Los Alimentos Funcionales

Los fabricantes de productos alimenticios han comenzado una carrera por obtener comida enriquecida con elementos que mejoran la salud. El interés de la salud a través de la alimentación ha abierto un amplio hueco a los llamados «alimentos funcionales». Este tipo de productos, que está haciendo furor en otros países como Estados Unidos, Canadá y Japón, tan sólo se diferencian de los alimentos convencionales en un aspecto: aparte de su valor nutritivo, poseen elementos que los hacen especialmente beneficiosos para la salud. Este concepto trae a la mente de los fabricantes de estos alimentos, que prevenir o aliviar ciertas enfermedades, mientras se disfruta del placer de comer, debe, forzosamente tener enormes posibilidades en el mercado. Para ser considerado funcional, el alimento en cuestión debe cumplir alguna de las siguientes condiciones: que se le haya añadido un componente beneficioso, con un efecto terapéutico probado, que se le haya potenciado algún ingrediente para hacerlo más saludable o que se le haya quitado total o parcialmente algún elemento nocivo o tóxico. Presente y futuro Actualmente, las posibilidades que encierra la comida funcional son amplísimas. Ya se trabaja en productos para reducir los niveles de colesterol, evitar algunos cánceres y controlar la osteoporosis. Es importante en este punto aclarar que los alimentos funcionales no tienen nada que ver ni con la comida light ni con alimentos transgénicos. Es un camino para alcanzar el ideal de mantener la salud mediante una vía sencilla y placentera: comer. El concepto de Alimento Funcional es acuñado en Japón y sólo considerando a este país, tiene un mercado de 1.5 billones de dólares. Tal vez el ejemplo más conocido es el agregado de Iodo a la sal de mesa. Gracias a este aporte en nuestro país ha sido posible controlar el bocio endémico, enfermedad producida por el bajo consumo de Iodo. Los Alimentos Funcionales en nuestro país Investigaciones recientes realizadas en nuestros laboratorios y publicadas en Food Chemistry 69 (2000) 209-213 (Publicación Científica de la FAO) demuestran que numerosos alimentos de consumo masivo en Argentina contienen grasas, cuyo consumo frecuente aumenta los niveles de colesterol en sangre (grasa saturada e hidrogenada). En un intento por modificarlos y por ende modificar la disponibilidad grasa y así bajar nuestra alta incidencia de enfermedad cardiovascular, la Universidad Nacional de La Plata a través de su Programa de Prevención del Infarto en Argentina, ha comenzado a desarrollar y certificar alimentos saludables (funcionales). Huevos de gallina con menos colesterol, galletitas sin grasa hidrogenada, son sólo dos de los innumerables productos generados. Es importante consignar que estos desarrollos no se han limitado a remover la parte nociva del alimento, sino que en la medida de lo posible, se han enriquecido paralelamente con elementos que disminuyen el colesterol de la sangre y modulan la formación de coágulos: ácidos grasos insaturados (v 6, v 3). A poco de cruzar el umbral de un nuevo milenio, con una población con una mayor expectativa de vida, que aumenta y envejece, los alimentos funcionales apuntan a un nicho de mercado que rápidamente la industria agroalimentaria deberá cubrir. No obstante, este nuevo y saludable camino debe ser recorrido con cautela, de la mano del soporte del conocimiento basado en la evidencia científica. * El Dr. Marcelo Tavella es doctor en Medicina, Miembro de la Carrera del Investigador Científico del CONICET y Director del Programa de Prevención del Infarto en Argentina (Universidad Nacional de La Plata – Comisión de Investigaciones Científicas de la Pcia. de Buenos Aires – Ministerio de Salud de la Pcia. de Buenos Aires) ([email protected])

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