Condenaron a los detenidos por el asalto a dos ancianos

Un ex pirata del asfalto fue condenado a cinco años de prisión y declarado reincidente. El joven que actuó como apoyo recibió una pena de cuatro años. El fiscal Rolando Oliva había pedido siete años para cada uno.

Despedida. Tras escuchar el fallo, Ríos se abrazó con su esposa antes de regresar a su lugar de detención.

Despedida. Tras escuchar el fallo, Ríos se abrazó con su esposa antes de regresar a su lugar de detención.

Un remisero y un ex pirata del asfalto fueron condenados ayer como coautores de un «robo calificado por el uso de armas, en poblado y en banda», por un hecho que ocurrió el 17 de septiembre de 2003 en la localidad de Gobernador Roca.
El cordobés Pedro Cándido Costilla fue castigado con cinco años de prisión; mientras que el trabajador del volante recibió una pena de cuatro años de prisión.
Los camaristas Martín Errecaborde, Angel Dejesús Cardozo y Demetria González de Canteros debatieron durante más de una hora antes de dar a conocer la sentencia.
En los alegatos, el fiscal Rolando Oliva había pedido que ambos imputados fueran condenados a la pena de siete años de prisión; mientras que los abogados José Jacobo Mass -representó a Ríos- y Ramón Alfredo Glinka -defendió a Costilla- pidieron la absolución de sus defendidos.
El atraco se produjo en la noche del 17 de septiembre de 2003 en la localidad de Gobernador Roca. Alrededor de las 21.00, tres encapuchados golpearon la puerta de acceso a la vivienda de León Kuchaski y cuando fueron atendidos por la esposa de éste, ingresaron violentamente, portando armas de fuego.
A los asaltantes no les costó demasiado dominar a la pareja de ancianos. Con la situación controlada, llevaron a ambos hasta un dormitorio y le preguntaron en qué lugar estaba instalada la caja fuerte.
Kuchaski, padre de dos fuertes comerciantes de Gobernador Roca, dijo que no había ninguna caja de seguridad. Mientras, dos de los delincuentes revolvieron toda la casa y se apoderaron de 150 pesos de la esposa de Kuchaski.
Un poco más tarde llegó Oscar Kuchaski, nieto de las víctimas, a quien también le sustrajeron dinero en efectivo, un cheque y las llaves de su camioneta Chevrolet Corsa, en la que escaparon tras encerrar a los tres en el dormitorio.
El rodado fue abandonada en la Picada Bustamante, cerca de Roca, sin el autoestéreo.
En esa zona la Policía detuvo al día siguiente a Costilla, quien negó cualquier vinculación con el hecho. Sin embargo, dos de las víctimas lo reconocieron por la forma de sus ojos.
Ayer resultó clave el informe de la empresa concesionaria del peaje, que probó que el Peugeot 205 que fue utilizado para realizar los trabajos de inteligencia previos al asalto, pasó por allí en dos oportunidades 12 de septiembre, tres veces el 15 y otros cuatro viajes al día siguiente del atraco.
Para el fiscal Oliva, quedó claro que Ríos actuó como apoyo logístico de la banda.
José Mass, por su parte, dijo que no existía ningún elemento de prueba que vinculara a Ríos con el hecho y cuestionó los dichos de los principales testigos, a los que acusó de buscar «protagonismo».
Por su parte, Glinka dijo que la «instrucción de la causa fue novelesca» y contenía «demasiados errores y contradicciones», motivo por el cual había que dictar la absolución «y pedirle disculpas a los coimputados».
Antes que los camaristas pasaran a dictar sentencia, tanto Ríos como Costilla buscaron reforzar los alegatos de sus abogados y reiteraron que eran inocentes. Este último, incluso, se quebró al señalar que había llegado a Misiones para rearmar su vida (tras la condena) pero «me metieron una cama y me arruinaron», señaló al borde del llanto.

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