La Feria Franca de Posadas cumplió dos años y sigue creciendo

«Tuvimos que transformarnos de colonos en comerciantes» dijo una feriante. Autoridades y colonos coincidieron en resaltar la importancia de este espacio donde ofrecer los productos de la chacra. Buscan mejorar la calidad y controlar el proceso de elaboración, con cursos de capacitación La Feria Franca de Posadas cumplió dos años, tiempo durante el cual los esfuerzos comunes de productores, dirigentes y autoridades permitió la continuidad y el crecimiento del proyecto iniciado por el ingeniero Roberto Coya Cametti, «como alternativa ante la crisis que afectó y afecta a los productores en las colonias», según explicó el dirigente Eugenio Kasalava, del Movimiento Agrario Misionero. Música «gringa», prisa por cerrar la oferta del día para integrar la mesa donde se ofrecería un asado comunitario y un acto informal sobre el mediodía, se conjugaron en torno de este festejo donde no faltaron los discursos de agradecimiento, de «satisfacción y esperanzas». Con este marco, la presencia del ministro del Agro y la Producción, Luis Rey, de los intendentes de Bompland, Almafuerte y los representantes de las comunas de Garupá y Posadas, pasó inadvertida para la mayoría de los colonos que ofrecían el fruto de su trabajo a la venta, ante un público consumidor ávido por adquirir «productos sanos y baratos». Desde la seis de la mañana el movimiento fue incesante, «como todos los sábados», según observó una productora de Campo Grande que reparte la labor entre la feria posadeña y la de su localidad. «Mi marido y dos hijos se quedan allá y yo vengo con una hija a Posadas», explicó. En la capital provincial las oportunidades para la venta de sus productos «son mayores», porque en medio día puede llegar a recaudar hasta cien pesos y en «el peor de los casos, unos sesenta pesos, que cubre los gastos y deja un margen de ganancia», dijo. Su especialidad son los panificados, actividad que requiere la exigencia de capacitación en cuanto a normas de elaboración, conservación y comercialización, requisito que obliga a cada feriante a trasladarse a Posadas semanalmente, «a veces con ayuda municipal para los pasajes, pero o si no pagando los pasajes de ida y vuelta», explicó la productora. Eugenio Kasalava calificó como «muy exitosos» estos dos años de actividad comercial en Villa Cabello, aunque destacó que «salvo la capacitación», no reciben otra ayuda desde los organismos oficiales. En relación con los resultados de los controles que efectuó la Dirección de Bromatología sobre los productos que se ofrecen a la venta y que determinó la presencia de brucelosis en lácteos, el dirigente agrario señaló que «los inconvenientes ya están superados» y «sirvió para prestar más importancia a los cursos de capacitación y orientación sobre el proceso de elaboración y control de la producción». ORGANIZACIÓN Y CONTROL Dependiente del Ministerio del Agro y la Producción, el Programa Agropecuario Provincial y de la Dirección General de Huertas, Ferias Francas y Pequeños Productores, los puestos situados en la zona Oeste comenzaron en locales precarios, donde cada colono exponía sus productos «como podía». El emprendimiento creció hasta contar hoy con un espacio techado, mesas cedidas por la Municipalidad, y una presentación prolija y atrayente de todos los frutos de la chacra. Los detalles incluye la presentación personal de los feriantes, quienes se identifican con una indumentaria en tonos ecológicos, y se ubican detrás de las mesas donde los carteles indican procedencia y bondades de cada oferta. «En un principio fue difícil, tuvimos que aprender a hablar, a convencer, a cambiar actitudes, y a transformarnos de productores en comerciantes», dijo Beta Fitcher, quien habló en nombre de «todos los productores» durante el acto que festejó el segundo aniversario de la Feria. En septiembre de 1998, comenzó la actividad que se desarrollaría «sólo durante tres meses, que serían de prueba», señaló a su tiempo Justo Núñez, definido como «amigo de la Feria». «Nos habíamos propuesto un breve tiempo, pero está a la vista el resultado de nuestros esfuerzos; con compromiso y responsabilidad continuaremos trabajando para lograr la mejor calidad en los productos y en los precios» agregó. Precios que son fijados en reuniones previas que mantienen los oferentes con la Dirección de Ferias Francas, a cargo de Marta Ferreyra, y donde cada uno sugiere la cifra que considera proporcional con la inversión que requirió la elaboración, por ejemplo de panificados. Respecto de los precios de frutas y verduras, «se trata de lograr un precio promedio para que nadie ofrezca a menor precio y perjudique así a su vecino», dijo una mujer mayor que no quiso identificarse «porque acá todos somos feriantes», según se excusó. En la mesa aledaña, un señor intentaba convencer a quienes caminaban por los pasillos del singular lugar «a comprar la mejor yerba de Apóstoles, al mejor precio», aunque hoy muy poca gente se dejó seducir por su oferta. La mayoría siguió de largo hasta las mesas donde se exponían panificados elaborados «con recetas originales» de inmigrantes que trajeron sus costumbres a esta región. Mañana inauguran la feria número 27 Entre frutas, verduras, panificados y lácteos, colonos y consumidores festejaron el cumpleaños de la feria en Posadas y el nacimiento de una hermana gemela en Jardín América, desde mañana. Con ella, esta actividad incluirá a dos mil colonos en la posibilidad de comercializar sus productos con esta modalidad. La de Jardín América se localizará en el predio de la Casa del Colono, después de una iniciativa planteada por cuarenta productores de la zona, con el asesoramiento del MAM, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el Ministerio del Agro y la Producción, «aunque todas las contribuciones son de tipo técnico, no económica», se apresuró a aclarar Eugenio Kasalava, del MAM.

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