La estrategia integracionista que se debate en Brasilia

Analistas y estudiosos de la integración regional opinan que, tanto el MERCOSUR como la Comunidad Andina de Naciones «no están atravesando su mejor momento». Esta Reunión de Presidentes de América del Sur, o Cumbre de Brasilia reúne, por primera vez en las últimas dos décadas a todos los países de la subregión sur del continente Una excepción es la presencia de Surinam y Guyana, estados del Caribe occidental, de escasa relación con el continente, aunque en los últimos 6 años se ha registrado un sostenido crecimiento de su intercambio comercial y político con países, especialmente Venezuela y Brasil, superando barreras como la idiomática. De allí la trascendencia que toma la Cumbre, a pesar de versiones, aún de fuentes autorizadas, que la califican de «formal», «ritual», o posiciones extremas como la de la multinacional francesa Renault, que declaró el pasado miércoles a la prensa mundial que «El MERCOSUR está muerto». Analistas y estudiosos de la integración regional consultados por Mercosur.com opinan que, ciertamente, tanto el MERCOSUR como la Comunidad Andina de Naciones «no están atravesando su mejor momento». Esta opinión, con ser controversial, tiene base de sustentación en los distintos conflictos que mantienen en vilo sobre todo a socios como Argentina y Brasil. Pero los mismos estudiosos sostienen que en buena medida los problemas de los bloques se deben a los conceptos con los cuales están conformados, «excesivamente restringidos a sus aspectos comerciales y de inversión». Esa afirmación parece tener validez, si tomamos en cuenta los datos que indican que existe una relación de correspondencia entre varios factores: Primero, se agotaron las privatizaciones. Salvo Brasil, Venezuela y Ecuador, en el resto ya hay poco, esperándose una reducción de las mismas al 42% de las ocurridas hasta 1992. Ese, las privatizaciones, sería uno de los elementos que más sedujo a las portafolios de inversión internacional que se instalaron en ambos bloques, especialmente en el MERCOSUR en la última década. A este último bloque trajeron cerca de 140 mil millones de dólares desde 1992, removiendo tradicionales estructuras económicas, comerciales, tecnológicas y políticas. Hay quienes sostienen que, además, ha generado modificaciones en la cultura social de países como Brasil, Argentina y Chile, por ejemplo en los modelos de consumo, diversión y trabajo. Segundo: La recurrencia, amplitud y crudeza de las crisis internacionales de las economías y los estados del Sudeste de Asia (1997-98), Rusia (1998), Brasil (1999) y Japón a principios de la década de los 90, dejó señales de inestabilidad en las plazas de inversión, sobre todo en aquellas que se dedican a los países emergentes. El MERCOSUR cuenta con tres naciones que entran en esta categoría: Brasil, que es un global trade, Argentina, que no lo es y Chile, con alta calificación de las consultoras por su competitividad y el orden en sus cuentas publicas. En la Comunidad Andina, los países considerados emergentes son Venezuela, Colombia y Perú, pero no tienen la misma evaluación debido a las estructuras de baja escala de sus economías, o en el caso de Venezuela, el más emergente de los tres, por ser una economía mono productora, donde el 89% del ingreso fiscal depende de un solo producto y sus derivados, el petróleo, con una oferta exportable de apenas el 23% del total de base productiva. Otra razón que debilita a estos tres países como emergentes es que sus estados están atravesados por situaciones internas y/o regímenes institucionales que los hacen «pocos fiables en la dinámica actual de las relaciones internacionales surgidas de la ruptura de la Guerra Fría», como definió Henry Kissinger a Forbes, el 2 de julio del año 2000. El gobierno de Perú está cuestionado por la OEA desde las últimas elecciones y hasta julio se fueron 12 inversiones que estaban pautadas para la minería, la electricidad y el gas. Venezuela tiene el récord de cierre de empresas en la región, 1400 en 14 meses, además de 1.600 millones de dólares que emigraron este año 2000. En Colombia, es posible que las Fuerzas Armadas de Norteamérica intervengan, o alguna fuerza combinada de Latinoamérica para auxiliar a un estado que no puede, solo, contener la fuerza dislocante de una guerrilla de 45 mil hombre y mujeres y el más poderoso aparato narcotraficante del planeta. Tercero: Salvo en las telecomunicaciones y la infraestructura de integración física no hay grandes nuevos sectores de inversión que tienten a los grandes portafolios a arriesgar, como ocurrió a lo largo de la década del noventa. La mayoría de los nichos fueron cubiertos y en algunos más bien se nota retracción, como shoping y supermercadismo, que desde 1991 constituyeron un boom de inversiones. De allí que existan planteamientos nuevos sobre integración regional tendientes a superar esa «congestión» de mercado. Uno de los conceptos que viene ganando espacio en la diplomacia de Washington y de varias cancillerías latinoamericanas es el que denominan «multiplicar sumando», que en buen cristiano significa pactar acuerdos comerciales y estatales de bloque a bloque. Esta tesis es la que tratan de vender los presidentes de Brasil y Venezuela en la Reunión de Presidentes de América del Sur, que en palabras del Embajador de Venezuela en Buenos Aires, sería algo así como «propiciar la convergencia de los actuales espacios de integración». Cardoso y Chávez, no sólo coinciden en esa perspectiva estratégica, en lo cual se sienten acompañados de cancillerías fundamentales como la chilena o la colombiana. También coinciden ambos presidentes en ser los titulares actuales -pro tempore- de ambos bloques comerciales, rol principal que utilizan para tratar de incidir en los lobbys que están gestionando los acuerdos en Brasilia Fuente: MERCOSUR.COM

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