Falta de insumos demora el refinamiento de tártago

Exportaciones de la aceitera Santo Pipó están retrasados por falta de material filtrante. Se aplicará un proceso de filtrado y decantamiento para obtener un aceite apto para usos cosméticos. El producto se usa para fabricar lápices labiales. Por falta de un producto específico para el refinado del óleo obtenido del tártago, en la Aceitera Santo Pipó, se están demorando los primeros envíos al exterior. El propietario de la empresa, Roberto Dombrowski, explicó que en el proceso se utiliza un material filtrante llamado «tierra de diatomea» y que hay una variedad específica de ese elemento para cada clase de aceite.

El principal problema que encontraron los técnicos de la planta aceitera de Santo Pipó es que la variedad de tierra de diatomea requerida para procesar el tártago, no se produce en grandes cantidades.

El propietario de la empresa indicó que «hay 400 tipos de tierra de diatomea y en Argentina nadie hace en escala la variedad que se necesita para refinar el aceite de tártago, pero ya conseguimos un laboratorio de Mendoza que nos va a enviar».

En cuanto a los tiempos anunciados para llegar al mercado con el producto, Dombrowski dijo que «pensábamos tenerlo para febrero, pero como el laboratorio en enero prácticamente se paralizó por las vacaciones, no pudimos cumplir con esa meta, sin embargo, nos aseguraron que para la semana que viene ya tendríamos el filtrante en la fábrica, lo que nos permitiría avanzar en el proceso».

Una de las aplicaciones del aceite del tártago es en cosmética, especialmente en la fabricación de lápiz labial. Pero para llegar a la industria de la belleza, el producto debe ser sometido a un «refinado que consiste en un filtrado y diez días de decantación», expuso Dombrowski en diálogo con LT 17.

Mientras, se acopia

Aunque parte del proceso esté en espera, «estamos acopiando», aseguró el emprendedor. Es necesario tener volumen de granos para iniciar el proceso pues la fábrica de Santo Pipó tiene la capacidad de extraer el aceite de 200 toneladas por día y una vez que se inicia no se puede estar parando la maquinaria porque ponerla a funcionar tarda 9 horas y enfriarla tarda unas 7 horas», comentó.

El objetivo del proyecto es conseguir el aceite del tártago y «darle valor agregado, por eso fabricamos una máquina para hacer el refinado y llegar a los mercados más exigentes», explicó el empresario.

En cuanto al rol del productor de las semillas del ricino Dombrowski indicó que «es el que sostiene la fábrica. Si fuéramos empresarios cómodos le bajamos el precio al productor», en referencia a la posibilidad de aumentar las ganancias de los agricultores una vez que se concreten las ventas.

La fábrica de aceites de Santo Pipó estuvo cerca de cinco años paralizada y en los últimos tiempos se reactivó con la ayuda del estado misionero con un crédito de casi dos millones de pesos otorgados en varias etapas. En estos momentos la fábrica emplea a 21 personas, pero en los mejores tiempos trabajaban más de 50, siendo uno de los ejes de la economía de la zona de Santo Pipó.

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