La verdad como bien supremo

El documento elevado por el Obispo de Iguazú Marcelo Martorell al Episcopado, revelando la presunta existencia de un «descomunal desfalco» en la Pastoral Social y en Cáritas de dicha Diócesis, estremeció no sólo a la comunidad católica del norte, sino a miles de misioneros seguidores de la actualidad en toda la provincia y fuera de sus límites.

La respuesta no provino de quienes deberían sentirse directamente aludidos, sino de quién los guió y cobijó en la tarea pastoral durante veinte años, el antecesor de Martorell, Joaquín Piña.

El ex obispo no ahorró críticas al actual conductor de la Diócesis, sino que intentó ver en el documento publicado una suerte de conspiración «de los ricos» para quedarse con la «iglesia de los pobres», y, de paso, involucró a este medio en esa suerte de conjunción de voluntades para perjudicarlo a él y sus principales colaboradores.

La verdad, es que Misiones On Line accedió a un documento que ya todos conocían en la Pastoral Social del norte, y en las máximas instancias del catolicismo argentino, pero que nadie se atrevía a publicar y debatir.

Y cumpliendo con nuestra misión profesional, eso es lo que hicimos y haremos, como siempre. Más que respuestas cargadas de pirotecnia ideológica, es importante saber si el contenido del documento es cierto o no.

Si es verdad o no que varios integrantes de la Pastoral cobraban a la vez honorarios de distintos programas de ayuda a los niños y los pobres, alcanzando ingresos mensuales de entre dos mil quinientos,

cuatro mil y hasta más de seis mil pesos.

Si es verdad o no la existencia de sobrefacturación en compras de productos para los más desposeídos, compartiendo el Iva con los proveedores.

Si es verdad o no la existencia de doble facturación, haciendo figurar en el número de beneficiarios de programas de ayuda del Ministerio de Desarrollo Social, a personas que están cubiertas con ayuda llegada en Euros desde Alemania. Si es verdad o no que algunos proyectos liderados por la Pastoral Social tenían el 30 por ciento de la financiación conseguida para «honorarios» y el 20 por ciento para «gastos».

Si es verdad o no que en veinte años, no se llevaron registros contables de «ingresos» ni «egresos», y menos aún del balance obligatorio. Esas son algunas preguntas que necesariamente deben ser contestadas por todos los mencionados en el documento -publicado ayer en exclusiva por este diario-, para que la verdad salga a la luz. Después sí puede haber espacio para otras discusiones, pero debería ser en una ciudad como Iguazú donde aún hay gente que sufre enfermedades como la Lepra, un debate de ideas, y no un planteo ligero sobre supuestas luchas ideológicas o falsas conspiraciones.

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