paraguay y Uruguay, es la lucha para buscar la eliminación de la enormes diferencias existentes en el Mercosur», indicó el presidente uruguayo.

Un poder mucho más terrenal

Con 57 años, Fernando Lugo quedará en la historia como el religioso que pudo quebrar al partido Colorado, que se mantuvo 61 años en el poder. Lugo cambió el sacerdocio por un poder mucho más terrenal, pero no parece haber cambiado demasiado. Vestido con una sencilla camisa blanca, pantalón gris y sandalias, se convirtió en otro presidente latinoamericano que se vuelca a una política progresista, lejos de los dictados exigentes del mercado. Con Chávez, Cristina Fernández, Evo Morales y Rafael Correa puede contribuir, como socio minoritario, a un eje de poder dentro del Cono Sur que lo aleje de la dependencia exclusiva de decisiones ajenas. Como muestra de los nuevos aires, se mostró distendido con Evo, avanzó en acuerdos con Chávez y le mandó efusivos saludos a Fidel Castro en Cuba. Deberá contar con todos ellos para cambiar el destino paraguayo, hasta ahora sumido en la pobreza, la desigualdad y la corrupción.

De todo el mundo

Nueve presidentes y 98 delegaciones diplomáticas se constituyeron en testigos de honor de la asunción de Lugo.

Entre quienes lo escoltaron en el Congreso, la Catedral Metropolitana y luego el histórico Palacio de López, además de Cristina Fernández, estuvieron los presidentes de Ecuador, Rafael Correa; de Bolivia, Evo Morales; de Honduras, José Manuel Zelaya; de Uruguay, Tabaré Vázquez; de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva; de Chile, Michelle Bachellet; y de Venezuela, Hugo Chávez.

También estuvieron los vicepresidentes de Cuba, José Ramón Machado; de Irán, Samareh Hashemi; de Perú, Luis Giampetri; de Guatemala, Rafael Espada; de Colombia, Francisco Santos; y de Panamá, Rubénm Arosema; junto al Príncipe de España, Felipe de Borbón.

Los mandatarios llegaron el jueves por la noche para disfrutar de una cena ofrecida por el ex presidente Nicanor Duarte Frutos y ayer almorzaron con el flamante presidente. Por la noche, el único jefe de Estado que se quedó en Asunción, fue Hugo Chávez.

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