La tradicional muestra de fé se realizó ayer bajo un fuerte sol que provocó algunos desmayos entre la multitud de fieles. El obispo Rubén Martínez no estuvo en la misa central por hallarse en un encuentro con seminaristas mayores. Cerca de cinco mil personas participaron ayer de la tradicional peregrinación en honor a Santa Rita. Si bien el día de la Patrona de lo Imposible es el jueves, ayer se realizaron las fiestas patronales que incluyeron misas durante toda la jornada y la celebración central no contó con la presencia del Obispo de la Diócesis de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez quien se encontraba participando de un encuentro con los seminaristas mayores. En la homilía, el párroco de la Parroquia Santa Rita, Alberto Barros llamó a los cristianos a alejarse de las actitudes soberbias y a no juzgar a sus hermanos, con el objetivo de tratar de imitar a Jesús con una mirada amplia para los que más lo necesitan.
La procesión en honor a Santa Rita partió a las 8 en punto desde la Catedral de Posadas y arribó al templo minutos después de las 10, tras lo cual comenzó la misa central.
La cálida mañana dominical no fue impedimento para que cerca de cinco mil devotos peregrinaran junto a la imagen de la Patrona de los Imposibles. Junto a ella estuvieron los servidores y la guardia de honor de la Escuela de Cadetes de Policía de la Provincia.
Al momento de la celebración hubo varios feligreses que se desmayaron y rápidamente fueron asistidos por una ambulancia que fue dispuesta a tal efecto.
El padre Alberto felicitó a los peregrinos por su demostración de fe e instó a todos los cristianos a imitar a Jesús dejando de lados los prejuicios que tanto daño hacen a las personas. Pidió perdón en nombre de la Iglesia porque muchas veces fueron sus propios miembros los que «condenaron a las personas divorciadas o a las madres solteras».
«Pedimos una iglesia pobre y humilde. Que opte por los más débiles y sufrientes. Que al mismo tiempo reconozca la santidad en el corazón de cada uno de sus miembros con sus fragilidades para depositarlas en el corazón misericordioso de Jesús», añadió.
