Se trata de Alejandra Schmitz, quien realizó sus estudios en la Universidad de Tucumán. Tras rendir su tesis en los próximos meses se convertirá en la primera especialista de esta ciencia oriunda de Misiones.
En el «Jardín de la República» se levanta la Universidad de Tucumán. Allí donde las punas se juntan con los valles, acaba de egresar una nueva arqueóloga. Es nacida en Misiones y se llama Alejandra Schmitz . Para el mes de marzo presentará su trabajo práctico final, la tesis.
Inicio sus caminos por esta aventura en 1997, cuando finalizaba sus estudios secundarios en el colegio Santa María. «Me gustaba mucho la historia. Pero como que le faltaba algo, ese trabajo de campo que tiene la arqueología» afirmó la museóloga y flamante arqueóloga.
Había un problema ¿dónde estudiar la carrera? Así fue que junto a la psicopedagoga del colegio encontraron el lugar indicado. El viaje tenía como destino a la región del noroeste, más precisamente la provincia de Tucumán.
«Me fui a estudiar arqueología por la necesidad que hay en la provincia. Muy poca gente trabajando, hay falta de conocimiento. Fui a estudiar, aprender de mi profesión y trasmitirlo en la provincia, ya sea en la parte de investigación, educación o gestión» sostuvo Schmitz.
Para ella «un arqueólogo tiene que ser apasionado, tiene que tener mucha capacidad investigativa. Utilizar la imaginación y por su puesto muy respetuoso de los que va a investigar».
En cuanto a su trabajo final Alejandra contó que «se trata de cordeles arqueológicos».
«Me estoy especializando en cordelería, que son todas aquellas cuerditas, hilos que tienen distintas funciones. En la época de los cazadores recolectores tienen la función de ser parte de los instrumentos de armas, caza, para hacer trampas. Después en la época de la agricultura para recolectar y transportar las semillas, verduras», explicó.
Su trabajo está a punto de terminar pero como anécdota contó que solamente la clasificación de cordeles le tomó tres meses.
«El material estaba disperso en distintos sitios, había que rejuntarlos. En algunos casos ya estaban separados porque cuando excavamos tratamos de separa los materiales, tejidos, cerámicas. Pero en algunos casos se hicieron rescates arqueológicos», añadió.
Trabajar con pasión
Alejandra Schmitz disfruta de su trabajo porque lo vive como una pasión.
«Se torna una pasión investigar constantemente, buscar respuestas a algún problema que siempre surgen en la arqueología y eso hace más dinámico a la carrera», explicó la joven profesional.
Hace dos años realiza trabajos en el Museo Aníbal Cambas de la capital provincial. Pero tiene propuestas para formar parte de la reconstrucción del Museo Andrés Guacurarí.
Con la mirada puesta en futuro no muy lejano, la arqueóloga reflexionó que aún «queda pendiente la incorporación definitiva al programa las Misiones Jesuíticas y comenzar a trabajar en la parte de gestión. Ayudarle en trabajo de campo».
Además agregó «seguir trabajando en el Museo que necesita colaboración en la parte técnica de gente especializada».
Potencial único
Alejandra Schmitz fue tajante al manifestar que para ella Misiones tiene un potencial arqueológico único.
Sin embargo reparó en el hecho de que la provincia no tiene gente capacitada para llevar acabo el trabajo y que este sea continuado.
Pese a esto Alejandra sueña con poder trasmitir todo los conocimientos adquiridos a los jóvenes. Porque de ellos dependerá la valoración y el cuidado de los distintos patrimonios y recursos naturales que posee nuestro país. Como dicen algunos conocer el pasado, para entender el presente y esperar el futuro.
La reflexión final gira en torno al nuevo escenario que se conforma en la provincia con la nueva gestión de gobierno que deberá tener en cuenta este aspecto si se piensa en políticas que protejan el patrimonio de todos los misioneros. El legado de los hermanos guaraníes y los vestigios de los sacerdotes jesuítas aún esperan bajo la tierra el descubrimiento que los haga parte de nuestra Historia y así poder conocer más nuestras raíces.
