Dicen que habrá que estudiar más a fondo los efectos del cambio de hora sobre el reloj biológico de cada persona

Si bien es un tema científico que requiere, ineludiblemente, mayores y más detallados estudios, investigaciones recientes muestran que el cambio del horario de verano a invierno programado con la finalidad de ahorrar energía- no logra ser asimilado por el reloj interno de las personas. [su_note note_color=»#cdcdcd»]En un trabajo de la revista científica Current Biology, se demostró que estos cambios que, es necesario admitir alcanzan anualmente al 25% de los 6.000 millones de personas y representan una disrupción significativa en el metabolismo.[/su_note][su_note note_color=»#cdcdcd»]Como ocurre con todos los seres vivos, los relojes biológicos o circadianos aprovecha la luz del día y la oscuridad de la noche para sincronizar diversas funciones metabólicas.[/su_note]En un trabajo publicado hace una semanas por la revista científica Current Biology, se demostró que estos cambios que, es necesario admitir, alcanzan anualmente al 25% de los 6.000 millones de personas- representan una disrupción significativa en el devenir metabólico.

Por lo tanto, concluyeron los autores, un grupo de profesionales alemanes, no podemos descartar que los cambios de hora generen efectos no deseados en varios aspectos de la fisiología de las personas.

Cuando implementamos cambios pequeños en un sistema biológico, que parezcan a primera vista ser triviales, analizados en un contexto amplio y masivo podrían tener un impacto mucho mayor de los pensado, afirma Till Roenneberg de la Universidad Ludwig-Maximilian-University de la ciudad de Munich, Alemania y autor principal del artículo en cuestión.

Roenneberg concluyó que es todavía muy temprano para poder afirmar que si estos cambios de horario estacionales tienen, o no, impactos serios en la salud pública en el largo plazo. Pero los resultados preliminares indican que sería necesario considerar esta posibilidad en forma seria e investigar más sobre este fenómeno.

Los datos crudos

Como ocurre con todos los seres vivos, los relojes biológicos o circadianos aprovecha la luz del día y la oscuridad de la noche para sincronizar diversas funciones metabólicas. El ritmo circadiano sigue al Sol y cambia dependiendo de la longitud y latitud de dónde se vive. Usualmente cambia en intervalos de cuatro minutos.

Cuando el día se acorta o se alarga, en invierno y verano, el cuerpo va siguiendo el tenue cambio en el horario de luz oscuridad y los diversos relojes biológicos se van sincronizando. Pero lo cierto es que según Roenneberg- pocos estudios epidemiológicos han estudiado las consecuencias a largo plazo sobre la salud de los cambios de hora bruscos y forzados invierno-verano que, bien hechos, sirven para ahorrar energía.

Las escasas investigaciones parece mostrar que el cuerpo y los patrones de sueño vigilia se ajustan solos en pocos días. Sin embargo, una gran encuesta que examinó los patrones de sueño de más de 55.000 personas de Europa Central encontró que el reloj biológico no cambia con el decreto. «Durante el invierno, hay un preciso seguimiento del amanecer en la conducta de sueño humana, pero esta evolución se interrumpe de manera completa e inmediata cuando se introduce el horario de verano. Y recién se vuelve a la normalidad cuando se regresa el horario estándar en el otroño.

En otro estudio, esta vez más pequeño, el grupo de Roenneberg evaluó durante 2 meses el horario de sueño y de actividad durante el cambio al horario de verano en un grupo de 50 personas, tomando en cuenta las preferencias naturales de horario, o «cronotipo», de cada persona, lo que varía desde aquellos que prefieren la mañana hasta los amantes de la noche. Las conclusiones marcaron que si no cambiáramos al horario de verano, la gente se ajustaría al amanecer durante el verano y una vez más en otoño», afirmó Roenneberg. «Pero el cambio de horario impuesto interrumpe el ajuste natural.

El experto critica la idea de no investigar el fenómeno más a fondo y explica que usualmente solemos pensar que un cambio de este estilo es de apenas una hora pero lo cierto es que el desfase es bastante drástico ya que para el reloj biológico esos 60 minutos se convierten en total- en una diferencia de 10 semanas bruscas de lo que deberían haber sido suaves ajustes diarios.

Y para explicar su punto Roenneberg culmina diciendo es como si la población de Alemania fuera trasladada de un día para otro a Marruecos, al comienzo del verano y llevada nuevamente a su lugar de origen al empezar el otoño. (www.saludyciencias.com.ar Por Enrique Garabetyan)

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