Científica misionera desarrolló poderoso y económico fungicida

Está hecho a base de azúcar, extracto de clavo de olor y polietinelglicol. Hasta ahora no encontraron hongo patológico que se resista a la formula. Un frasquito de 50 ml. cuesta sólo 60 centavos. Sin producir efectos colaterales mata en poco tiempo a una gran variedad de hongos que afectan a seres humanos.

Con una sencilla y barata fórmula a base de azúcar, eugenol y polietinelglicol, la científica misionera logró crear un fungicida eficaz y económico, único en el mundo. Se trata de Marta Medvedeff, y su equipo de la Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales de la Universidad Nacional de Misiones quienes investigaron durante 15 años cómo combatir una afección tan común y muchas veces difícil de tratar, como son los hongos.

Alguien que haya padecido o padece un cuadro de micosis en cualquier parte del cuerpo sabe lo costoso que son los medicamentos que debe adquirir en las farmacias. Y dependiendo del tipo, debe realizar un largo tratamiento, a veces sin los resultados esperados.

La investigadora recibió a MisionesOnLine en su laboratorio del módulo de Farmacia y Bioquímica en la Escuela de Enfermería y contó la historia de cómo llegó a la novedosa fórmula. Primero comenzó con el azúcar que es un antiséptico universal, que mata microbios y bacterias evitando infecciones. El eugenol es el aceite esencial que se extrae del clavo de olor, más conocido por su uso en gastronomía, con la misma función. «Estos elementos lo que hacen es secar a los hongos, lo que en química se conoce como «actividad agua». Es un proceso de succión del microorganismo», explica. Mientras que al organismo humano no le produce ningún daño. «Inclusive lo pueden utilizar los diabéticos», agregó.

Por solicitud de un médico, que utilizaba azúcar en el tratamiento de sus pacientes, Medvedeff comenzó la investigación en el año 1993. La pregunta estaba en cómo actuaba el dulce en hongos que son seres más complejos que las bacterias. Después introdujeron el uso del eugenol y por último el polietinelglicol. «Ahí se empieza a trabajar con la mezcla y comenzamos a ensayar con todos los hongos. Todos los de la parte clínica, las de mayor frecuencia dentro de las micosis, todas las patologías ya sean superficiales, cutáneas, subcutáneas y profundas», relata.

A medida que iban realizando las pruebas en el laboratorio «veíamos que sólo con el azúcar, demoraban casi un mes en morir. Le agregábamos eugenol, moría a los cinco días. Le agregamos polietinelglicol, que es un nexo entre el aceite y el agua y moría en segundos. Entonces empezamos a ver que había un sinergismo. Eso en in vitro», comenta la científica. De todos los componentes de la fórmula, «ninguno es tóxicos, pero el sinergismo de los tres se potencia», explica.

En cuanto a la posibilidad de que los hongos generen algún tipo de resistencia a la formulación, la investigadora fue categórica al asegurar que «no existe posibilidad porque cualquier microorganismo no puede vivir sin agua. El método es iniciar un proceso de deshidratación. Esto podría andar tanto para células vegetales y animales», explicó, dejando abierta la posibilidad de utilizar el producto en ataques a cultivos.

En el laboratorio experimentaron «con más de 40 hongos y ninguno sobrevivió a la fórmula» explicó.

Pasos a seguir

En tantos años de experimentación, la científica misionera siempre trabajó en el laboratorio, pero para poder avanzar en el proyecto de tesis de doctorado debía ampliar el trabajo incluyendo la industrialización del producto. Por un lado, al ser aprobado como fitoterápico «se obviaba la parte de experimentar en animales, y se pasa a la parte de industrialización del producto directamente», comentó.

A pesar de lo novedoso de la formulación, Medvedeff asegura que «no hay ningún secreto, está todo legislado por el Anmat». En cuanto a la viabilidad económica del proyectos dice que «es baratísimo, ya sea importando el eugenol porque acá no se produce, incluso las producciones de clavo son insuficientes. De todos modos el producto es baratísimo. El azúcar la tenemos acá».

El plan es seguir con el proyecto a través de la Universidad en el Parque Tecnológico. El equipamiento necesario para la puesta en marcha de la fabricación del producto no es complejo ni costoso. «Todos los estudios están hechos en base a que son equipamiento de uso común. Por ejemplo en el supuesto de que tengamos que extraer el aceite de clavo de olor, el equipo de extracción sería el mismo que se usaría para otro tipo de plantas, que se usan acá. Entonces se obtiene los principios activos. Un mezclador, para hacer el preparado y después un dosificador y no hay ningún secreto».

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