El cura ciego dijo que pondrá un quiosquito para sobrevivir

El padre Abel Galarza es el sacerdote que se siente discriminado, porque fue trasladado por el nuevo obispo de Iguazú a un asilo de ancianos para que dé misas una o dos veces por semana. Ciego de nacimiento y ahora padece neuropatía diabética, sostuvo que necesita 140 mensuales en remedios. Comentó que vivirá con su hermano que es desocupado y pondrán un quioskito, «a los 51 años me voy a poner a buscar trabajo por mí mismo, no me puedo quedar, no quiero pedir limosna, sé que tengo fuerzas, ganas y sé que podría ser capaz también de llevar adelante una parroquia, sé que Dios me va a iluminar, no creo que Martorell quiera confinarme a un hogar», expresó en Radio Libertad y LT 4.

El padre Galarza contó que el nuevo obispo Marcelo Martorell -proveniente de Córdoba y quien reemplaza a Joaquín Piña desde el 8 de diciembre- le comunicó que no iba a pertenecer más a la Catedral porque será reemplazado por otro sacerdote en la tarea pastoril, y lo envió a un hogar de ancianos a oficiar misa, donde el 95 % tiene alguna discapacidad.

El padre Galarza agradeció al intendente de Iguazú «que me está dando una mano, de todas formas de vez en cuando daría una misa en el hogar, mucha tarea no tengo, estoy acostumbado a trabajar y lo poco que he hecho fue con mi esfuerzo, tengo muchos buenos momentos, amo el ministerio pero
yo sería útil acá o en cualquier lugar, con los niños que tanto me quieren, acá cerca hay una escuelita don de los niños me traen cartitas, prefiero cansarme luchando que hastiarme haciendo nada».

Y agregó que al obispo de Iguazú «hay que pedirle audiencia, no encontré en él un eco de pastor, que me perdone monseñor Martorell».

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas