Circo, pero circo circo

Papelón. Ninguna otra palabra puede definir la situación vivida anoche en la plaza 9 de Julio donde funcionarios de gobierno arengaban a militantes del peronismo a instalar sus dos carpas «en defensa de la educación». Papelón. Ese fue el que hizo el secretario general de la Unión de Docentes de la Provincia de Misiones (UDPM), Rubén Pinto Da Silva al pedir la «renuncia» del gobernador Carlos Rovira para solucionar la crisis. Papelón tras papelón, la plaza se convirtió en un circo, donde no faltan los mercaderes -invitados de piedra- ofreciendo su arte a bajo precio. Pero el papelón tiene una larga historia. Lo que comenzó como un legítimo reclamo, se desvirtuó tanto que ya no se sabe cuál fue el inicio. El gobierno respondió a gran parte -no a toda- de los reclamos docentes. Cambió un ministro, no tocará el IETE de los aguinaldos de sueldos menores de mil pesos, reestructurará el Consejo de Educación. Más no puede. Lo quiera hacer o no el gobernador, las finanzas de la provincia no dan para eso. Se podrán buscar culpables -otros más- pero esa es la realidad. La intransigencia del grupo de autoconvocados, con todo el legítimo derecho a reclamar, llevó las cosas a un extremo del que es muy difícil volver. Pero una parte cede y la otra no. Así no avanza una negociación. Y para colmo, Pinto Da Silva reveló una intención que nada tiene que ver con el reclamo, como es desestabilizar a un gobierno que fue elegido por las urnas, le guste o no. La afirmación no tiene el acompañamiento de una gran parte de los docentes y eso no hace más que debilitar aún más su posición. Y aunque suene trillado y hasta rebuscado, son los chicos los que pierden sin clases, así como pierden con una mala educación y con la enseñanza de docentes mal pagos. Esa es otra realidad, a la que nadie parece prestarle la debida atención. Pero en la «guerra psicológica» encarada anoche por el gobierno, acompañado por fieles militantes transportados en camionetas de funcionarios de Emsa, el que más pierde es el propio gobierno. Pierde imagen. Pierde seriedad. El llamado a la reflexión que hizo el gobernador… ¿de qué sirvió? Si sus propios funcionarios montaron una payasada digna de una burda película cómica. Así no se soluciona la problemática docente. Así no se llama al diálogo. Así sólo se genera violencia. Y así como es imperdonable que alguien que se dice dirigente gremial y que asegura contener la protesta, intente quebrar el orden constitucional, con el silencio casi cómplice de legisladores de la oposición, es imperdonable que funcionarios del gobierno como el director de Defensa Civil, Osvaldo «El Negro» Viana, el director del IPS, Jorge Brignole, el director de Asuntos Municipales, Carlos Valenzuela, el subsecretario de Gobierno, Juan Manuel Díaz -aplaudiendo en la puerta de Casa de Gobierno- y el secretario de Legal y Técnica, Julio Duarte, vitoreen el accionar «de los muchachos» que por los altoparlantes insultaban a los docentes. El paro se convirtió en político, como definió el gobernador, pero el «gesto» de los funcionarios de gobierno no ayuda en nada para que deje de serlo. «Los muchachos vinieron solos. Se cansaron. Pidieron la renuncia del gobernador y ahora todo el peronismo saldrá a defenderlo», se atajó un funcionario cercano al gobernador al ser consultado sobre quien había ordenado la instalación de las carpas paralelas. No es excusa. Así como desde el oficialismo criticaron que a UDPM se le haya ido la protesta de las manos, no se puede entender que el gobierno haya permitido que sus funcionarios y sus «muchachos» inciten públicamente a la violencia como lo hicieron anoche. La plaza es un circo. En el medio, quedaron los reclamos, atrás quedaron las reivindicaciones. Los payasos, están en la plaza, pero ya nadie sabe quien es el dueño del circo.

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