José «Kililo» Jensen, ex preso político y miembro de la agrupación peronista 13 de Julio, consideró que en la sociedad actual se ven rastros del «no te metás» y que se hace presente en la cotidianidad. Elogió la política de Derechos Humanos impulsada por Kirchner.
Testimonio viviente. José Kililo Jensen reflexionó acerca de los 31 años del Proceso de Reorganización Nacional.
[su_note note_color=»#cdcdcd»]Mientras estuvo privado de la libertad muchas veces pensó que lo iban a matar [/su_note]»Lo que tenemos que dejar en claro es que constantemente hay que defender las instituciones de la democracia y que debe haber una justicia renovada», sostuvo el ex preso político, José «Kililo» Jensen que recordó su experiencia al cumplirse un nuevo aniversario del Golpe de Estado de 1976. El integrante y uno de los fundadores de la agrupación peronista 13 de Julio reflexionó acerca del individualismo imperante en la sociedad actual y las diferencias con los preceptos de aquel entonces.
«Cuando llegamos a estudiar a la Universidad de La Plata, era una etapa especial donde redescubríamos el peronismo. El sueño era la vuelta de Perón y nos dedicábamos a trabajar en los sindicatos y los gremios alentando esa idea», contó.
Por otro lado, destacó que en aquellos años se buscaba el bien común y los pensamientos eran masivos, al compararlos con la sociedad actual a la que definió como «una suma de intereses individuales».
Recordó que sus progenitores siempre militaron en política, su padre, por entonces, comenzó a transitar los caminos de la Unión Cívica Radical pero luego se unió a las fuerzas peronistas. Su madre, de nacionalidad paraguaya, también estuvo ligada a la política. Perseguida por sus convicciones liberales en la época del dictador Alfredo Stroessner, la familia decidió afincarse en la tierra colorada.
Tras su paso por la facultad en La Plata y ya con el título de ingeniero electricista en mano, Jensen se dirigió a la ciudad de Oberá donde se convirtió en uno de los fundadores de la actual unidad académica de la UNaM en esa ciudad.
Mientras ejercía como docente, un martes 13 de abril de 1976, fue capturado por la policía. Si bien el motivo de su detención no estaba claro, supo sobrellevar cinco años y ocho meses preso, dejando sola a su esposa embarazada y a su pequeña de tres años.
«Me preguntaban por mis actividades y por la vida de mi hermano, a quien lo habían apresado en un bar junto a dos amigos, Horacio Pietragalla y un tal Saucedo. Tiempo después apresaron a mi señora y tras una semana de cautiverio pudo recuperar la libertad y así emprender el viaje a España», relató.
Durante los años que pasó privado de la libertad, muchas veces pensó que lo iban a matar, «nos sacaban al exterior varias veces y simulaban un fusilamiento», dijo.
Con sus 63 años y una mirada serena confesó que no piensa volver a incursionar en la política como candidato, pero que su participación es constante. «Después de haber vivido tiempos donde sistemáticamente se instaló el terror en la gente, y donde no había posibilidades de expresarse libremente, creo que debemos defender las instituciones de la democracia», manifestó.
Por otro lado, consideró que la Justicia es obsoleta para los tiempos que vivimos dado que, la lentitud de los procesos judiciales, hace estragos y revela que aún no hay garantías para los ciudadanos.
«Gobernar es sostener a las instituciones a través de las cuales se logra una estabilidad que da garantías a las personas. Con una justicia independiente porque estamos en épocas donde la sociedad es más individualista, y el sistema judicial debe velar por las garantías de todos, de igual manera», indicó. Destacó la política de Derechos Humanos que se encara a nivel nacional pero alertó de mecanismos que operan con total impunidad, refiriéndose a la desaparición de Julio López, tras haber prestado declaración contra un ex represor.
«El temor sigue estando en las personas y lo vemos cuando han pasado treinta años de los sucesos aberrantes. El no te metás sigue calando hondo en la sociedad que, poco a poco, reflexiona respecto del pasado del cual hay que aprender», añadió.
Finalmente, destacó la defensa de la constitución que se manifestó en las elecciones a convencionales constituyentes del año pasado, calificándolos como «un acto de madurez de la democracia».
El primer misionero desaparecido fue identificado en Córdoba
El equipo argentino de antropología forense, a lo largo de 2003 en el marco de la causa judicial «Averiguación de enterramientos clandestinos» que se tramita ante el juzgado federal N°3 de la ciudad de Córdoba halló los restos de Juan Jensen, primer misionero identificado luego de su desaparición, junto a 90 cuerpos más en el cementerio de San Vicente.
Para este trabajo se utilizaron libros de la morgue judicial, del cementerio municipal órdenes de inhumación y actas de defunción asentadas en el registro civil. De este material se constató el traslado masivo de cuerpos que se produjo desde la morgue al cementerio de la capital de Córdoba en los años del proceso dictatorial. Luego de verificar que se realizaron inhumaciones clandestinas en el cementerio municipal de San Vicente se desarrollaron excavaciones en el sector C del establecimiento, lugar que fuera sugerido por un testigo de la morgue.
Además de Jensen fue localizado uno de los amigos con el que se encontraba el 26 de marzo de 1976, día de la desaparición, que era un joven de 27 años llamado Horacio Pietragalla, los signos de la muerte de éste fueron: heridas por proyectil en el tórax, mientras que Juan Jensen presentó cuatro orificios de bala en el cráneo. En 25 esqueletos analizados por los especialistas, éstos indicaron que el 88 por ciento presentaba impactos de proyectiles de arma de fuego, el 8 por ciento lesiones contusas y el cuatro por ciento traumas cortantes.
En el primer caso la mayor parte de los esqueletos presentaban politraumatismos por más de un impacto, en el 64 por ciento mostraban lesiones en el cráneo, además del tórax y abdomen, y el cuatro por ciento restante heridas de bala sólo en extremidades.
